En Marruecos se sintió como en casa, su Divinidad necesitaba ropajes y aquí las túnicas y los abalorios daban brillo a su condición de Divino, que descubrió cuando daba la vuelta a España en un coche muy contaminante y desvencijado para suscitar apoyos para su asalto al poder, lo que su Valido de la Navata llamaba "asalto a los

cielos".
Ahora instalado en esos cielos se entrevistaba con todo un Sultán en carne y hueso y le venían ganas de gritar y de llorar. Tenía que destacar e impresionar a este Rey medieval, que unía en su corona el ser el Comendador de los creyentes. Como sus creyentes del comité federal, aunque habría que dignificar a Avalos y vestirlo de gran chambelán y a la del chigre Lastra convertirla en princesa mora. Tal pensaba el Divino mientras carraspeaba y rebuscaba velozmente una ocurrencia para epatar al Sultán.
Sin pensárselo dos veces propuso organizar un mundial de fútbol femenino abierto a los trans con Portugal, Marruecos y España.
El estupor sobrecogió al Sultán y a sus dignatarios y dejo indeferentes a los acompañantes del Divino acostumbrados como estaban a sus paridas.
Uno de los derviches del Sultán sacó al cortejo de una cierta sensación de embarazo, explicando con voz meliflua y frailuna que el Divino Pedro se refería sin duda al campeonato mundial de fútbol de 1930, en su categoría masculina.

Un espía de Carmen Igualdad tuiteó que se había mal interpretado al Divino y que ahora habría que informar a los portugueses y a los de la federación de fútbol de la ocurrencia excelsa del Divino.
Así y con el añadido de un acertijo electoral, muy del gusto del Divino y su Sancho Ábalos, para entretener al personal se cerraba otra jornada gloriosa de este singular Divino, cuyo designios cada vez más justificaban su calificativo de Divino, conquistado en los polvorientos caminos de Plurilandia.
Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com