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La primera guerra mundial

jueves, 15 de noviembre de 2018
Francia y Alemania ‎están llenas de monumentos a los caídos en la primera guerra mundial. La primera palabra que aprendí en alemán fue Krieg, guerra. Estaba inscrito en un curso del Goethe Institut en Radolfzell un pueblo a orillas del Bodensee, el lago de Constanza y cuando en el Instituto me dieron una dirección para mi alojamiento me encontré con la familia Fischer propietarios de una tintorería, que me acogieron muy afablemente, la señora Fischer regordeta y maternal me puso delante unos pasteles y un La primera guerra mundialtazón de café y el robusto Sr. Fischer me llevó en su camioneta a dar una vuelta. Que es eso,señalé con el dedo y Herr Fischer repitió varias veces Krieg, Krieg, Krieg.

En Francia no hay pueblo que no tenga su monumento a los caídos, con una triste lista de héroes locales, con apellidos que se repiten, hermanos sacrificados por el Moloch de la guerra.

En los países anglosajones se multiplican las amapolas en las chaquetas como símbolos de estos campos repletos de cementerios y de tumbas.

En Rusia el desastre de la guerra conllevó la instalación del comunismo y la pérdida de muchas vidas, aunque la gran guerra, la guerra patriótica es la segunda, que ha dejado una gran huella.

En España fuimos neutrales y el horror de la guerra se concentra en el 1934 y en la guerra civil del 1936-1939. Una victoria amarga y una derrota sangrante. El empecinamiento de revivir aquellas jornadas funestas está resucitando ‎la barbarie.

El once de noviembre en París en el Arco de Triunfo se conmemora el armisticio, la fecha del final de la primera guerra mundial, que puso fin a los imperios centrales y al otomano. Un verdadero terromoto que determinó el nacimiento de los países balcánicos y el reparto de los imperios coloniales. La doctrina Wilson, el visionario Presidente de los Estados Unidos dio pábulo a estos pueblos sin nación y llevó Europa a la fragmentación política y encendió la mecha en Oriente Medio.

Cien años después reviven los nacionalismo y surgen los populismos, que reniegan de la democracia y se apelan a aventuras que recuerdan a los totalitarismos de los años treinta del siglo pasado.

Paz y Reconciliación debe ser nuestro lema de los que nos sentimos pacifistas, que nos apelamos a la concordia y al respeto de la ley, para fomentar un clima de libertad‎, que propicie un bienestar para todos y el auge de las creencias y la creatividad.

Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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