
Julio no llegaba al suelo con sus pies y los balanceaba insistentemente. Lo habían dejado solo en la cocina. La olla hirviendo derramaba espuma sobre la encimera. El abuelo había tirado la colilla al suelo antes de advertirle.
-Bajo ningún concepto te muevas de aquí.
Julio quería llorar pero era un niño y no podía. Fuera había gritos y sirenas. Lo veía a través de la ventana. Faltaba Vanessa. Ese viernes se había ido a la piscina con su bikini rosa. Le preguntaría cuando volviera. La hermana mayor siempre lo sabía todo. Se tranquilizó pensando en la vuelta de Vanessa.