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A guerra de Ifni (18)

martes, 11 de septiembre de 2018
El Fassi
-¡Ahí lo tiene, Señoría, que ellos mismos lo reconocen! Cuando aquello de la..., ¿ocupación?, sobornaron a cuatro traidores, a los que dieron, ¡a los que disteis!, la calificación de Notables; para disimular, por supuesto, ya que en el fondo eran tan caciques como los de América, o los de tu Península, ¡Portugal incluido!

Zamalloa, que se enfurece de nuevo, hecho un Marte:
-¡Protesto, y mucho; protesto por todo, y que lleven mi letra al Notario!

Historia
-Se admite esa protesta ya que Portugal es ajeno al presente Juicio. Por los pecados de Portugal ya pagó su tributo, por ante mí, por ante la Historia, que yo sí que soy el Notario Mayor del Reino, en 1578, en la Batalla de los tres Reyes, aquel Don Sebastiâo. ¡Otro Silvestre...; un eterno desaparecido! Ya saben a quién me refiero, a El Rei del Ksar El Kebir. ¡Prosiga, mon Gènèral, que en este plan, en vez del Cincuentenario de un follón lo que celebraremos será el Centenario!

Zamalloa
-Como iba diciendo, mi colega Capaz estuvo en Ifni cuando lo de la Ocupación, en el Treinta y cuatro... ¡Perdón si me visto con plumas ajenas y digo, utilizando los conceptos de este eximio Professeur, Recuperación, que no Ocupación, de nuestra Santa Cruz de la Mar Pequeña...! Casi que solo, Capaz, digo, ¡ocho días! Con dos docenas de séquito y cincuenta huevos..., ¡pero se contuvo, y contuvo, sin escaramuzas ni violaciones, pues si alguna fiesta hubo, de común acuerdo lo fueron!

El Fassi
-¡Claro, clarísimo, Señoría! Repare en lo que le repliqué...; ¡sí, Señoría, aquello del talego...! Este gallego retranquero le dio la vuelta por el forro; ¡y ahora nos sale con el eufemismo de que era un saquito!

Zamalloa
-¡Séquito, mon Professeur! ¿O chocheas? No hubo tal soborno sino la clásica generosidad española. El resto de los presentes les llegarían en el cañonero Dato, que por cierto se demoró únicamente porque no encontraban la Carta náutica de nuestra Mar Pequeña, ¡ni con lupa! El Dato telegrafió a Madrid, a las 5 horas, a. m., del 12 de Abril, para informarles que navegaba con rumbo a Ifni; así que, entretanto, Capaz seguía por allí, avizorando en el cantil, en aquel Al acant, ¡por si aparecía el barco de la logística...! ¡Con los presentes, Monsieur; con los presentes! Aquella incomunicación de los Aït Baamaranís era total pues en Ifni, en el Treinta y cuatro, no había radios de contrabando, ¡ni siquiera de galena!

El Fassi, hablando solo:
-¡Estos gallegos, que siempre le dan la vuelta al globo: Si no encuentran especias por el Este, las buscan al Poniente, así sea en un Cipango imaginario! Incluso consiguieron que nuestro Al Mansour les retornase aquellas campanas de Compostela...! ¡Malditos, con lo que pesaban!

Se dirige a Zamalloa:
-¿No será más cierto, señor Defensor, que aquel cañonero, el tal Dato, llevase material bélico, tal que cañones y profilácticos? Supongo que sí, que por llevar, llevaría tropas adiestradas en nuestro Rif; sables de caballería y cigarros, cigarros “señoritas” de Coruña... ¡Ah, y también mataquintos, de aquellos del Mallorquí, aquel de los aviones italianos, aquel March, aquel amigo de su Franco! Por si fuese poca aquella intoxicación, aquella lacra, también llevaron enfermedades sexuales, secretas, a las que llamaban, eufemísticamente, mal africano. ¡Hipócritas! ¡Lo traían ellos, heredado de sus andanzas a través de la Galia, pues “gálico” era su nombre, el verdadero! Por la Galia anduvieron, con su Duque, camino de aquellas bajezas, en los Países Bajos... Metralla suficiente para ocupar los aduares del Interior, séase, de los Ait Ijelf, de los Ait Ennus, Ait Assa, Ait Abdalah, Ait el Joms, Sbuia, Mesti... Suficiente para contaminar el Territorio; ¡todo, entero! ¿No se hizo aquella Ocupación a pretexto de pescar en la Mar Pequeña, frente al Fuerte de la Ventura? ¡Eso es lo sabido y lo admitido! Luego, ¿iban poner su pesquería en el interior, por ejemplo, en Tiguisit, o en Tiliuin, a treinta quilómetros de la costa? ¡Claro, tiene su lógica: los godos adoran las parameras, pero rehúsan las abluciones!

Zamalloa, explicativo, profesoral:
-Los godos no lo sé, que yo provengo de suevos, que mi “Gómez”, Gómez Zamalloa, procede, deriva, de “Gomá”, insisto, un nombre distinguido y bastante usual entre los führers, entre los caudillos germanos. Según su “Ben”, o “Beni”, indica filiación, así pasa con mi patronímico. Pero a lo que íbamos: La ocupación..., perdón, ¡la recuperación! del enclave de Ifni se acordara con Francia, que bastante engañaron aquellos gabachos a nuestro León y Castillo manipulando los planos de África pues Santa Cruz de Mar Pequeña, la histórica, la Mar de Diego García de Herrera, era, estaba, en el feraz Agadir, en el A Gader de las huertas, en ese celeiro de las searas! Sólo hay que darse una vuelta por allí, in situ que se dice, y quien no confunda el verdín de las huertas con el verde de los tapetes de juego de ese Agadir, comprobará y cotejará, pues en las huertas de Ifni solo se dan los arganes, las chumberas, el henequén, el ricino...! ¡Porca miseria!

El Fassi, irónico, a cada momento, más:
-¡Hombre, qué bien! ¿De qué se quejan si incluso tuvieron ricino en su Ifni; su ansiado ricino, aquel depurativo tan usado por los Camisas Viejas, por los viejos Falangistas, para depurar los rojos de la España roja? ¡A cada cual lo que se merece!

Zamalloa, colérico:
-¡Señoría, protesto! El ricino es más apropiado para este chupóptero, ¡un Professeur harto y barrigudo en un país esmirriado, casi una Abisinia!

El Fassi, echándose las manos a la cabeza en ademán de escandalizarse:
-¡Otra vez pido un respeto! Señoría, o acalla a este pseudocalifa galaico, o le arreo yo mismo con una de aquellas tizonas que usaba su Mío Cid! Ley del Talión: ¡Ojo por ojo y diente por diente! ¡Le voy a pinchar en el propio pecho, y tanto, que incluso sangrará su laureada!

Historia, que se pone grave:
-Se acepta esta reconvención, pero si vuelven a las injurias, ordenaré que consten en Acta..., ¡por si tenemos que deducir Sumarios para encausar a los Defensores! ¡Lo dije, y lo sostengo!

Zamalloa
-Yo prosigo, pues con la Historia no quiero bromas. En aquel año, en el 39, el hecho de que siguiese militarizada la mayor parte de la población de Ifni les proporcionó a los nativos substanciosos ingresos, y un subsiguiente, inmediato, progresivo, despegue urbano. Por consiguiente...

El Fassi, interrumpiendo:
-¡Señoría, permítame otra cuestión, que este gallego habla de la feria según y cómo le fue en ella! Saltó al Treinta y nueve omitiendo que en el Treinta y Seis, cuando su Alzamiento, que no Movimiento, la leva de quintos en Ifni fue general; importantísima y básica para el triunfo de aquellos levantiscos. Sólo dejaron en el Territorio a los chivanis, a las mujeres y a los niños, cargando, unos y otros, con sus pellejos del al-ma-luz. ¿No se entera de lo productiva que es Asturias de un tiempo a esta parte? Pues eso, que la sangre de los musulmanes da una vegetación verdinegra... ¡Es por la sabia que tenemos, por la sabia que aportamos; por la sangre que les dejamos, propia y ajena!

Zamalloa
-¿Señoría, se entera, como dice el Fassi, de que estaba yo en el uso de la palabra? Me disponía a explicar la procedencia de aquellos ingresos, tan substanciosos, que les transfirió la generosa España... ¡Eso de las Asturias, es otra impertinencia; fue un tiro falso, a córner!

Historia
-Prosiga, General, pero no se detengan en menudencias, que están alargando este Proceso. ¡Esto no es la O.N.U.!

Zamalloa
-Señoría, acaba de darme el hilo, el hilo y los puntos, que precisamente de la O.N.U., y de los U.S.A. es de lo que quería hablarle, que esos tales sí que tenían que estar aquí, en este banco, por rifantes! Cuando nuestro Caudillo se puso a la cabeza de su Gloriosa Cruzada, con el único voto en contra de aquel chivani, el tal Cabanellas...

El Fassi, que se echa las manos a la cabeza:
-¡Hay que ver! Ahora estamos hablando de la Cruzada, y antes dijo que en Ifni siempre hubiera un respeto religioso... ¡Estos hijos de Isabel de Castilla...! ¡Ah, sí Boabdil no fuese un llorón...! De propósito: ¿sabrían decirme qué influyó más en el africanismo de los españoles, aquel Testamento de su Reina, las nostalgias de su Imperio, del americano, o aquellos abonos dobles, aquel Plus de Residencia, y los cargos que les daban a su regreso a Madrid? ¡Por sus chapatorias, por sus experiencias colonizadoras, supongo!

Zamalloa, ignorando aquella pregunta pérfida:
-¡Hermano de Muhammad! La Cruzada de la que estoy hablando es la que tuvimos contra los infieles de las Españas, aquellos comunistas que sólo creían en Moscú, en su Moscova..., ¡y como no moscaban, los hicimos moscar, nosotros, la España Nacional, en Marzo del Treinta y nueve, con sólo tres años de contienda!

El Fassi, pletórico de ironía:
-Excusé moi! Je comprends, je comprends!

Zamalloa, hablando para sí mismo:
-¡Ah, pillastre; este gabacho me lo dice en francés! ¿Será para que no me entere de que está pidiendo disculpas!

El Fassi
-Lo que tendría que decirle, y precisamente en francés, es algo que ignora media España: Por el año 1925 los políticos spanois estaban hasta el gorro de mandar quintos para África..., ¡que de Marruecos volvían mutilados, mientras los emigrantes de Cuba tornaban ricos...! Pero se daba la circunstancia de que Francia deseaba encomendaros el control rifeño, haceros cargar con el muerto de un territorio malévolo y levantisco, así que no se le ocurrió mejor cosa que ayudaros a vencer al temido Abdelkrim! Después de esa conveniencia, la siguiente era despreocuparse de aquel Sur predesértico..., ¡endosándoos la momia de Ifni, Tarfaia, y todo eso! ¿Si fuese útil y productivo, os lo daría, os lo consentiría, facilitaría Francia vuestro asentamiento?

Zamalloa, que no le presta mayor atención, intenta cambiar de tema dirigiéndose al Tribunal:
-En el Banderín de Enganche de nuestra Cruzada se apuntaron todos los beréberes, todos los árabes, todos los almohades y todos los benimerines del Magreb. ¡Qué sé yo; muchos, a hecho; todos los de Alá y todos los de allá! Pero fue, aparte del flush, porque querían subir a Covadonga para vengarse de los osos; ¡y también de los Pelayos...! En aquella ocasión no fue con ellos El Fassi…, porque aún llevaba pololos!

El Fassi, que sigue irónico, burlesco:
-¡No tal, no es así, que en España también había Flechas; flechas y, sobre todo, Margaritas. ¡Oh, sí, unas Margaritas tersas, duras como cuernos, exuberantes, de auténtica vaca lechera!

Zamalloa
-¡Señoría! O pone orden al extremista del Istiqlal, o de lo contrario déjeme llamarle aquello de, Es-selam-aliqum! Ya sé, ya, que no significa lo que parece indicar, así, de oído, pero mis soldados mucho se tienen divertido con la fonética de esta frase. ¡Menudo ejército de asesores, de badulaques, de moros zarrapastrosos, aquel que tuvimos que pagar, nosotros, en el Treinta e seis, e de ahí en adelante, ¡por días de vida!, mientras que los soldaditos españoles, después de tomar las crestas asturianas, recuperaban, en aquellos riscos, los casquillos de las balas! Pues bien, estos balas perdidas, ¡los tuyos!, estos djenuns, estos pobres diablos del Aït Ba Amram..., andaban mirándoles la boca a los rojos, para liberarlos de su dentamia, para extraerles el oro, de baraka-lofik!

El Fassi
-Esa es una calumnia flagrante, propia de infieles... Su Excelencia se olvida de que nosotros, los arábigos, culturizamos Occidente, irradiando en todo tiempo y lugar, mayormente desde Toledo y desde Córdoba, la Gran Sultana, aquella Muslime espléndida, calurosa!

Zamalloa
-¿Irradiando...? ¿No sería rascando, rascando el muslamen...?
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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