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A Guerra de Ifni (34)

martes, 01 de enero de 2019
Escena 4ª, del 2º acto


Llaman a la puerta y seguidamente entra el Alguacil con un saco de cintas, pero no dice nada, que se supone que no debe influir en el Jurado, así que, después de dárselas al Intelectual, que se levanta para recogerlas, este Alguacil se dirige a su mesa, en un ángulo de la Sala, cerca de la Historia.

Intelectual, mostrando una de las casetes:
-Esta, esta es la primera, que está clasificada como, Conversaciones de un Alférez de Milicias con el Contador de los Servicios Financieros del Gobierno de África Occidental Española. ¡Minfadlik! ¡Quiero decir, que hagan el favor de anotarlo!

Contador, asombrado:
-¿Como, como fue que nos grabaron?

Intelectual
-¡Muy simple! Aquel electricista, el Abdel-lah, aquel de la Central Eléctrica, que estudiara en Casá, de paso que revisaba las instalaciones de los edificios iba ajustando los micros… Días después pasaba a desmontarlos, alegando una comprobación rutinaria...

En canto a los aparatos, a las grabadoras, como siempre había una casa moruna en las inmediaciones..., ¡se desviaban los hilos!

En las oficinas del Gobierno, como nadie entraba en aquellos cuartos recoletos de los Ordenanzas musulmanes, que se les llamaba a voces, ese era el sitio perfecto para manipular las conexiones desviadas por cable a los magnetófonos, que por entonces no había mejores técnicas!

Contador
-¡Sois de la piel del diablo…! Y nosotros, parvos, haciendo de protectores, enseñando a los que sabían más que nosotros!

Intelectual
-¿Le extraña eso? Tuvimos buenos Maestros, y no sólo los españoles: aquellos de la CIA y de la Gestapo, aquellos de las S.S…; aparte de que la necesidad despierta al necesitado, al oprimido, que siempre fue así!

Contador
-¿A ver, luego, qué dijimos nosotros que os valiese la pena grabarlo, grabarlo y conservarlo?

Intelectual
-El espionaje siempre vale la pena, que se atan cabos, y entonces se conoce cómo piensa el enemigo; o la retaguardia del enemigo, que también es importante!

Le da al aparato y se oyen unas voces en off.

Contador, en su propia voz:
...

-¡Me alegro de conocerte, rapaz! ¡Bien venido a este Territorio del atai, de las chumberas y del Plus de Residencia; abonos dobles y todo eso! Aquí, en esta carta de presentación, me dice mi hermano que eres oriundo de las tierras de Chantada, pero que vivís achantados en Ourense...

Alférez
-Si, en efecto; mis padres tienen allí, por las Burgas, una casa de huéspedes, pero yo prefiero ser huésped del Estado. Por eso estoy preparando, a la vez, Hacienda y Aduanas, para presentarme a las primeras oposiciones que se celebren. ¡Tan pronto remate estas Milicias, por supuesto!

Contador
-Eso será si no te reenganchan, que tal y como están las cosas, igual acabas de Intendente...! ¡De Intendente General!

Alférez
-Me conformo con ser Intendente..., de Hacienda!

Contador
-Rapaz, no quiero pisarte la modestia, por más que la tengas larga, pero las trazas son de que te la aplastará, cualquier día de estos, la majestad de Mohamed V. Desde que les dimos la Independencia, ahí arriba, en el Norte, en lo que es Protectorado, ahora, en Abril, estos nativos, que están más bravús que el propio Al Mansour, aquel que nos robó las campanas de Compostela... Mira como es la cosa, que se niegan a pagarnos Contribuciones, y eso que lo harían con los propios denarios del propio César, nuestro Caudillo, ¡por la gracia de Dios!, que así consta en las monedas. No sé quién les metió en la cabeza, en la cabeza o en el turbante, que sólo paga tributos quien es tributario; séase, vasallo; y por ahí no pasan..., ¡de gordos que están! Estos piensan igual que danzan, en círculo, así que tornan a sus orígenes, dándoselas de marroquíes..., ¡ahora, ahora que se están yendo los franceses!

Alférez
-¿Tanto? ¡Ay luego, te estamos bien; y para meterlos en la cárcel, no caben! Una solución puede ser enviarlos a Fuerteventura…, como se hizo con Unamuno!

Contador
-¡Si, hombre; pero no servirá de nada, que estos no pararán hasta anexionar nuestro Ifni a su Marruecos! ¡Allá ellos, que para Marruecos irán de culo!

Alférez
-¡Eso no pueden..., ni soñarlo! Allí están sin armas, con un Ejército incipiente, indisciplinado...; y de logística, cero! Además, si entrasen en guerra con España, Francia ocuparía de nuevo, inmediatamente, sus antiguas fronteras, y les diría a los morangos: ¿Lo veis? ¡No se os puede emancipar...! Y luego que, aparte de eso, la CIA del Tío Sam está con nosotros, que les interesamos mucho porque tienen Bases y compromisos con España... El Tío Sam les dirá que no tosan para que Occidente no se infecte de miasmas comunistas!

Contador
-Un modo de absorción, y a la vez de desintegración, de estos comunistoides, podría ser disolverlos en sus propias algaradas: darles leiras, mandarles al campo y retirarles sus pensiones de Guerra, de la nuestra, que cuando se harten de comer takanaita con takanaita, higos con higos, entonces pondrán su mano, la mano y el cazo! ¿Entiendes la cosa?

Alférez
-Hombre, no sé; no lo sé; pero también está que en los cuarteles no percibo miedo, ninguno! ¡Ni siquiera desconfianza! Ni miedo, ni preparativos ad hoc...; ¡nada de nada!

Contador
-Lo malo puede ser que se repita la Historia, ¿sabes? Que no escarmentásemos con aquello de Annual! Tampoco le tuvimos miedo a aquel Abd-el-Krim que hacía versos en castellano, ¡un simple intérprete! Igual están aprendiendo su himno, aquello de, Al yauma lijurobi hay...! Bien, dejémoslo así, que tengo bastante guerra con los papeles de este maldito desgobierno del A.O.E., que todo lo llevan a estilo cuartel…!

Alférez
-¿Te oiría bien? ¿Dijiste..., desgobierno?

Contador
-¿Que hago aquí de Contador, si no hay cuentas, si no hay impuestos? ¡Voy acabar más libio que los libios! (18).

Alférez
-Hablando de todo un poco: Estoy asombrado de lo abundante que es, y de lo bien situada que está, en las escalas, la colonia gallega de Ifni. Estuve echando cuentas y, por regiones, salvo Canarias, somos mayoría, tanto, que si Buenos Aires es la quinta provincia gallega, Ifni es la sexta!

Contador
-¡Otro gallego echando cuentas! Me hace gracia que uses esa expresión... ¡Rapaz, las cuentas, además de cálculos, son vidas! Por eso, cando decimos echar nuestras cuentas, queremos significar revisar la propia vida. Hay pueblos que son intrínsecamente calculadores, y para ellos, echar las cuentas, es simplemente calcular, en abstracto; pero el gallego, no; ¡el gallego siempre es generoso en las pesetas, y tacaño con la calderilla!

Alférez
-Me iré, que te estoy entreteniendo, y tienes que ayudar a desgobernar Ifni!

Contador
-En este caso no te des prisa, que conmigo estás haciendo Patria, pues canto menos incordie yo, mejor le irá a la pax magrebí. ¿Me entiendes?

Alférez
-La verdad, no mucho, y eso que me dijeron en Ourense que tú eres un fenómeno; pienso que será un problema de desnivel con respecto al padre Miño, que por Chantada lleva menos agua!

Contador
-Te engañaron, rapaz, que si yo fuese inteligente, con los años que llevo aquí, ya habría aprendido a decir, ¡Amén!, pero en el idioma de las Colonias...

Alférez
-Oyes, por cierto, que aún no escuché a ningún español hablar en arabía; ¡ni en árabe, ni en chelja. ¿Será que me dejó sordo este último siroco...?

Contador
-¡No, ni lo oirás, nunca; ni en dialecto! De tan apóstoles que somos, se nos figura que venimos del Pentecostés, y que los paganos nos entienden de sobra. Pero aún estás a tiempo de escucharnos... Ya me oirás los infinitivos cuando pida clemencia, cuando llegue el dies irae, el día airado, el de las gumías al cuello, al nuestro, que entonces…, ¡hasta en arameo! Eso será si antes no me mandan con la Hacienda a Fuerteventura...! ¡Ya sabes, a Puerto Cabras, que ahora se lo dedican al Rosario!

Alférez
-¡Estás de coña, que en Fuerteventura no hay Delegación de Hacienda!

Contador
-Llegará, llegarán a tenerla…, cuando se vaya la Legión y vengan los turistas...!

Alférez
-¡Eres un coñón! A propósito, ¿qué hay de cierto en eso de que nos asirocamos nada más llegar a Ifni? ¡Tendré que preguntárselo al Doctor Bisagras, al Director del Hospital, que me dijeron que es un as en psicología...!

Contador
-¡Haberlas, las hay! Pero unos te son de nacimiento, y los otros se ponen así al sobrevolar Despeñaperros..., porque echan cuentas imperiales! En cuanto a los que llegaron por tierra, por Bernal, eses siempre afirman que, de puestos en Algeciras, le ordenaron al chofer que se volviese para Madrid, con el auto…, ¡para darle servicio a la suegra!

Alférez
-¡Para un solo día, mucho he aprendido! Ponme a los pies de tu señora...

Contador
-Rapaz, aquí tienes mi tarjeta; y te recuerdo que te esperamos este sábado, para tomar las copas. ¡Es el deporte de nuestros week end; vulgo, fin de semana! ¡Ah, un consejo! Aquí en Ifni no te pongas a los pies de nadie, ni siquiera de la Gobernadora, que te pueden confundir con un moro…; ¡la mejor cortesía es un buen taconazo!

Alférez
-¿Qué me dices? ¿Con las señoras...; taconazo a las señoras?

Contador
-¡No seas novato! ¿Aún no percibiste que aquí, en el Territorio, todas las señoras tienen mando en plaza? ¡Mando, asistente, cocinero, niñero, lavabragas, pabellón oficial...!

Alférez
-¡Querido paisano, lo dicho: nos vemos este sábado!

Contador
-¡Abur! Ya sabes que donde haya un gallego, allí tenemos un consulado!

Alférez
-¡Ya lo veo! Estés asirocado o no, eres un fenómeno; ¡demostrado! ¡Y ojo con las gumías; con las gumías y con el desgobierno!

Contador
-¡Pues no veo como, que ambas cosas son inevitables, por el camino que llevamos!
...

Comandante P. dirigiéndose al Intelectual:
-Corta ese rollo, que esas grabaciones de vuestros espías no aportan nada substancial; ¡échalas al quinto infierno!

Intelectual
-Por mí no hay inconveniente, que ya veo, por su actitud, que empieza a admitir la licitud de nuestra Causa.

Comandante T.
-¡No, no cortéis eso, que yo no les doy esa ventaja! Es preferible aguantarles las grabaciones a que nos intimiden con ellas, que a bayoneta calada ya se anduvo allá abajo, así que, aquí y ahora, prefiero los secretos de su espionaje. Más vergüenza es, en todo caso, para ellos, por espiar intimidades, que la nuestra en mostrarnos tal y como fuimos, tal y como somos!

Intelectual, que sigue enredando con las cintas del magnetófono:
-Estoy buscando unas grabaciones que fueron hechas en el despacho del Bancario. Pienso que serán una muestra elocuente de las hondas preocupaciones de nuestros colonizadores; y con estas sí que doy por concluido y por resumido nuestro espionaje.

Bancario
-¡Pero eso, lo que se diga en esas cintas, es un secreto bancario; no sería ética su utilización, ni siquiera como prueba histórica!

Intelectual
-Yo entiendo que no es así, pues además de la prescripción documental, aquí estamos en el Jurado de la Historia, donde no caben secretos, ni siquiera los fiscales! Y hasta coincide que aquel Directivo de Banca, tú mismo, hablabas muy bajo, o te sentabas lejos del micro, así que ni casi se te oye.

Esta primera es la conversación de un carcelero natural de Lugo, que en Ifni vuestra gallegada fue una invasión general, ¡otra! ¡Escuchemos!
...

-No, señor; no le soy el Carcelero - jefe, que esa función se la dieron a un canario, ¡que hay que repartir! Pero tengo otros gajes! Mírelo bien, aquí mismo, en mi cartilla...; y todo ganado a pulso!

Vine al Territorio de soldado, ¡como tantos otros! Y como me vieron despierto, me pasaron a la Policía. De la Policía, a la cárcel..., cuando me dieron la Licencia, ¿sabe? Lo hicieron para que me ocupase de los interrogatorios, ¡xaora!, porque alguien opinó que soy algo bruto... Pero conmigo no acertaron para ese oficio, pues los cristianos, ni en la iglesia se confiesan! En cuanto a los moros, por su parte, no salen de su ana manarf: Mi no saber, mi inocente, mi estar mareda... Y así, siempre: ¡ualo majenduch! ¿Lo sabía?

Como la cárcel es aburrida, me busqué algo para distraerme, algo que me quedase cerca del trabajo; así que me ofrecí..., para el cementerio!
...

Mire, este cementerio de Ifni es una ruina en cuanto a propinas, que los moros van al de ellos, allí por junto del morabito de Sidi Ifni. Y luego que, de viejos, lo que es de viejos, mueren pocos españoles, que ni para aquí vienen. A los jóvenes les llevan en avión, ¡para darles tierra en su tierra! En esto ganaré poco, pero no dejo este segundo empleo…, ¡por si los moros cogen la guadaña, que parece que la cosa lleva sus trazas!
…

Por lo que le cuento yo di en importante: ¡jamones, y también chorizos! Sí, de la parte de Baralla!
...

-¡Ah, pues, de eso…, se conservan regular! El Veterinario de Artillería me dijo que no me tentase el diablo echarles bórico, que puedo matar a los cristianos... ¡No mueren, no, ni con esas! Es una pena que los moros no coman jalufo, que entonces, con el ácido que yo pusiese en los jamones, hacíamos las paces…, por extinción! El caso es que los Economatos de los cuarteles me hacen la competencia...; ¡en los precios, se entiende! Por eso quiero ampliar el negocio; y pensé en poner un mesón, ahí por la Calle del Seis de Abril... Bocadillos para la tropa, ¿sabe? Si llegamos a tener guerra con Marruecos, aumentará la familia española, ¡tanto en el Mesón como en el cementerio!
…

Aquí el choio es traer jamones y chorizos, pero de Lugo, o de Tineo, que son más baratos que los de esas Cumbres Mayores! Y quesos, quesos también; con mucha sal, para que ande alegre el mesonero! En canto al vino...; mire, de eso vale cualquier cosa, pues con el paladar reseco, del miedo, de las marchas, de la polvareda del desierto, ni los Coroneles lo distinguen, para cuanto más los soldados!
...

-El nombre para el Mesón ya lo tengo: como hay que bajar dos escalones, Salto do Can. Hay otro en Lugo... Y servirá para que los soldados recuerden su perro, que lo dejaron en la aldea… Lo que me falta ahora son diñeiros, una presadita, que por eso le pido un empréstimo...
...

-Todo lo que me pueda prestar con dos firmas, que ya le traeré de las buenas, que allí en la cárcel tengo buenos amigos…
...
.../...
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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