Los improperios en cascada no se han hecho esperar. Los derrotados en Andalucía han encendido la mecha de su incontenible rencor. La Fontanera prodigiosa que había hecho

una campaña como si fuera una hincha furibunda del Betis con los colores verdes, evitando contaminarse con el rojo, el puño y la rosa del PSOE y ocultando lo más posible al Divino, se veía traicionada por los electores y vociferaba denunciando a un pacto vergonzoso con la extrema derecha, obviando que a su partido en una elección anterior le había salvado los muebles una alianza con la extrema izquierda.
El Divino se fue a Mali y se sintió jefe del estado ante los militares. Imitó la escenografía de Donal Trump y elogió al ejército y se envolvió en la bandera. No habló ni de Andalucía ni de lo que iba a pasar en el Senado con su techo de gasto. Impasible el ademán trató de sacarse el carnet de patriota y de estar por encima del bien y del mal, un emperador incomprendido.
En Madrid el amigo Simancas, la víctima inocente en pasado de la conjura de dos de sus diputados se despachó a gusto con sus traiciones a la patria, como si la alianza de su partido no fuera la que mantenía a la inefable Carmena con sus troskistas y anarquistas.
Se intenta acongojar a Ciudadanos, tratando de mancillar su pureza, como si se tratara de la virtud acrisolada de María Goretti, cuando saben que lo que indignaría a todos los afiliados y simpatizantes del partido de Rivera es que no desalojaran al PSOE del poder en Andalucía y eso en vísperas de la sentencia contra los ERES la mayor corrupción en los 40 años de vigencia de la Constitución.
Me recuerdan a los hinchas de Boca que apedrearon el autobús del River. Sin piedras pero con dardos envenenados. Mientras tanto los de Vox se frotan las manos ante la publicidad gratuita que les están haciendo. Las consignas del Divino de demonizar a Vox se les están yendo de las manos.
El Divino repanchigado, eso sí con mucha elegancia en el avión, pensaba gozoso que lo había conseguido su sueño dorado, quedarse en el centro, para lo que le faltaba alimentar al espantajo del franquismo, mientras tiernamente arrullaba a los antisistema y a los independentistas.

El Iluminado de Blanes le recomendó en su encuentro estelar de Barcelona ejercer el victimismo, promentiéndole en su documento secreto un cursillo acelerado, como Jordi Sevilla había enseñado economía a Zapatero, el gran aliado de Maduro, en un simple fin de semana. Por su parte la Artadi se ocuparía de catequizar a Begoña, que para estar a tono lucirla el mono rojo de Cuba.
Todo este teatrillo del más rancio estilo ibérico recuerda a los caprichos de Goya. El Divino ha conseguido poner en pie de nuevo a las dos Españas.
Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com