
La llamada Ciudad de la Cultura en Santiago se acabará tragando seiscientos millones de euros. Cien mil millones de pesetas que se van al quinto pino con el Prestige y con el silencio de los cobardes de los gallegos acostumbrados a tragar y callar. Para vomitar.
Lo dicho: en Galicia no hay carreteras, ni trenes, ni puentes, ni hospitales, ni depuradoras, ni hostias. Pero sí hay golfos de vuelo raso y clavel reventón que se hicieron ricos con esta construcción de locos. Desfases, comisiones, despilfarros, viajes, hoteles, restaurantes, regalos y putas. Todo con dinero público. Para vomitar otra vez.
La Fiscalía afirma que el caprichito de la Cultura puede ser uno de los mayores fraudes de la historia autonómica. El alcalde socialista de Santiago, un pájaro llamado Sánchez Bugallo dijo hace nada: Conocía el desfase en el gasto desde el principio pero no lo denuncié por lealtad institucional. Bravo tío. En Compostela todo es falso. Hasta los huesos del Apóstol.
Sinceramente:
Le tengo más respeto al Dioni.