Torcuato Fernández Miranda uno de los protagonistas de la transición española introdujo en el lenguaje político español la expresión de trampa saducea, una propuesta que se hace para provocar la indefensión del contrario, pues se conteste como se responda se cae en la trampa.
Esto es lo ha hecho con gran maestría El Divino Pedro con su propuesta de abolir los aforamientos. Fue la propuesta estrella de un acto propagandístico destinado a trazar un balance de sus primeros cien días, como si se tratara de Napoleón en versión pacifista, así de modesto es nuestro querido Divino.
Su propuesta es una trampa saducea, pues se refiere únicamente a las actividades privadas de los políticos y no a las públicas en el ejercicio de sus funciones, con lo que quedan fuera, se excluyen el cohecho, la prevaricación y la corrupción.
Esta claramente dirigida a Pablo Casado y su controvertido máster, pero para los lectores de El País, los seguidores de la cadena SER y su domesticada TVE es una herramienta, que exige la reforma express de la Constitución, que iguala a los políticos con los ciudadanos, pero que va destinada a un rival político y distrae a la opinión pública.
No resiste al análisis de los especialistas, los politólogos profesionales o aficionados, pero a ese público en general al que se le falta el respeto al considerarlo tonto de remate, puede surtir efecto.
El Divino Pedro se especializa en propuestas que encienden la mecha de la discordia. Es un maestro del enfrentamiento, de la crispación y todo ello con gran aplomo y con tintes de pastor evangélico.
Coincide con el deseo de Ciudadanos de eliminar los aforamientos, pero todos, y en Plurilandia o España mientras sigue llamándose así hay 250.000 aforados como muestra clara de las regalías del poder.
Los chicos de Podemos también están favorables, pero la convierten en iconoclasta, al dirigirla incluso al Rey y y quitarle su impunidad y proponen un tema que hace chirivitas y causa orgasmos en los independentistas acudir al referéndum.
El Divino consigue distraer al personal de su famosa tesis y de la mediocridad de su gobierno de majorettes, a semejanza de las animadoras de ese baloncesto que tanto gusta a Pedro y a Pablo. En México diríamos "las bastoneras del Presidente".
No creo que esta propuesta pueda salir adelante pues una ofensa a la inteligencia, pero es un paso más para dividir las conciencias y preparar unas elecciones como las del 1939.
Enfrenta, divide, exaspera es la consigna del Divino y esta trampa saducea de los aforamientos a la carta es una nueva tomadura de pelo.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
