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A Guerra de Ifni (30)

martes, 04 de diciembre de 2018
Farero
-Yo he sido designado, aludido, y no sé cuántas cosas más, así que entro en escena para moderar otro follón, ¡que amenaza, incluso, con revolver la paz de los sepulcros! Ante todo, permítanme decirles, señora Enfermera y demás jurados, que yo no acepto curas en falso..., ¡y falsos curas, santos inmaculados, tampoco!

Aquí, cuando se toque un tema, tendremos que ahondar para dejarlo bien batido, y mejor debatido, ¡pero en paz eterna, allende los cementerios! Que después estemos, o no, de acuerdo, eso será responsabilidad de cada cual. ¿Les vale? Empezaré enseñando las interioridades, que aquí arriba se supone que andamos en cueros. Como dicen en Camariñas, ¡para conocernos mejor!

Enfermera, que lo interrumpe:
-¡Eso quisiera usted, que me quitase esta bata clínica, y después que le bailase la danza de los siete velos..., pero sin velos! En cueros, lo que se dice en cueros, aquí sólo vinisteis los españoles, pues con vuestras fanfarrias, de tanto alternar con las potencias mundiales tenéis empeñada, incluso, la camisola de vuestra Reina Isabel. Doña Historia, si no me cree, pregúntele al Bancario..., ¡pregúntele por la Deuda Externa!

Farero, ignorando esta observación de la enfermera:
-Yo procedo de Camariñas, tierra de encajes y de fareros, que viene a ser lo mismo; un rayo por aquí y otro por allá; hilo por arriba y lazada por abajo. ¿Se me entiende? ¡Pues iba siendo hora de que alguien entendiese a los gallegos!

¿Curriculum? Me citaron aquí, y supongo que también sería por lo que sé sobre religiones comparadas..., ¡ya que fui seminarista! Pienso que también estaré metido en el ajo porque soy el único español, de aquellos de Ifni, que se preocupó de leer el Al Quran. Pasé por el Seminario de Santiago pero no pasé a las Órdenes Mayores porque algún íntegro integrista, ¡que también los hay en el catolicismo!, descubrió, y se chivó, de que mis padres no estaban casados por la Iglesia cuando decidieron fabricarme..., ¿y qué culpa tendría yo? ¡Yo era el seminarista, y no ellos! Nuestra Jerarquía quería presbíteros solteros, ¡pero con los padres casados! ¡Fariseos!

Tan deprimido me dejaron aquellos tíos del nacionalcatolicismo, más papistas que el Papa Luna, que dudé entre irme con los musulmanes u opositar a Técnico de las Señales Marítimas, que era como entonces se nos llamaba a los novios de la luna. Hice primero lo segundo, que de este modo a tierra de moros también iría, ¡pero con Plus de Residencia, que yo no era tan parvo como aquella Teresa de Ahumada y de Cepeda…!

En Sidi Ifni rondé las moras, sin discriminación, como buen cristiano, pero me enlazó a tiempo una cuñada, ¡otra Diana cazadora! Si así no fuese, a mí no me lo harían dos veces, simplemente por una Fe de soltería, ¡que ya tenía experiencia!

¿Os percatáis, señores historiadores, de que en Ifni incluso el barco de los suministros, el Río Sarela, era gallego? Habría que decirle a Doña Historia si se tiene fijado en nuestro monopolio colonial, primero en las Américas y después en el Magreb... ¡Pues sí, con la diferencia de que, de América, España, y también los gallegos, poco o mucho, pero algo trajeron, mientras que del Magreb sólo nos llevamos las piedras de los mecheros!

Intelectual
-¡Así que leíste nuestro Al-Qurán, eh Farero? Estos gallegos dan a todas..., ¡y sabinas hubiese! Siento no haberlo sabido a tiempo, que te hubiese propuesto una deserción religiosa... ¡La soledad de un Farero es la cosa más apropiada para un Islam!

Farero
-¡Para el carro, vecino, que una cosa es que tuviese problemas con los Curas, y otra muy diferente que reniegue de mis creencias! Los mejores amigos de nuestros Curas somos sus críticos, pues ellos, como no tienen democracia, sin un poco de protesta a su alrededor se duermen en la infalibilidad. ¿Sabes qué le dije a mi Rector, allí en Santiago? Pues esto: ¿Usted está seguro de que San Joaquín y Santa Ana estaban casados por la Iglesia? El Catecismo del P. Astete decía que los doctores de la Iglesia sabrían responder, pero aquel Cura se quedó achantado, ¡y me contestó con un bufido!

En cuanto a los desertores, después llamados objetores de conciencia… ¡Voy dejar las cosas bien sentadas, que en España siempre hemos sido implacables con los desertores del Ejército, y en cambio elevamos a Obispos y a Ministros a muchos desertores del arado! Entre lo que he visto y lo que me dijeron, las cosas estaban de esta manera: Ciertos soldados españoles, al parecer una media docena, y unos cientos de nativos, se cansaron de tomar el sol español porque alguien les dijo que del otro lado de la frontera chaparían…, ¡champaña francesa!

Los del Istiqlal situaron aquel Banderín de Enganche en Ifni, en el burdel moruno por más señas, ¡y hubo que cerrar la tienda! En vista de eso, y por considerarlo un mal necesario, nuestro Gobernador hizo una leva en Canarias, ¡e importó dos aviones de fulanas que hablaban en castellano, con lo que se acabaron las Mata-Hari indígenas!

A estos desertores tan miraditos y escrupulosos les contaron el cuento de que quien quisiese libertad, en el Marruecos libre, libre quedaría, ¡y bien empleados, además! ¿O no es cierto que también os dijeron que aquel que quisiese ascensos llegaría a lugarteniente del propio Mizzian, de Mizzian el Bueno, (¡lo de bueno que se lo pregunten a su yerno!), sin pasar siquiera por la Capitanía de Coruña?

Aquellos pacifistas ilusos a lo que ascendieron fue a fusileros del sargento Ben Hamú, pero ese sí que ascendió a coronel, ¡ese sí! Encima de eso, aquel putero, aquel alcahuete que era el Chelja, ¡les cobraba el taxi para el viaje de su deserción!

¿Quién era el Chelja, o xelja, que aún no se dijo? Unos opinaban que era un Adonis para las cristianas, y un Tenorio para las musulmanas, mientras otros afirmaban que era el mismísimo Moro Juan para aquellos desertores, que les daba lo que no tenían, ¡con la de veinte centímetros! Esqueleto largo y bien estirado, haiga negro y tarbuch bermejo, con la barba siempre a medio afeitar…

Cando le veían pasar por delante de nuestros centinelas, con su taxi cargado de…, ¡de moras veladas!, incluso le envidiaban los oficiales de nuestra Policía Indígena, imaginándose que estaba haciendo suministros eróticos. Así se fue bandeando, de bandera en bandera, sin peligro para sus…, ¡alcahuetadas!, hasta que mi faro desveló el misterio de sus viajes.

Cuando le preguntaron por sus “moritas”, por aquellas de los velitos de tul ilusión, por aquellas aparecidas desaparecidas..., él dijo que las dejara a remojo en el campo, lejos de la casa de sus padres…, ¡para que les afeitasen la chapona! Pero en esto que vino el Cabo Cigüeña, aquel gran electricista, aquel inventor de la máquina de la verdad…, y entonces el Chelja especificó, ¡eso si, a grandes saltos!, que aquellos velos velaban…, ¡desertores!

Lo que seguramente sepa mejor que yo este Comandante de la Policía es cual fue el motivo de aquel intentio de suicidio del tal Chelja, que se tragó los clavos, y también las astillas, de su celda en la cárcel de Sidi Ifni. Y gracias que le operaron a vida o muerte, pero fue peor el remedio que la enfermedad, que así no hubo censura posible, y esa noticia llegó, por lo menos, hasta la cúpula del faro!

Como quiera que fuese, España le fabricó un héroe a Marruecos. Fue un craso error, Doña Historia, pues en vez de meterle en la cárcel…, ¡con lo grueso que estaba pudo alimentar media docena de cazones!

Desertor del Grupo de Tiradores, en adelante, Desertor T.
-También he sido aludido, y además de eso, humillado, ¡así que pido la palabra! Me pasé al Marruecos por...; lo voy a decir, que ahora no es peligroso: ¡Por comunista, o sea, por ideales, cosa que no tenían aquellos barrigudos del Casino! Ahora estoy aquí donde me ven, en el Cielo, ¡arrepentido, pero también decepcionado! Tanto que se decía en Ifni que el comunismo ayudaba al Istiqlal, y después resultó que en el otro bando, en el magrebí, ¡común, lo que se dice común, sólo tenían la miseria!

He muerto enfundado en un buen capote, de la marca Tower Clothiers Litd, ¡puro capitalismo!, por más referencias. Bien abrigado, eso sí, que mis compañeros de Tiradores murieron con las alpargatas rotas, ¡pero no con las botas puestas! La Historia española, para bien poco cambia, que mi padre, con la paga de mutilado de guerra, de la del Treinta y seis, murió de frío y de miseria, guardando ovejas en los Ancares... Como veis, poco comunismo hubo en todas partes, pero al menos viajé para la Eternidad envuelto en un buen capote..., ¡a falta de bandera!

Funcionario de la Tesorería del A.O.E., en adelante, Funcionario.
-Tienes razón, compañero, que el reparto de la riqueza ese sí que es un problema histórico.

Después de una breve pausa:
-Servidor también estuvo en Ifni, en los Servicios Financieros…

Igual que Calvo Sotelo, tuve vocación por la Hacienda ajena, por la del Estado, que así los juegos y los flujos financieros, los ensayos, las inversiones, los errores y demás experimentos de la Administración, no me iban al bolsillo. Ingresé por oposición, mayormente por la que hizo ni padrino en las alturas del Movimiento, en el Cuerpo de Contadores del Estado. Y seguidamente pasé al Gobierno General de Ifni; también por padrino, lo confieso, ¡que a los gallegos nunca nos faltó un cacique de pías!

Seguramente puedo ser aquí, en este Jurado, el más imparcial de este pleito histórico puesto que ya no estaba en Ifni aquel famoso Veintitrés de noviembre, que nos echaran antes, al Registrador Hortal y a este servidor, por…, ¡por atenernos a la letra, a la legalidad vigente!

Lo que es por mí, este Juicio se resuelve y concreta en dos palabras: ¡Dilapidación e Ingratitud! Dilapidación española, e ingratitud marroquí, ¡correlativamente! Lo único en lo que tengo dudas es en cuál de los dos pecados hubo más malicia, o más estulticia. Se alguien me lo pudiese explicar, bien que se lo agradecería, pues con eso remataría estas alegaciones, ¡ipso facto!

Al-Ainin
-¡Niego las dos proposiciones, tanto la mayor como la menor! Nuestro Padrino, nuestro Protector, séase, España, representada por su Imán y Caudillo, tenía ciertos deberes...; ¡y si no, que no bautizase, que no se inventase aquello de “Territorio de Soberanía”! Pero su España siempre quiso parangonarse con la vecina, sin percatarse de que por aquel tiempo ya eran ustedes una nación en quiebra técnica, una antigualla venida a menos. En cuanto a ingratitud, ¿qué era lo que teníamos que agradeceros si todo lo hicisteis por presunción racista, que incluso habéis instituido una fiesta para la Raza...?

Empleado de Alí Ben Boaida, en adelante, Empleado.
-¡De la presunción española hay que preguntarme a mí! Por poner un ejemplo: Cando mi patrón, Si Alí Ben Boaida, futuro Gobernador de Tarfaya, importó aquellas radios monumentales, las Blau Punkt..., los señoritos del Casino encargaron doscientas, ¡para pasarlas a España sin aranceles, de puro contrabando! Pues bien, con eso del, Mohamed, apúntame..., para fin de mes, vino la tan repetida guerra del Cincuenta y siete, ¡y sólo nos pagó este Bancario, que los demás se acogieron a la cláusula de “botín de guerra”!

Empleado de Banca, en adelante, Bancario.
-Os transferí a Casablanca aquel dinero de mi radio por..., ¡por idiota, por pasarme de escrupuloso! En la traída y subsiguiente venta de aquellas radios hubo un ardid, un engaño, una coartada, ya que os sirvieron para disimular ante los españoles la que nos preparaban tu patrón y sus amigos… ¡Menudo Notable aquel Boaida, más astuto que el propio Raisuni!

¿Quién iba a sospechar que tuvieseis aquel almacén abarrotado de cajas de armamento cuando, aparentemente, os venían aquellos bultos, en el Manifiesto de Carga, como mercancía procedente de Puerto Franco? ¿Y quién podría suponer que atacaríais a la semana siguiente, de inmediato, si seguíais vendiéndonos al fiado, con toda normalidad, o por mejor decir, con dolosa normalidad, unas cantidades tan fuertes y tan valiosas...? ¡Que Boaida estuviese ausente tampoco era motivo de recelo dada la frecuencia de sus viajes! ¡Pero qué listos, vosotros, y qué torpes, nosotros, nosotros y nuestro Servicio de Información…, si es que le teníamos!

Empleado de Boaida.
-¡Amigo, la ingenuidad española es vieja, ya que nació en el 711 de vuestra era! ¿Ingenuidad, o pereza mental? ¡Es que vosotros, nuestros protectores, nuestros inculturadores, ni contar sabéis! ¡Ni contar, ni pesar, ni medir! Veamos: ¿Qué español sabía, ni sabe, contar los días; estos: tnin, tleta, arba, jamís...? ¡Nada, ni eso! Aquellos bultos, aquellas radios, ¿en cientos de cajas? Algunas eran radios, en efecto, pero las otras, otras tantas, las más pesadas…, ¡eran armas, papones! Lo único que no descargamos en la playa de Sidi Ifni fueron los morteros, que entraron, todos, por Agadir, delante de vuestros espías, ¡aquellos que por tales cobraban! Del calibre 60 recibimos unos quinientos; y del 81, ¡la tira!

Los fuimos distribuyendo a lo largo de aquella raya a la que llamasteis frontera, uno por cada argán, mas para verlos había que acudir al monte, pues desde las terrazas del Casino…, ¡ni Galileo con su aparato!

¡Una vergüenza colonial, otra, otro Annual! Bien mirado y bien pensado, en una Dictadura sin controles, ¡ya se sabe!, los gobernantes se entregan a la poesía, como Nerón, ¡y con ellos, sus mandados!

Por lo que hace a mi Jefe, a su voluntarismo para lograr cuanto se proponía, ¿no recordáis aquello de Barcelona…? ¡El Bancario seguro que lo sabe, que ese, lo que es para informes comerciales…! Llegó Sidi Alí a un hotel donde el Conserje le indicó que, tratándose de moros, ¡over booking! En el Banco le dijeron quién era el dueño…; y al día siguiente, cheque al canto, Registro de la Propiedad…, ¡y el Conserje a la rue!

Comandante P.
-En aquel tiempo, los míos, los de la Indígena, en lugar de registraros las mercancías, que sería una falta de confianza en vosotros dada la tradicional amistad hispano-árabe, tan preconizada y rememorada en las consignas de El Pardo, este Cuerpo de elite se ocupó de civilizaros, de desratizaros, de despiojaros, que ya lo expliqué aquí! ¡Malditos desagradecidos...!

El Empleado de Boaida, siempre burlón, se ríe del militar; así que el Comandante de la Policía se levanta incontinente y hace ademán de irse encima del Empleado, mostrándole los puños; los que están próximos intervienen y cortan la reyerta.

Intelectual
-Como moderador no me estoy luciendo; ¡ciertamente, no! Pero coincido con el Farero en que tenemos que darnos a conocer tal y como somos, pues sin un conocimiento personal, diplomático, los enfrentamientos armados son inevitables entre humanos. Si me permitís una inmodestia: Allí en Ifni, en cierta ocasión he sido el orgullo de los colonialistas: Mandé un poemita al Semanario A.O.E., en español, por supuesto, tal y como hiciera en su día Abd-el-Krim en el Telegrama del Rif, y todos se frotaron las manos, como diciéndose, ¡Ya lo tenemos, ya lo tenemos! Os imaginasteis que yo era un engendro, un fruto, de vuestra cultura, un feto intelectual, una muestra, evidente y elocuente, de vuestra culturización... ¡Ya, ya, como para contárselo a la Unesco!

Comandante de la Policía, que se muestra inquieto, y le interrumpe, visiblemente excitado:
-¡De tu petulancia y de tu pacifismo estamos informados...! Fuisteis el caballo de Troya para la juventud ifneña, en parangón con aquel Rifeño... Nosotros la teníamos por entonces bien pacífica y bien civilizada, acudiendo normalmente, muchos de vosotros, a las clases de Bachillerato, en nuestro Patronato… ¡Sanguijuelas, que lo fuisteis todos, o casi todos!

Intelectual
-¡Comandante, alto ahí, que usted mismo se descubre! Su civilización, su labor civilizadora, fue de Patronato, efectivamente, que no supieron hacer otra. ¡Protección con lavado de cerebro no es Protectorado! Tan pronto como se inventaron lo de Provincia, en Ifni pasaron de Patronato a Instituto…; ¡una habilidad tardía! Nuestra juventud, la de su Colonia, fue una juventud humillada, acomplejada, porque no quisieron o no pudieron darnos la consideración debida. ¿Cuál de sus profesores nos habló en nuestra lengua madre? El intelecto debe actuar de otra manera: ¡convenciendo, sugiriendo, estimulando...!

¡Ahí tiene mi caso! Mis temas en aquel Semanario A.O.E. eran líricos, fraternos, liberadores. No presioné a nadie, y me siguieron todos, a hecho, moros y rumies! Pienso que incluso me aceptaba su gente, los españoles. Sin proponérmelo, con ese carisma que se me atribuía, he sido una especie de precursor, algo así como aquel portugués del Grándola, Vila morena…

Los colonizadores, ustedes mismos, me hicieron asta y bandera, balance de su propia culturización; pero los míos bien entendían que yo no era mástil sino bandera, espíritu profético de Alá, que les personificaba un resurgir, ¡uno más!, de aquel solitario Islam, en aquel enclave, en su “Vila morena”, que pujábamos con todas las fuerzas, visibles e invisibles, para desclavarnos de la cruz de su sometimiento. ¿Que con ello caeríamos en la pobreza, en el aislamiento, con una considerable pérdida presupuestaria? ¡Riqueza a cambio de libertad es una cosa indigna!

Aquí mi compañera y amiga, Fatimita, que tanto sabe de las enfermedades corpóreas, pero también de las anímicas, era mi novia, mi auténtica musa… ¿No lo sabían?

Hablando de saber: ¿Saben el motivo de aquel empeño en tomar Granada con tanta urgencia?

Sin entrar en detalles y/o traiciones: Los Reyes de Castilla precisaban abrir, provocar, una guerra externa para evitar las internas…

Lean a su Juan Rodríguez del Padrón, y también a Ocampo, para más contraste! Aquellas luchas internas, solapadas, les deshacían el reinado, precisamente cuando más les convenía estar unidos, tal que para arrebatarnos Antequera, en el 1.410. Aquellas disputas sobre quien habría de llevar el guión, si su gente iría delante o detrás, etc. ¡Aquellas discordias de los españoles dejaron exangües a más de mil rumies!

Comandante P.
-No te metas en honduras, que eso es demasiado para un chico de nuestro Patronato..., ¡por listo que seas, y por sabedor que resultases!

Intelectual
-Como las busca, que bien quisiese usted mandarme a los chumbos, le voy a refregar con un episodio de su Historia, que me la conozco mejor que usted porque la he estudiado en los autores de aquende y de allende del Estrecho: Ayer, ayer mismo, en el XV, ustedes, que siempre nos tacharon de machistas, aún sostenían, y toleraban, el ius de primae noctis, que fue ejercido, incluso, por aquel bastardo, y sin embargo arzobispo, de Santiago, ¡ya que de gallegos va la Ifnada!, Rodrigo de Luna, que hasta el 1458 no fue acusado por su deshonesto vivir, cosa que ni se os hubiese ocurrido denunciar si no fuese porque os sirvió de pretexto para eludir aquellas levas de la guerra de Granada.... ¿Sigo?

En vista de que el Comandante se inhibe, ahora se dirige a su moza:
-Fatima, ¡cave ne cadas!, que diría este Seminarista metido a Farero por las intransigencias españolas; ¡oh raza de inquisidores, Torquemadas hijos de judíos!

Seamos valientes como lobos, y prudentes como sierpes, te dije entonces, pues el Islam siempre llevó las de perder cando se enfrentó a los gallegos. Acuérdate de nuestro Al Mansur, que cuanto consiguió de Compostela fueron aquellas campanas, ¡y para eso, se las hicieron devolver! Por aquí bien ves que abundan los galaicos..., ¡pero el único santo, en sus relaciones con la morería, fue Monseñor Do Rego Aldegunde, aquel Arzobispo de Tánger que nos predicaba con el ejemplo de sus virtudes! Nos ganan en siglos de retranca..., ¡precisamente por su experiencia, porque fueron esclavos de otros pueblos a lo largo de su historia!

Los pueblos se levantan en los bandazos de la Historia precisamente por la retranca que alcanzan mientras danzan sus dominadores, rumbosos y confiados, ¡sean romanos o visigodos! En consecuencia, neutralicémoslos en esta oportunidad única, definitiva, en este Tribunal de la Historia, con las mejores armas del mundo, con la prudencia y con nuestra filosofía del suai-suai, pues de lo contrario estos gallegos son capaces de exonerar a su propio Caudillo!

Profesora de Enseñanza Primaria, en adelante, Profesora.
-¡La de vueltas que da este mundo, más de trescientas al año! Pasé diez cursos, diez, en aquel Territorio de Ifni, upando a estos mocosos que ahora dicen ser, y se tienen, por Enfermera y por Intelectual. ¡Sic transit gloria mundi! Estuve callada hasta ahora, ¡que me tienen pasmada tantas ingratitudes! Ora bien, ni vuestra ingratitud ni vuestra presunción, y menos vuestra guerra, vuestra independencia, conseguirán demoler, anular, esa gran obra docente, excelsa, generosa, hecha por nosotros, por mi España, con tantos desvelos y con tanto sacrificio… ¡contribuyentes incluidos!

Enfermera
-¡Qué graciosa! ¿Des-velos, señora Maestra? ¡Nada hicieron ustedes, o muy poco, presuntuosos civilizadores, por quitarnos los velos de nuestra sumisión al varón! ¿Alguna Maestra, o algún Médico, aconsejó a nuestros padres que no debían proceder a la ablación de nuestro clítoris? El des-velo nos llegó más bien por las corrientes culturales de la vecina Zona Francesa, donde, ya entonces, se dignificó y se liberó a la hembra; donde la mujer perdió su tradicional velo, accediendo paulatinamente a una libertad igualitaria. ¿Que después hubo perduradas y retrocesiones en nuestro Marruecos? ¡Eso no les quita mérito a los franceses pues en toda revolución, las de ellos incluidas, siempre hubo altibajos!

En la Dictadura española, tan eclesial y tan machista que fue, incluso los Obispos vestían a las mujeres: Velos para entrar en las iglesias, medias para comulgar…, ¡y de escotes, nada! Cuarenta rituales pacatos, ¡pero de puertas afuera!

Como ve, de ustedes lo sabíamos, y lo seguíamos, todo, pero de nosotros…, ¡ni cuando caía el Ramadán! ¡Vaya merde de colonizadores!

Intelectual, dirigiéndose a la Enfermera:
-Fatimita, ¿cómo iban a tener fraternidad con nosotros si no la tenían entre ellos? Por ejemplo, mucho llamarle Padre, así, con mayúscula, a su párroco, a Santiago Uberuaga; y también mucho llamarle Fray al lego, a Fray José, aquellos dos benditos de la Misión Católica…; y después de eso, precisamente porque cumplían las pastorales del Obispo de Canarias, Pildain, aquellos meapilas del Gobierno, con la complicidad del Nuncio, en pura simbiosis nacionalcatólica, echaron a los Franciscanos, ¡sin mayor consideración! Como veis, sabemos todos los detalles, los religiosos incluidos.

Profesora
-¡Jesús, Jesús, cómo abusa de la paciencia de Dios este Mahometano, este Fadelito…!

Al-Ainin, que se había dormido, y cree que aún están hablando de la Reconquista:
-Ortega y Gasset lo dijo, que no se le puede llamar Reconquista a un tira y afloja de ocho siglos… En este caso, si ocho siglos nos llevó perder nuestra Spania, este pleito del Ifni y del Sáhara costará una generación asumirlo y superarlo… ¡Pero que discutan, que lo mío es cobrar, sea de Madrid o de Rabat! Y como dicen en España, ¡Río revuelto, ganancia de pescadores!

Vuelve a dormirse plácidamente, y el telón va cayendo, como siempre, lentamente.
…/…
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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