
Especialistas en psicología política de la Sociedad Europea de Biosociología han llevado a cabo durante los últimos veinte años una profunda investigación sobre los trastornos que provoca la adicción al poder entre la clase política. El informe es devastador.
Cuando los políticos se perpetuan en el poder -casi siempre- se vuelven "irritables, prepotentes e insoportables, buscan el halago, se aislan, desaparece su capacidad autocrítica y el sentido de la realidad". Las alteraciones de carácter son importantes. "Van de la euforia a la depresión y padecen fatiga crónica e insomnio".
Pero lo peor llega cuando los políticos pierden el poder. "Les invade el terror al vacío y es cuando se dan cuenta de que han perdido familia, amigos y puntos de referencia".
Una sugerencia:
suicidarse es bueno para la salud.