Francisco pasará a la historia del Papado por ser el Papa de las religiones del libro. Su reciente viaje a Emiratos Árabes le consagra como un campeón de la tolerancia religiosa, del acercamiento entre los creyentes en un solo Dios, aunque se le conozca

con distintos nombres.
Su amor por los pobres y los humildes ha sido una constante de la religión católica, que ha extremado su amor por los desprotegidos de la fortuna, los perseguidos y los enfermos. Lo que llevó a Nietzsche a decir que el cristianismo era la religión de los débiles.
El justicialismo y el ecologismo forman parte del pensamiento de este Papa austral. Es un totum revolutum para mi de difícil digestión y que rezuma un pesimismo antropológico, que no contribuye a sacar del pozo a quienes apoya.
He criticado su uso casi exclusivo del italiano, sin utilizar otras lenguas y su resistencia a viajar a Argentina y a España, que son dignas de someter al psicoanálisis al que tan aficionados son los argentinos.
Sin embargo son a mi juicio muy dignos de elogio su defensa a ultranza de los cristianos

hostigados, perseguidos y asesinados. Los acuerdos de normalización con los católicos y las autoridades chinas. Su diálogo ecuménico, aunque no sea un teólogo como Benedicto XVI, con los protestantes y los ortodoxos y su sorprendente y audaz viaje a Emiratos Árabes y el próximo a Marruecos. Es el Papa de los gentiles.
Francisco reconoce las raíces comunes de judíos, cristianos y musulmanes, que son hermanos de Abel y nunca deben serlo del Caín de la violencia, la destrucción y el derramamiento de sangre.
Ha defendido también la no violencia de Gandhi. Por lo tanto es un apóstol de la tolerancia.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com