Ha quedado claro que no habrá elecciones generales. El Divino se aferra al poder y se olvida de su promesa de convocar elecciones. Hay resignación en la oposición. Se dan
cuenta que nada hace mella en el muro del poder. La meta es conseguir llegar al 2030 en La Moncloa.
El Divino se ha puesto tapones de cera en los oídos y apoyado por Carmen Igualdad, sus majorettes y su astronauta dice el castizo "ahí me las den todas". La bella Cospe ha caído bajo el hacha del verdugo, mientras su ministra de justicia se ha quedado tan pancha.
Sus designios ahora pasan por el inmobilismo y la resistencia. Pasar el tiempo. Dejar que los oponentes se aburran y se cansen.
La sentencia del Supremo sobre las hipotecas han brindado la ocasión de socavar el prestigio del poder judicial y burlarse de una resolución muy valiente del Tribunal Supremo que supo rectificar ante una sentencia que ponía patas arriba las finanzas del reino, se pide autocrítica, cuando lo que procedería sería acatar el fallo judicial.
El Divino desea debilitar al poder judicial y someterlo al ejecutivo. El objetivo es "Yo soy la ley" y conseguir el poder absoluto. Claro es de forma sutil y de manera lenta como se suministran ciertos venenos. La gota malaya.
Se resucita la máxima franquista de libertad para la verdad, pero nunca para el error, de esta manera protegiendo a su verdad con los medios afines y subvencionados se puede reducir a la oposición a lo inoperancia, a la impotencia.
Estamos ante una travesía del desierto lenta y exasperante. Volvemos a estar como antes de la Transición, a nutrirnos con los chistes de la dictadura, ese ingenio estéril que no molesta a los tiranos, incluso les divierte.
"Begoña encarga dos docenas de camisas blancas y a vivir que son tres dias".
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