Lugo Ayer (13)
Esteban, Antonio - viernes, 26 de octubre de 2018
Memorias de un maestro lugués (4)
Pues en esto estábamos Elías y yo, cuando, noche tras noche, llegamos a la conclusión de que teníamos que violar -es un decir- más cuartos a la patrona. En principio, le expusimos nuestras razones por si se ablandaba, pero nos salió con que ella no quería ser alcahueta de nadie.
Estudiamos otra fórmula más dura: amenazarla con cambiar de casa, pero tampoco dió resultado.
- !Ah...! Si le decimos que nos da mal de comer y otras cosas peores? A quién le parece que creerán?. Quedó el juicio en suspenso hasta que vino, unos días después, a preguntarnos sobre cómo iba ella a justificar o apuntar las dádivas extraordinarias.
Se lo explicamos y nos dió su conformidad, pero con ciertas reservas y así empezamos con la preocupación de que las mentiras apareciesen verdades.
Por mi parte no podía -ni quería- vender algún libro u otro material, porque mi padre tenía cuenta abierta en la 'Librería Alonso' y además estaba obligado a presentar a mi progenitor todo aquel material que aparecía en la factura de la librería, excepto lápices.
Así fue la cosa: una caja de betún equivalía a una cajetilla de picadura por semana, en alternancia, -una semana Elías y otra semana yo- para que individualmente se correspondiese al gasto de una caja de betún cada dos semanas; unas medias suelas al mes o cuando fuese aceptable, también alternando y si la cosa andaba apurada matábamos, de vez en cuando a algún compañero para lo de la corona e íbamos al médico, de vez en cuando, y nos recetábamos jarabes...
CONTINUARA...

Esteban, Antonio
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