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Enganchados al móvil: una reflexión que todos debemos hacer

miércoles, 10 de octubre de 2018
Hace escasas semanas las mujeres de Arabia Saudí pudieron sentarse en las gradas de un estadio de fútbol por primera vez, y en unos meses podrán ponerse al volante de sus coches, lo cual a día de hoy siguen teniendo prohibido por ley.

He querido recuperar estos datos para dar contexto a esta otra noticia: hace meses que Sophia, un robot, fue reconocida como ciudadana saudí. De hecho, cuenta desde su “nacimiento” con más derechos que sus congéneres humanas, ya que por supuesto no está obligada a llevar velo ni rinde cuentas a ningún hombre.

En su momento esto desencadenó una gran oleada de críticas en las redes sociales y medios de comunicación, y a mí me condujo a una reflexión que hace tiempo que quería compartir con usted.

Al margen del caso saudí, me preocupa mucho el papel que la inteligencia artificial -y, en definitiva, la tecnología- está adoptando tanto en la sociedad en general como en nuestro día a día.

No se trata de que alguien prefiera tener un “robot-mascota” que adoptar un animal de carne y hueso, o que un lunático consiga su minuto de gloria casándose con un muñeco. La cosa está yendo mucho más allá.

El Parlamento Europeo ya debate sobre los derechos de los robots, al tiempo que estudia si deberían o no cotizar por su trabajo. (1) (2)

Aunque parezca la más pura ciencia ficción, esto está pasando a día de hoy y forma parte de nuestra realidad.

Hasta los mayores expertos en la materia consideran que “humanizamos demasiado” a los ordenadores y máquinas que nos rodean. (3)

Pero, ¿por qué lo hacemos? Al fin y al cabo, son aparatos creados por nosotros mismos que no tienen la capacidad de sentir.

¿Qué será lo siguiente? ¿Llegará un día que estaremos tan “enganchados” a los robots como hoy lo estamos a los teléfonos móviles?

¿Hacia dónde vamos?
Sin negar que obviamente la tecnología (y más concretamente internet) ha producido avances impensables hace décadas para nuestros abuelos, padres e incluso para muchos Enganchados al móvil: una reflexión que todos debemos hacerde nosotros, resulta inevitable preguntarse si la dirección que llevamos es la correcta.

Internet ofrece infinidad de cosas positivas; sin ir más lejos, permite que estas líneas que escribo lleguen hasta usted.

También que pueda comunicarse a cualquier hora y desde cualquier lugar con sus hijos o nietos si se encuentran lejos, o con esos amigos a los que hace tiempo que no ve, por ejemplo.

Esa es la verdadera esencia de las “herramientas” tecnológicas y digitales, para lo que fueron creadas: hacernos la vida mejor y más fácil. Y, de hecho, por eso casi nadie renuncia a tener un teléfono móvil o un ordenador en casa. ¡Y por supuesto que hace bien teniéndolos!

Sólo quiero recordar la importancia de saber usar la tecnología, de hacerlo con cabeza.

No es la primera vez que en Tener S@lud abordamos los trastornos que derivan de su uso abusivo. Van desde problemas de vista generalizados (por la utilización masiva de pantallas) a mala calidad y trastornos del sueño, así como un incremento del número de casos de artrosis precoz en el pulgar (por culpa de teclear permanentemente en el teléfono móvil). (4) (5)

Y a ellos se suman, por supuesto, los graves problemas psicológicos que provoca vivir permanentemente en una realidad paralela magnificada a través de aplicaciones, Enganchados al móvil: una reflexión que todos debemos hacerprogramas, redes sociales… la cual hace perder el contacto con lo que de verdad nos rodea, las cosas que realmente se pueden tocar, oler y sentir. (6)

Adictos a la tecnología
Pero la realidad es la que es, y el uso que la mayoría hace de la tecnología es completamente abusivo (incluso adictivo). El teléfono móvil y el ordenador se han convertido en tal fuente de estrés y ansiedad que llegan a desencadenar enfermedades. Y es algo que afecta a todos los rangos de edad.

Cuántas veces habrá comentado con sus amigos o familiares que los niños de hoy día ya no juegan como antes, que muchos de ellos parecen incluso pequeños “adictos” a la pantalla casi desde que nacen.

Pues bien, lo cierto es que la mayoría de los adultos que conozco (y probablemente también muchos de los que usted conoce) ¡hacen exactamente lo mismo!
Vázquez Liñeiro, José Ramón
Vázquez Liñeiro, José Ramón


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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