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A Guerra de Ifni (26)

martes, 06 de noviembre de 2018
Zamalloa
-¡Me estoy hartando de tus gabachadas...! Reconozco, eso sí, que la dialéctica no es lo mío, que siempre he preferido batirme con tus mercenarios a morterazo limpio! Si por mi fuese...

El Fassi
-¿Que dice, mon Gènèral? ¿No quedáramos en que la de Ifni-Sáhara fue una guerra sucia? Pues precisamente por eso estamos aquí, para aclararla, para redimirla, para lavarla ante la Historia! Además de eso, pasó lo que pasó, casualmente, pero también por culpa de aquel Afilador ourensano, fanador de nuestras Fatimas, y de paso, de nuestras gumías... ¡En definitiva, por culpa de un paisa suyo!

Historia, dando un mazazo de advertencia:
-¡Efectivamente, eso es cierto! Ya me he aburrido, y desaburrido, cuatro veces, y ustedes siguen impertérritos en su diatriba...

Les vengo tolerando ciertas divagaciones, más bien para facilitar el trabajo de los investigadores de la Historia, habida cuenta de que las cosas de Ifni, como en aquella época la censura estaba feroz, nunca fueron preguntadas; y si algo se contó, o relató, lo fue por gente de algún modo comprometida: militares con plus, periodistas del Movimiento, el cachondo de Gila... ¡Gente parcial!

Este Auto, además de divertir a los españoles, que tan aficionados son a las farsas de Moros y Cristianos, espero que contribuirá a esclarecer aquellos misterios, hoy históricos, del legendario Ifni. Pero no me alarguen la Sesión, que aunque nosotros estamos en la Eternidad, allá abajo, en esa Tierra tan inquieta que no para de girar, hay pleitos en turno de despacho, a cual más chistoso, o más dramático, ¡que la civilización es pendular!

El Fassi
-Señora, tenga paciencia con nosotros, pues a las cosas bien hechas y bien explicadas no se les pregunta el tiempo... ¡Ya lo decían los griegos!

Historia
-¡Mira quién va hablar, que entre trapisondistas anda el juego! En cuanto a Zamalloa y a su gente, estos son capaces de litigar por un simple limes, vulgo, cómaro. ¡Ya lo sé! Y con usted, Si Al-lal, aún lo tengo más difícil, pues este revolucionario, como en la tierra fue casi, casi, un Templario, mitad monje y mitad soldado, aquí le tenéis, que en el Séptimo se metió a ratón de bibliotecas en lugar de ocuparse de sus huríes, que tan merecidas las tiene! Pero aun así le sobra tiempo para hacer de abogado del diablo, y les anda soplando a sus adeptos para que amuelen al Polisario…

En consecuencia, ya que sé con qué bueyes aro, me pondré en mi sitio; ¡quiero decir, en mi sitial! Tomen nota y compórtense, que si vuelven a las andadas les prometo una guerra santa, otra yihad, pero sin amman, ¡sin perdón posible!

El Fassi
-¡Señoría, despacio, no me corte, ¡que aún no he defendido a mi Sultán!

Historia
-¡Pues acelere, que con el material bélico que llevan importado estos alauitas, son capaces de llenar una olla de perejil!

El Fassi
-Ya que hay prisas, recapitularé con brevedad: Pienso que quedó implícito que a Mohamed V se le mal interpretó aquel Acuerdo del Pardo, mal llamado, de Madrid. ¡Una cosa intolerable, y al mismo tiempo irresoluble en la vía diplomática, ya que la O.N.U. no cabía en el enclave de Ifni, ¡de sólo mil setecientos kilómetros cuadrados!

¿Una declaración de guerra a España? Lo hablamos, en efecto, y precisamente con los de la CIA, pero nos dijeron que le metiésemos mano al asunto nosotros mismos, ¡discreta y personalmente! Por eso atacamos de noche, por sorpresa, en aquel glorioso 23-N, pero con la marcha parda, con la de las chilabas pardas, con las de camuflaje, ¡que no hay nada tan eficaz como los hechos consumados, por grises o pardos que parezcan!

Zamalloa
-Tuvisteis la suerte de que los U.S.A. no nos quisiesen prestar aquellos aviones de Préstamo y Arriendo, aquellos de las Bases Americanas, ¡que si no...!

El Fassi
-¡Cierto! Todo calculado gracias a la fraternidad, a la CIA del Tío Sam, que bien nos aseguramos de que no os llevasen refuerzos inmediatos... ¡Ni bombas, ni paracas!

Zamalloa, que suele hablar con gestos nobles, con énfasis señorial, por enojado que esté:
-Reconozco que mi Caudillo confiaba en los americanos; ¡muchísimo, a pesar de aquello del Maine…!

El Fassi
-¡Un ingenuo, repito, otro, como buen africanista que era...; digo, que pretendía ser! Precisamente por eso, por ese dormirse en los laureles, tuvo tan desmantelado su arsenal ifneño. ¡Creía en la munición de boca, aquello de llenarles el estómago a nuestros Notables! ¿Franco, un africanista? ¡A las pruebas me remito, pero ya le juzgará la Historia, con suficiente perspectiva!

Zamalloa
-Eses americanos, eses amigos de nuestros enemigos..., ¡cómo nos la jugaron!

El Fassi
-Lo que es en este punto, muy agradecidos les estamos. ¡Vaya tíos! Liaron las cosas con eso de los aviones de tal forma que de seguida convencieron a los franquistas de que Ifni no entraba en el juego de la integridad territorial de España, ni en el capítulo de la Mutua y Recíproca Defensa pactada, que aquello de las Bases, aquello del Préstamo y Arriendo, era sólo para guerras comunistas, y que mi Istiqlal, aunque financiado con el oro de Moscú, era un buen partido al servicio de las oligarquías árabes, sus amigos de conveniencia..., ¡a falta de otros mejores!

¿Qué, le cuesta trabajo entender a la CIA? ¡Para que vea que fuimos, y somos, más listos que ustedes los españoles! Pero aún hubo más...; ¡sí, aquella cosa de la autonomía de vuelo!

Un mecánico suyo, ¡que todo se sabe!, un mecánico tan economizador que tenía una mujer a medias con uno de los pilotos de Torrejón, bien soplado por los cías les metió en la cabeza a sus compatriotas que eso de la autonomía de vuelo no era óbice, atranco o cortapisa, y que se podía resolver..., ¡con latas de mano!

¡Fue cosa de carnavales, y eso que era invierno, la de aquellos pilotos, en sus Junkers y en sus Pedros, con la latita y el embudo, haciendo equilibrios para tenerse en pie mientras añadían esencia a los depósitos por un tubito de goma! ¡Mucho nos hemos reído en Rabat cuando nos lo dijeron los USA! Pero como no les dio resultado, cambiaron de plan, y los siguientes vuelos los hicieron por escalas: ¡Primer aterrizaje, Sevilla; segundo, Gando; tercero, Villa Bens, capitalidad de nuestra Tarfaya. ¡Que Alá se lo pague a esos cías de USA, pues gracias al calvario español tuvimos nuestras manos libres para empuñar fusiles…, a falta de aviones!

Zamalloa
-¡Ni con esas pudisteis con nosotros, que a las bravas no entrasteis en la Capital, en Sidi Ifni, que allí estaba yo, con mis bravos: Legión, Paracaidistas, Tiradores, Policía…, y Somatén!

El Fassi
-¡Ya sé por dónde va usted, que nos estaba esperando gracias al Bellido Dolfus de turno, aquel maldito del Profeta, que aún sigue en el infierno, aquel que se vendió a los españoles por un milloncete de sucias pesetas...! ¡Claro que eran de las del año Cincuenta y siete...! Después de todo fue un estúpido, que si quería cuartos para cualquier antojo no precisaba chivarles a ustedes ni la fecha ni la forma del asalto a Ifni, que le hubiésemos socorrido, nosotros, pues cuartos, loado sea Alá, teníamos, empezando por la cofradía de los Alí Ben Boaida y Cía.!

Zamalloa
-¡Tú hablas a toro pasado...! La verdad es que siempre sospeché que, además de los rublos, teníais dólares...! A propósito, una cierta duda: Aquellos billetes de a mil, aquellos que desaparecían inmediatamente de la circulación en África Occidental, nada más salir del Banco, ¿a dónde iban?

El Fassi
-¡Mon Gènèral, aún estamos así…! ¿Ustedes, tan expertos en reptiles, y no se enteraban de un juego económico tan simple? ¡No le va gustar que lo descubra, pero conste que lo hago a petición suya!

Veamos: Su personal, además de sus economatos, de sus lucrativas matriculaciones de turismos, y de los cuatro meses de vacaciones coloniales, cada dos años y con el billete de avión pagado, tenía pabellón gratis, dos o tres asistentes, y por veces, según el tamaño de sus estrellas, un cocinero, un niñero, un lavabragas...; ¡qué sé yo! Por encima de eso, un sobre fenomenal, al que llamaban Plus de Residencia, aquello del ciento cincuenta por ciento de incremento, del que ya hemos hablado.

¡Pues eso era una parte! La otra, que siempre tuvieron una política de Zona Franca en sus colonias, amén de cultivar aborígenes ricos, en aquella especie de adopción..., ¡para elevarlos al rango de Notables!

Zamalloa
-¡Estás divagando, tío, que eso no viene a cuento, ni es alegatio pertinente!

El Fassi
-Déjeme ir a mi paso, si no le importa, que yo ando en babuchas pero piso en terreno firme. El trasvase de tales billetes, de los grandes, de los verdes, venía de aquellos dispendios, que si ustedes tenían un Plus del ciento cincuenta, para los Notables era del doscientos, principalmente a través de las bagatelas que les vendían, que ustedes iban de una Península paupérrima, así que nos compraban desde transistores japoneses a vajillas de Baviera! ¡Esa era la canal, si señor; esa era nuestra capitalización, nuestra valuta frente a una descapitalización progresiva de la España metropolitana!

Pero permítame ilustrarle un poco más, que le veo con cara de sorpresa: Un cien por cien de nuestras ganancias viajaba para Suiza vía Tánger. ¡Ya sabe, aquella martingala de las cuentas numeradas...! Un cincuenta, también vía Tánger, para la caja de las ánimas marroquíes; ¡séase, culto y clero, clero culto! ¡Liberación! ¿Se entera? Siento que no se informasen por allá abajo, pero..., ¡ya sabe!, las dictaduras tienen eso, que como nadie les contradice, nadie se percata de nada, ¡ni siquiera de lo que les pasa por sus manos!

En definitiva, que una gente así de parva nunca mereció tener Posesiones. Las únicas colonias de las que entendían los españoles en el Magreb eran precisamente las francesas, tal que el Rêve d' Or, aquel perfume de los burdeles…! ¡Inefables; más que inefables!

Zamalloa, que se queda dudoso, como asombrado, pero después de hacer unos gestos enigmáticos, como de desagrado; coge ánimos de nuevo y se dirige a la Historia, que permanece tranquila, interesada en el tema en vista de que aquellos defensores no cesan, ni se cansan, en su diatriba redundante y fenicia:
-¡Señoría, si yo pudiese darle la vuelta...! ¡Si, a usted! Le juro que volvería a la batalla del Pingarrón, a por otra laureada, así me retirasen nuevamente del depósito de cadáveres, más muerto que vivo, pues prefiero lidiar con rojos antes que con la dialéctica de este maquiavelo del tarbush! Yo no sigo, ni un minuto más, que lo mío es luchar con armas nobles! ¡Semejante descaro…! Estamos aquí para ventilar los trapos sucios de otra guerra sucia, traicionera, de aquellas a las que nunca nos hemos acostumbrado, ¡ni aprendido de ellas! En estas circunstancias, aquí el señor, ¡todo un Profesor!, la única arma que maneja, ¡y con qué destreza!, es la calumnia, esta difamación de afirmar, aquí y en público, ante la propia Historia, que algunos asistentes de aquellos de Ifni le lavaban las bragas a su jefa... ¡Esto, Señoría, es intolerable! En vista de ello, me voy al San Andrés de Teixido..., ¡ya que no fui de vivo!

Historia
-¡Pero, cálmese, General, y téngame un respeto, que estos juicios ya se sabe cómo son, y son como tienen que ser, inflexibles, minuciosos, descarnadamente rigurosos, analizando las cosas por sus causas…, o no serían históricos!

Zamalloa
-¡Si pudiese reencarnarme para evitarnos otra guerra sucia yo mismo retaría a El Fassi, a vida o muerte! ¿Usted no podría hacernos ese milagro, una transmigración? ¡Sólo para ajustar cuentas pendientes, Señoría; sólo para eso!

Historia
-¡Pero, hombre de Dios, qué dice, donde está su flema galaica! ¿Es que no se batieron lo suficiente, allá por África?

Zamalloa
-¡Señoría, no fue directamente, que los desafíos del Istiqlal se hicieron en sus medersas…, alguna de ellas pagada por nuestra propia Tesorería…, pero eso lo oculta El Fassi! Ahora, con lo sabido sabido, yo avanzaría con mis Legionarios, con mis Paracaidistas, con mis Tiradores, con mi Policía…, por lo menos hasta Rabat, en política de hechos consumados, que es lo único que ellos entienden, por mucho que se cabrease Alcubilla, y con Alcubilla, mi colega, el autolaureado, que se ausentó de El Pardo en aquella ocasión en la que su lugarteniente, el Ministro del Ejército, Dávila Arrondo, aprovechó y firmó la concesión, el Capítulo de la Orden! ¡En eso, con su laureada, sí que nos dio S.E. un ejemplo de lo que son, de lo que deben ser, los hechos consumados!

Historia, imperativa:
-Definitivamente, callen los dos, que ahora vienen las acusaciones particulares. ¡Y mientras tanto, recen, que por algo estamos en la mismísima Gloria!
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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