Me ha producido mucha ternura a ver una frágil mujer, muy bella y atildada con voz temblorosa negar haber cometido ninguna ilegalidad en la obtención de su máster en la Rey Juan Carlos.
Verla acosada por una jauría de periodistas, que desnudan sus pobres excusas y la dejan a la intemperie. La crueldad de sus colegas políticos amigos y rivales, que se regodean de su suerte, que la envía irremediablemente a la picota y al ludibrio publico.
Su principal valedor el Divino Pedro, mas repeinado que nunca, la elogia sobre manera, pero evita hablar del gilimaster, de ese arma de destrucción masiva que lleva al cadalso a ilustres cabezas como Cristina y ahora Carmen.
En el ensañamiento máximo demuestran un torpe plagio de un tutti frutti de revistas y Wikipedia, eso sí copiado todo de forma exquisita incluso respetando los guiones intermedios.
Su patético y tierno ataque a la falocracia y al torpe patriarcado con argumentos de saldos de baratijas de tiendas de chinos o de chiringuitos ambulantes.
Esta dulce y bella mujer convertida en látigo de los hombres se ve humillada y forzada a la dimisión con un postrero elogio a su líder máximo como hizo Ana Bolena a su rey antes que el verdugo francés le rebanara el cuello con su espada de lujo.
Pobre Carmen.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
