Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Bernardo, el guardia roja

sábado, 01 de diciembre de 2018
La noticia de la muerte del cineasta italiano Bernardo Bertolucci me entristece porque tuve ocasión de conocerle en la residencia de los estudiantes extranjeros del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia y porque con el paso de los años se van despoblando las personas que forman parte de mi entorno. Mi padre siempre decía que cuando vas cumpliendo años te quedas solo.

Bernardo era muy inquieto y estaba siempre filmándonos a todos con un aparato que  Bernardo, el guardia rojahoy día forma parte de las antiguallas tecnológicas, proyectaba también estos vídeos que hacía constantemente. Tenía en su mochila la grandeza como aquel soldado de Napoleón.

Tuve ocasión también, años después, de frecuentar a su hermano y a su cuñada sueca. Todos ellos, al igual que Bernardo, formaban parte de aquel gran movimiento que fue el 68. Recordemos que antes del mayo francés de París hubo un abril romano y un febrero berlinés. La adoración por China llegaba a límites que hoy incluso a Echenique y Monedero les parecerían ridículos.

La revolución cultural de Mao estaba en su apogeo, el hombre total Maoísta tenía que trabajar con las manos y con la mente, por lo que los intelectuales tenían que ser educados y mandados a campos de concentración para después realizar todas las tareas agrícolas en las granjas colectivas al estilo de los Koljoses rusos.

Bertolucci puso de moda a China, una China a años luz de la de Den Xiaoping y la del presidente Xi Jinping que visita Madrid en estos días.

Ahora los chinos se dedican a pensar en grande, a construir gigantescas obras públicas y a resucitar la antigua Ruta de la Seda. En aquellos tiempos, Mao y su muchachada,sus guardias rojas, deseaban erradicar el espíritu burgués de los dirigentes e intelectuales chinos empuñando el libro rojo.

Bernardo plasmó de forma genial el maoismo versión occidental, pues era un cultor de la forma, en películas como la Cina è vicina, Novecento y El último emperador.

Hoy día se calificaría a Bertolucci de machista, ya que el último tango en París y la famosa mantequilla forman parte de prácticas de desprecio de la mujer, pero entonces significaban libertad contra la opresión clerical que imperaba en Italia. Un hachazo contra el puritanismo de una sociedad que predicaba una moralidad que enmascaraba una extraordinaria corrupción.

La ciudad de Roma, su ayuntamiento, le preparan unos funerales de héroe nacional. Bernardo fue una gran revolucionario de las imágenes aunque su utopía hubiera llenado el mundo de gulags y de campos de exterminio. Al extremo de sus bellas imágenes se mecía un porvenir digno de Pol Pot, uno de los mayores genocidas de la historia.

Se le puede comparar, en el campo de las ideas, con Savonarola, el monje que fustigó las costumbres de Florencia y que terminó en la hoguera, pero que dejó huella.

No quiero terminar sin mi recuerdo emocionado a este joven apasionado que filmaba, filmaba y filmaba, que manejaba la cámara con extraordinaria delectación, casi un arrebato, y que recogió un bonito testimonio del estudiante eritreo que estaba en la habitación 51, mientras yo estaba en la 50 y que se pasaba horas y horas soñando la Eritrea libre. Bernardo le filmaba en esto que parecían delirios. Después al regreso a su  Bernardo, el guardia rojapatria fue asesinado y hoy día es considerado un mártir de la causa.

Sin personajes como Bernardo Bertolucci este mundo sería muy plano, muy aburrido. Son personajes que han sabido poner color en nuestras existencias, impulsando furibundas utopías, sobresaltándonos, haciéndonos pensar.

Tengo que confesar que todas aquellas banderas rojas de Novecento son de las páginas más grandiosas de la cinematografía aunque tal vez traicione el espíritu y la ideología de Bernardo,quedandome en la pura estética, pero la admiración no nos puede conducir a obcecarnos con utopías sangrientas de hombres y mujeres nuevas.

Italia está de luto y también lo estamos los aficionados al cine, y mucho más los que tuvimos la suerte de conocer a este gigante que se llamó Bernardo Bertolucci.

Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES