La muerte del periodista Khashoggi su alevoso asesinato ha conmocionado a la opinión pública internacional. Han corrido ríos de tinta... Su entrada en el consulado saudí de Estambul ha sido repetida muchas veces en las televisiones. Hay unanimidad en la condena pero, un analista político muy fino y sagaz como el profesor Jeffrey Sachs
encuadra este caso en los crímenes políticos y nos advierte que no es el único que está ocurriendo en este mundo de buenos y malos, tiranos y buenos gobernantes.
Sachs recuerda al presidente Andrew Jackson como un genocida ya que exterminó a gran parte de los indígenas americanos, los nativos.
Incluye también en esta lista de políticos asesinos, que en la actualidad encabeza el príncipe Salman de Arabia Saudí qué, según parece, ordenó el descuartizamiento del periodista con el consiguiente revuelo internacional, a otros presidentes de su país como Truman por el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y especialmente sobre Nagasaki que era a todas vistas innecesaria y que se debió a un error burocratico.
Se despacha igualmente contra Lindon Johnson por su gran represión en la guerra de Vietnam.
En tiempos más próximos a nosotros merece grave censura y calificación de criminal de guerra a la política de Bush hijo destrozando Irak y Siria y destruyendo un gran patrimonio de la humanidad, la región más antigua del mundo y fuente de todas las civilizaciones.
Hace reproches también a Obama que, contradiciendo sus palabras, siguió una política militarista sin conseguir la pacificación del Oriente Medio.
Respecto a Donald Trump a quien Sachs considera un político imprudente, sin preparación que toma decisiones sin sopesar las consecuencias y al que considera un desequilibrado mental su juicio es muy crítico y negativo.
Su denuncia del Tratado de clima de París, su empecinamiento de continuar políticas que favorecen el cambio climático es responsable del aumento de catástrofes naturales hoy día. Su proyectada denuncia del acuerdo nuclear con Rusia es otro disparate para el profesor de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Sachs hace una reflexión muy interesante entre los países de corte presidencial y los parlamentarios. Los regidos por un solo solo hombre con su pequeña camarilla alrededor son potencialmente mucho más peligrosos que los países parlamentarios donde hay más contrapeso contra las decisiones precipitadas.
Evidentemente en la lista de políticos asesinos se lleva el entorchado Hitler con su feroz política de opresión y destrucción y las terribles consecuencias de sus decisiones.
Sería un listado interminable de cómo el poder político convierte en asesinos a sus dirigentes. Recuérdese la represión brutal de Stalin con sus tremendas purgas y, aunque no les guste a los franceses Napoleón también está en esta lista de horrores por las funestas devastaciones de las guerras napoleónicas.
En África, los capítulos del horror han sido muchos como las persecuciones raciales y los genocidios de Ruanda, pero en esta causa general contra los políticos asesinos nos estamos metiendo en las honduras del mundo,pero el dictamen de Sachs es muy certero e innovador.
Considero muy actual también la reflexión sobre los asesinatos ecológicos que cometen los dirigentes de países como Donald Trump que reniegan del acuerdo de París y persisten en una política energética que acelera el cambio climático.
China, por su parte, si no incrementa la política de descarbonización también se sentará en el banquillo de los acusados por maremotos, tsunamis y huracanes.
En Brasil, el nuevo presidente se enfrenta a la deforestación de la selva amazónica que comporta igualmente riesgos climáticos al extinguirse uno de los pulmones del mundo.
Sin embargo, son opiniones personales, no deberemos caer en el catastrofismo. Desaparecieron los glaciares, hubo épocas en que el desierto del Sáhara era un vergel al igual que la gélida Groenlandia era la isla verde y desaparecieron los dinosaurios. La tierra puede regenerarse por mecanismos que desconocemos, aunque coincido con Sachs, en que muchos políticos pasados, actuales y ojalá que no futuros son culpables de asesinatos y genocidios, pero culparlos del cambio climático sería ir demasiado lejos. Circunscribámonos a alzar la voz contra los asesinatos de estado y sus mandantes, los políticos asesinos.
Se persigue implantar una ética internacional que impida la existencia de políticos asesinos. Ya es bastante los duelos que tenemos que vivir diariamente con las catástrofes, las enfermedades y las muertes de nuestros seres más queridos.
Las Naciones Unidas tienen que vacunarnos contra la epidemia de políticos asesinos. Una vacuna que beba su antídoto en los derechos humanos y en una política de Paz y Amor entre todos los habitantes de este Planeta azul. Difícil, pero no imposible.
Joaquín Antuña-joaquinant@hotmail.com
