El mudo que habló

En unos campos de naranjales, trabajaban un grupo de temporeros. Uno de ellos de piel morena sufría de afasia. El salario, el estipulado al libre albedrio del dueño, no era, ni siquiera el sueldo mínimo interpersonal. Nadie denunciaba la situación, pues muchos de los que allí recolectaban no tenían papeles y temían ser denunciados. El egoísta amo se aprovechaba de la precariedad en que se hallaban. Muchos ni podían alquilar una vivienda y, el abusador , les permitía que se quedaran a dormir en el almacén de las frutas, claro que, cuando llegaba la hora del cobro, a ese grupo mayoritario les aplicaba un fuerte descuento en los honorarios en concepto del derecho a pernoctar en aquella fría y destartalada nave.

Ellos podían reclamarle por ser gratuitos vigilantes nocturnos, pero callaban

Alí, aquel joven africano, estaba entre los que pernoctaba entre las cajas de naranjas. Denigrante vida de esclavitud!.

Habían acordado cobrar cada quince días. Llegó el final de la quincena y se presentó el administrador de aquel tirano con los dineros. Los iba llamando por su nombre y les abonaba, pero cuando le tocó el turno a Alí , lo ignoró. El pobre mozo se esforzó por querer reclamar su dinero pero como no podía hablar nadie le hizo caso.

A la siguiente quincena se repetía la lamentable situación pero, para sorpresa de todos, Alí, esforzándose ,exclamó:
-“ Señores, denme mi dinero!”

El administrador y el capataz asombrados dijeron:
-“ Tú no eras mudo!”

Alí respondió:
-“Ustedes hacen hablar a un mudo. Mañana voy a Magistratura, denunció todo esto; aprovechando que hablo, hablaré “.

La injusticia hizo hablar a Alí, su voz defendió la situación.
Todos marcharon agradecidos, y el dueño sancionado quedó tan rojo como sus naranjas.

Seudónimo “KUNTA KINTE”