
El Ayuntamiento de Córdoba si consigue la titularidad de La Mezquita podría dedicarla a albergar otro tipo de manifestaciones más allá de las propias de un museo y de un templo religioso. Una idea muy brillante no sólo para este monumento testimonio de la espiritualidad a través de los siglos, sino también para La Seo de Zaragoza y otros templos, que con una sabía reutilización pública podría cumplir otras finalidades incluso lúdicas, por ejemplo en Ibiza podrían ser dedicadas a discotecas.
Se podría solicitar un informe a la comisión dirigida por Federico Mayor sobre cual ha sido la utilización de las iglesias en los regímenes comunistas y anarquistas.
En vez de templos de culto podrían fomentar el enfrentamiento y la afrenta a los creyentes para soliviantar los espíritus lo que puede ser muy útil para conseguir una bonita y espeluznante revolución.
La Virgen de Covadonga desapareció de su cueva santa durante los años revolucionarios y fue recuperada en un desván en la embajada de España de París.
Templos incendiados y sacerdotes y monjas fusilados. Años después podemos dar un paso más y emplear estas iglesias para fines civiles cuanto más ofensivos para los fieles mejor.
Se podría igualmente también derribar esas catedrales en los centros de las ciudades y conceder licencias para supermercados en manos amigas, hoteles cinco estrellas o viviendas populares. Impulsando la sana especulación ayudando claro está a los emprendedores con limpieza de sangre laica, muy laica.
Por lo tanto saludemos esta nacionalización de los templos y todas las ocurrencias que pueden afrontarse en los próximos tiempos. Todo sea para volver a volar la Cámara Santa de Oviedo y crear un lindo centro de persecución del horrendo machismo. Carmen Igualdad apunta esta iniciativa. No hay que perder tiempo. Todo vale.
Mendizábal y su amortización debe ser el modelo y las revoluciones francesas y rusas pueden ser un estupendo granero de ideas.
Como no podemos solucionar los problemas sociales dediquémonos a hostigar a los creyentes. Han tenido siglos de hacer propaganda con esos grandes monumentos, ahora en unos pocos años demos una utilidad social a estos desfasados lugares de culto y devoción.
Tales desvarios pueblan la mente de nuestros laicos a quienes no interesa el hecho religioso y se alzan contra tradiciones de siglos, pisoteando la tolerancia y fomentando el odio. Ridiculizar la estúpida transición democrática con su reconciliación nacional. Nada, desamorticemos y leña al mono.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com