El 24 de enero se celebró en el Ateneo de Madrid un concierto extraordinario inaugural de la Presidencia rumana del Consejo de la Unión Europea. Organizado por la Embajada
de Rumanía en el Reino de España y el Instituto Cultural Rumano con motivo de la mencionada Presidencia rumana durante el primer semestre de 2019.
Abrió el acto la embajadora Gabriela Dancau, una señora muy elegante de corte clásico, quien en su breve discurso aseguró que su país está preparada para abordar un semestre difícil para bien de la unidad europea. Sin mencionar al Brexit dio a entender la voluntad de concordia de su gobierno y la defensa de las instituciones europeas. Aludió a la Cumbre de Sibiù, que marcará una etapa más en la integración europea.
Rumanía que celebra el centenario de su nacimiento como nación, cuando mandan buenos embajadores envían embajadoras, acompañadas por maridos de buen porte, a este país todavía no ha llegado la invitación a formar parte del tercer sexo y sus hombres pueden ser un pelín machistas, pero son muy varoniles, mientras las damas alternan los tipos maternales y las rabiosamente femeninas, de gimnasio y elevadas ambiciones.
Un millón de rumanos forman una comunidad a la que España está muy agradecida por su laboriosidad y contribución al crecimiento de la economía española. Se han acoplado perfectamente y tienen un dominio pasmoso de nuestra lengua. Los nuevos emigrantes los han convertido en perfectos ciudadanos europeos aceptados y estimados por la población española. Un ejemplo de integración.
En el concierto se ha hecho un guiño a la precedente presidencia austriaca y al papel que este país, en tiempos del imperio austro húngaro, jugó especialmente en Transilvania y Valaquia. Por ello se eligió a un joven pianista austriaco Florián Feilmair, especialista en ganar concursos junto a la eminencia del violín rumano Alexandru Tomescu con un repertorio variado de música clásica con compositores como Vasile y Enescu alternando con Liszt, Mozart y Bartok. Ambos intérpretes derrocharon brío y contagiaron a la platea con su entusiasmo y ganas de triunfo.
La flor y nata de la colonia rumana estuvo presente. Intercambié unas palabras con el
padre Moldovan, este religioso de verbo mágico, que va a conseguir que Madrid cuente con una catedral ortodoxa, ya en construcción. Su hija Anka es una gran pintora y una política muy activa en el PP de la capital de España.
Los rumanos, como los búlgaros y los ciudadanos de los países del Este reniegan del comunismo y miran con sospecha al socialismo. Son en su mayoría conservadores. Están debidamente vacunados, al contrario de los hispanoamericanos, que siempre sueñan con alguna revolución pendiente, excepto cuando la padecen como cubanos y venezolanos.
En la Cacharrería, ese santa santorum de los debates y coloquios del Ateneo, se sirvió un cocktail que congregó a esta notable grey que forma parte de las recepciones madrileñas.
Un brindis por la Sra Duncau y por Rumania!!!
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
