Después de unas campanadas desde la Puerta del Sol, aderezadas con el morbo de descubrir cual era el vestido de la Pedroche, esta vez unas flores que iban a tono con un discurso dicho de carrerilla de tono marcadamente ecologista, llamo a felicitar a unos amigos a quienes creía esquiando en Sierra Nevada y para mi sorpresa están en Salinas
a menos de cien metros de mi nido de aguilas, mejor sería decir de gaviotas.
Ana y Miguel Ángel me invitan a ir a verlos y me los encuentro a ellos dos con una pareja otra Ana y Ramón Valentín, las Anas dos mujeres fuertes de las que abundan en el norte y los de nombre compuesto dos empresarios de los que forjan el futuro de tanta gente.
Miguel Ángel, este leonés de los que se califican señores de las montañas con su hospitalidad habitual abre una botella de Moet Chandon, que reserva para las ocasiones y esta lo es empieza un nuevo año el 2019. Ramón Valentín es un estupendo ateneista a base de curiosidad intelectual, muchas lecturas y notable compromiso políticos se declara social demócrata convencido.Miguel Angel es un hombre proteico,hubiera podido ser un gran actor,no sólo por su aspecto que recuerda a Vittorio de Sica,sino por su verbo encendido y su conocimiento de los mecanismos humanos.Es un gran arquitecto.
Comprenderéis que está armada la tertulia.Tres tenores y dos Anas,la una que escucha muy cansada por una larga jornada de trabajo,la otra una verdadera leona de Castilla.Con estos mimbres se puede hacer un gran cesto y así fue.Se habló de lo divino y lo humano.Desde un ateismo a la española,atormentado de argumentos a una visión muy pesimista del Divino Pedro y su atornillamiento en el poder,a la inevitable y tediosa cuestión catalana y la irrupción de Vox,los de la espada flamigera.
Nos hacemos fotos.Nos sentimos vivos y alegres.Tenemos el don del verbo,la palabra.Como en tantos hogares de la piel de toro palpamos la fraternidad salpicada por personas afligidas y enfermas.Un caleidoscopio social.
Miguel Angel me acompaña son las cuatro de la mañana.Una gran velada.Caigo dormido como un tronco,a propósito dormirán los troncos.No estoy para resolver acertijos.
Por la mañana a las nueve busco mi articulo de GD y lo envío a mis amistades,normalmente lo hago a las siete,pero el tertulión me resta fuerzas.
Sigo con mi ritual de los primeros de año,misa del Papa y concierto desde Viena.Es una puesta a punto de la mente para funcionar en los doce meses venideros.El sacro y el profano.Le rouge et le noir del amigo Stendhal.
Es la jornada mundial de la paz,que instituyó Papa Montini Pablo VI que tratada por el Papa parroco Francisco se traduce en la devoción a la Virgen Maria y en una reflexión sobre la familia,que no será del agrado de Carmen Igualdad,sus marjorettes y el astronauta.
Francisco no tiene el empaque profético de Juan Pablo II,ni la sabiduría teológica de Benedicto XVI,es muy sencillo y va al grano,los gobernantes deben servir a la Paz.Asi de claro.Los que nos ocupamos de esta frágil criatura no podemos estar más de acuerdo y aunque debería haber 365 días de paz,no está mal empezar este 2019 invocando este término tan abstracto y poliédrico.
Por lo menos hay que constatar viendo en TV las celebraciones del Año Nuevo que se
detecta una buena voluntad planetaria. Fuegos artificiales. Pólvora de fiesta para alegrar a tantas personas de buena voluntad que pululan en este bonito, a pesar de contaminaciones, planeta azul.
Las polkas, los pasacalles, los valses van a juego con estos difusos sentimientos de paz. Los Strauss toda esa saga de músicos beneméritos de la corte del emperador Francisco José, el mítico Franz Joseph de esta Viena tan armoniosa y bella, han compuesto músicas que nos transportan en el tiempo y que nos hacen flotar y que de la mano de la Orquesta Sinfónica de Viena son una verdadera delicia. Este apogeo de los violines, el fraseo con los instrumentos de viento,todo un prodigio.
Una Jornada Mundial de la Paz de campanillas y violines. Ahora tendremos todos nosotros que tratar de traducir en hechos estos buenos deseos, de unos tertulianos intensos, de un Papa Párroco que viene del Sur del mundo y de unos músicos que nos sumergen en un mar de compases vibrantes. Con todos estos elementos podemos enfrentarnos a las rutinas, reveses y éxitos, sinsabores y alegrías de todo un 2019 y aunque sea con la fe del carbonero, por cierto tan odiado por Teresa Ribera, entonemos un sencillo y profundo grito de paz.
!Viva la Paz!
Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com
