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En defensa de los mendigos

viernes, 15 de febrero de 2019
La Unión Romaní es una organización no gubernamental, dedicada a la defensa de la comunidad gitana. Su ámbito de trabajo es el territorio español y participa en la Unión Romaní Internacional, y persigue el reconocimiento de la cultura del pueblo gitano.

Esta ONG, esta dirigida por los propios gitanos y se estructura como una federación de  En defensa de los mendigosasociaciones gitanas de toda España. El presidente de la organización es Juan de Dios Ramírez-Heredia, quien escribe sobre la mendicidad en España en el artículo del que voy a tratar.

Uno de los primeros pensamientos a los que nos enfrentamos cuando vemos mendigos por las calles de nuestras ciudades es pensar que lo hacen porque pertenecen a mafias, porque son personas extranjeras a las cuales les obligan a mendigar, que solo mendigan los vagos, porque en España hay trabajo para todo el mundo, y por tanto, quien no lo tiene es porque no quiere. Pero esa idea generalizada, se desmonta fácilmente, cuando analizamos quienes trabajan en las labores de los campos o los obreros de la construcción y sin duda son mayoritariamente extranjeros.

Juan de Dios, nos aporta datos en el que nos confirma que sí, que los pobres existen y es una realidad con la que convivimos con ella todos los días y no podemos negar su existencia. Según cifras señaladas por Oxfam Intermón, diez millones doscientas mil personas tienen una renta que los sitúa por debajo del umbral de la pobreza, lo que coloca a España en el tercer país europeo en desigualdad por detrás de Rumanía, Bulgaria y empatado con Lituania.

A eso hay que añadir el informe sobre el Estado de la Pobreza en España realizado por EAPN en 2017, en el que afirmaba que en “España 12,9 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social”. Estos datos significan que el 27,9% de la población española se haya en riesgo de pobreza, ¿increíble, verdad?

Según nos relata, Juan de Dios, sobre la evolución de la mendicidad en España, que a partir de la Guerra Civil, la infancia de muchos jóvenes, incluida la del autor, estuvo marcada por la pobreza extrema, lo que llevaba a mendigar en las puertas de familias conocidas o de la parroquia, para no tener que morir de hambre.

Al finalizar la guerra y con el triunfo de Franco se instauró en toda España la Cartilla de Racionamiento familiar, que fue fundamental para la supervivencia de millones de familias españolas, hasta los años 50, cuando Estados Unidos trae el Plan Marshall. Durante estos años, ya se consolida la presencia de mendigos en las calles, cuestión que no era alarmante ni numerosa, y los extranjeros que venían a España, eran turistas con dinero en busca de sol, playa y flamenco. Sin embargo, más tarde España sufriría las crisis internacionales de 1971, 1973 y 1979, con la caída del patrón-oro, la crisis del petróleo y la revolución iraní, que trajo consigo una ola de mendigos nacionales y extranjeros.

Según afirma el autor, él forma parte de lo que han calificado como “minoría visible”. Es decir, que tiene esa visibilidad, por pertenecer a la minoría de los gitanos. Contradiciendo generalizaciones como que casi exclusivamente todos los que mendigan en las calles de Madrid son gitanos, los datos de Cruz Roja son alentadores.

Resulta que solo son gitanos el 17% mientras que el restante, un total de 83% son personas no-gitanas, por tanto se rompe con ese cliché, aunque sin embargo, sigue solo viéndose a los gitanos, por tanto esa calificación de minoría visible.

Acaba el artículo con una anécdota que le ocurrió al autor en el metro de Barcelona, cuando se subió un mendigo pidiendo unas monedas para comer. Este a su vez, afirmó que era un gitano de Cádiz, a lo que le sorprendió por su declaración ya que sin duda eso le perjudicaba, más que beneficiaba. Al terminar, el autor le dio unas monedas, y habló con él y le dio su tarjeta para que le llamara. Cosa que el hombre no hizo. Por ello, Juan de Dios se quedó pensado acerca de la condición del hombre y que no compartía los rasgos propios de una “minoría visible”. Sin duda, ante este desconcierto, el autor declara con estupor, “lo que nos faltaba”.

Cintia Sanz Hoya - ‎cisanz@ucm.es
Sanz Hoya, Cintia
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