
Libertad para la verdad pero nunca para el error. Era uno de los lemas del franquismo. En Estados Unidos y en España la historia se repite. El New York Times sufre los ataques del Presidente y en nuestra Plurilandia el ABC recibe el embate del Divino Pedro.
En Venezuela con el chavismo y en Ecuador en la época de Correa se atacó y suprimió la libertad de los medios de comunicación para publicar lo que consideraban sus alegatos políticos. En Cuba se ha amordazado a los discrepantes.
No se trata de sentenciar quien tiene la razón o si se dice la verdad o no. Los tribunales de justicia aplicarán la ley según sus criterios jurídicos de adecuación o no a la Constitución y existirá siempre, para los creyentes, el juicio divino. Se trata amigos lectores de que no se nos considere perpetuos menores de edad. Los ciudadanos tenemos derecho a formar nuestra opinión y tomar partido.
Personalmente fui contrario a un catecismo religioso obligatorio para toda la población, como aún existe en algunos países y a un catecismo político como el libro rojo o el verde, felizmente sepultados por la historia.
Por ello defiendo el derecho del New York Times y del ABC a divulgar y analizar el comportamiento, los hechos y los escritos de los líderes políticos.
En el franquismo no existía libertad de prensa y se me revuelven las tripas ante la posibilidad que en Plurilandia, el antiguo nombre de España se nos quiera imponer un catecismo intolerante. Los ciudadanos debemos poder beber de todas las aguas y decidir cual es nuestra verdad.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com