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Como evitar una guerra en Venezuela

miércoles, 06 de marzo de 2019
Queridos lectores Venezuela está que arde, pasan los días y el régimen de Maduro se defiende como un gato panza arriba. Incluso Maduro presume de que obtendria más del Como evitar una guerra en Venezuelacincuenta por ciento de los votos si se presentara candidato a la presidencia de España. Recibo un estupendo artículo de Jeffrey D. Sachs y Francisco Rodríguez, este último jefe de economistas de Torino Ecomics y que fue asesor del candidato a la presidencia venezolana Henry Falcon‎.

Encargo la traducción a mi brillante estudiante huertanita ‎Cintia Sanz que es una excelente traductora.

"Cuando Estados Unidos eligió reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, junto con un grupo de países latinoamericanos, y prohibió el comercio de petróleo con el gobierno de Maduro, apostó a que la presión sería suficiente para derrocar rápidamente al régimen. ¿Pero y ahora qué?

Un mes después de que Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, dijera que estaba asumiendo los poderes de la presidencia venezolana, que estaban en manos de Nicolás Maduro, la crisis política generada con ello, aún está lejos de terminar. Las tensiones se han intensificado hasta el punto de que pueda generarse una guerra civil en toda regla, un escenario aparentemente inverosímil hace unas semanas, ahora es cada vez más posible. Al menos cuatro personas murieron y cientos resultaron heridas en los violentos enfrentamientos en las fronteras de Venezuela el fin de semana pasado, cuando las fuerzas gubernamentales abrieron fuego contra un intento de la oposición de llevar convoyes de ayuda al país.

El régimen de Maduro es autoritario, militarizado, y es capaz de matar civiles, para mantenerse en el poder. La sociedad está dividida amargamente entre los revolucionarios inspirados por Hugo Chávez, el predecesor de Maduro, y una oposición grande y agraviada. Cada lado desprecia al otro. Por lo tanto, la pregunta es compleja y práctica: ¿Qué se puede hacer para ayudar a alejar a Venezuela de una guerra civil y llevarla hacia un futuro pacífico y democrático?

En este gran desafío, el gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha calculado erróneamente. Cuando Estados Unidos eligió reconocer a Guaidó como presidente de Venezuela, junto con un grupo de países latinoamericanos, y la prohibición del comercio de petróleo con el gobierno de Maduro, apostó a que la presión sería suficiente para derrocar el régimen. Como dijo un ex funcionario de alto rango de Estados Unidos en el Wall Street Journal, “pensaron que era una operación de 24 horas”.

Estos errores en los cálculos, ya son anteriores a la administración de Trump. A mediados de 2011, el presidente Barack Obama y la Secretaria de Estado Hillary Clinton, anunciaron que el presidente sirio Bashar al-Assad debería “hacerse a un lado”. Del mismo modo, en 2003, George W. Bush declaró como “misión cumplida” poco después de la invasión estadounidense de Irak. Todos estos casos reflejan la arrogancia de una superpotencia que repetidamente pasa por alto las realidades locales.

La capacidad de Maduro para resistir la intensa presión de los Estados Unidos, no es ninguna sorpresa para los observadores del ejército de Venezuela. Las estructuras centralizadas de comando y control de la inteligencia militar, así como los intereses personales de los oficiales superiores que controlan la gran parte de la economía, hacen que sea altamente improbable que el ejército se vuelva en contra de Maduro. La provocación de los Estados Unidos podría crear un cisma entre los comandantes militares y los oficiales subalternos, pero eso solo haría más probable que acabara generándose una guerra civil. Hasta la fecha, no ha habido deserciones entre los oficiales de alto rango con control directo de las tropas.

Ante la perspectiva de que le cambio de régimen no se produjera rápidamente, el gobierno de Trump y de algunas partes de la oposición de Venezuela han comenzado a considerar seriamente una acción militar. Haciéndose eco del lenguaje utilizado recientemente en un discurso de Trump, Guaidó escribió el sábado que solicitaría formalmente a la comunidad internacional que “mantenga todas las opciones abiertas”. Del mismo modo, el senador republicano Marco Rubio, quien actuó como un gurú Como evitar una guerra en Venezuelaautonombrado por Trump en Venezuela, advirtió en Twitter que las acciones de Maduro habían abierto la puerta a “acciones multilaterales que no estaban sobre la mesa hace apenas 24 horas”.

En realidad, estas ideas parecen haber estado en la mente de Trump durante algún tiempo. Como el ex director en funciones del FBI, Andrew G. McCabe, reveló recientemente en su libro The Threat, que Trump dijo en una reunión de 2017 que pensaba que Estados Unidos debía entrar en guerra con Venezuela. McCabe cita a Trump diciendo” Tienen todo ese petróleo y están justo en nuestra puerta trasera”. Estos comentarios hacen eco en la declaración de Trump en 2011, en la que afirmó que Obama se dejó “timar” al no exigir la mitad del petróleo en Libia a cambio de que los Estados Unidos ayudaran a derrocar al dictador Muammar el-Gadafi.

Las intervenciones militares de los Estados Unidos no están impulsadas solo por los intereses económicos y comerciales. Sino que ser firme con Maduro le proporciona popularidad entre los votantes cubanoamericanos y venezolanos en el estado natal de Rubio, Florida, que será un campo de batalla clave en las elecciones presidenciales de 2020.

Los defensores de la intervención militar de Estados Unidos en Venezuela, citan regularmente los casos de Panamá y Granada como precedentes para un rápido cambio de régimen liderado por Estados Unidos Sin embargo, a diferencia de estos dos países, Venezuela tiene un ejército bien armado de más de 100.000 soldados. Por supuesto, que los Estados Unidos, podrían derrotar el ejército venezolano, pero uno no debe ser ciego a las atrocidades que cometen los regímenes autoritarios para comprender que, como ha ocurrido repetidamente en las guerras de los Estados Unidos en Oriente Medio, los intentos de derrotar a estos regímenes a menudos terminan en catástrofes.

Incluso sin la intervención militar, las políticas de sanciones que están llevando a cabo los Estados Unidos, si se mantienen, están destinadas a crear hambruna en la población. Al cortar el comercio de petróleo de Venezuela con los Estados Unidos y amenazar con sancionar a las empresas que no son norteamericanas que hacen negocios con la compañía petrolera estatal de Venezuela, el gobierno de Trump acabó creando uno de los regímenes de sanciones económicas más punitivos de la historia reciente. Pero en lugar de provocar un golpe de estado, aislar económicamente a un país que esencialmente se alimenta de sus ingresos de la exportación de petróleo podría conducir sin duda a un hambre masiva de su población.

Los países vecinos de Venezuela y los líderes mundiales deben dejar de lado la opción militar estadounidense. Venezuela necesita mediación que conduzca a unas nuevas elecciones, no una guerra. También necesita un período de tregua política urgente, para poder poner fin a la hiperinflación devastadora, restaurar los flujos de alimentos y medicamentos, y reconstruir las listas electorales y las instituciones para unas elecciones pacíficas y creíbles en 2020.

Un enfoque pragmático podría implicar que el gobierno actual continúe controlando el ejército, mientras que los tecnócratas respaldados por la oposición toman el control de las finanzas, el banco central, la planificación, la ayuda humanitaria, los servicios de salud y la política exterior. Ambas partes aceptarían un calendario para una elección nacional en 2020 y una desmilitarización de la vida cotidiana supervisada internacionalmente, con un restablecimiento de los derechos civiles y políticos y la seguridad en el país.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debería supervisar tal solución, ya que en el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas le da al Consejo de Seguridad el mandato de “determinar la existencia de cualquier amenaza a la paz, la ruptura de la paz o el acto de agresión” y de tomar medidas para “restaurar la paz y la seguridad internacional”. El Consejo de Seguridad también de una forma pragmática, ya que Estados Unidos, China y Rusia tienen intereses financieros y políticos en Venezuela, y por ello deberían encontrar una solución pacífica para su resolución. Los tres países podrían acordar fácilmente el que se lleven a cabo unas elecciones en 2020. De manera alentadora, el Papa Francisco y los gobiernos de México y Uruguay también se han ofrecido a ayudar, mediante la facilitación de mediación para encontrar un camino pacífico hacia delante.

Trump y otros líderes estadounidenses dicen que el tiempo de las negociaciones ya ha pasado. Confían en una guerra corta y rápida si eso es necesario. Los líderes mundiales, y sobre todo los líderes de los países latinoamericanos, deberían abrir los ojos ante los riesgos de una guerra devastadora, una que podría durar años y extenderse rápidamente."

Cintia Sanz Hoya - cisanz@ucm.es
Antuña, Joaquín
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