Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

La Comisión de la Verdad

miércoles, 05 de septiembre de 2018
El Divino Pedro desea revertir la historia de España y acomodarla a su visión, maniquea, de buenos y malos, como si se tratará de un clásico del Western, se ve solo ante el peligro como Gary Cooper, el actor favorito de mi madre, baleandose con el general Franco ‎y tumbandolo como es debido.

Para ello y que su gesta tuviera resonancia internacional necesitaba un juicio público, una causa general escenificada de forma teatral. Se había informado vagamente de la Comisión de la Verdad en Sudáfrica, aunque rezumase demasiada reconciliación y arrepentimiento, el quería aplastamiento de los malvados y equiparar sin muchas sutilezas, para que se entienda vamos, a la TV3‎ y para ello era mejor Argentina y sobre todo Chile con aquellos macabros vuelos de los milicos con sus víctimas.
La Comisión de la Verdad
Por si alguna vez el Divino se clarifica sus idea y se hace adicto de GD, le contaré mi experiencia con estas comisiones de la verdad.

Bertrand Russell, el filósofo y matemático inglés fue el iniciador con su Tribunal Russell de estas búsquedas de la verdad y el restablecimiento de la justicia, que le valieron el Premio Nobel de la Paz. Continuó su labor el senador italiano‎ Lelio Basso con su Tribunal de los Pueblos. En ambos casos había un instructor de la causa, un fiscal tipo Inquisición y muchos testigos aportando atroces testimonios. Luego un alegato final y una sentencia, siempre solemne y condenatoria.

Asistí a uno de estos procesos al Tribunal sobre América Latina, que desarrollo sus sesiones en Venecia y en Bruselas, participaron Gabriel García Márquez‎ y Cortázar, ni que decir tiene que disfrute de su presencia y tuve ocasión de charlar con los autores de Cien años de soledad y de Rayuela. A otros participantes los conocía por ser políticos en el exilio de Uruguay, la República Dominicana y de Argentina. Todo era en sentido único y sin defensa posible. Se olvidaban los desafuero propios, pero reinaba un clima de solidaridad y de pasión incontenible.

A mi me dejaba estupefacto como un tupamaro clamaba por la represión en su pais,sin referirse ni por un instante a un arrepentimiento por las víctimas ni un adarme de reconciliación, pero como aspirante a escritor, ‎traductor de comunicados y periodista ocasional me fascinaba el espectáculo de este juego de pasiones, en que lo de menos era restablecer la verdad, sino dictar una lección de historia, apología pura y dura y a veces terror cuando un testigo mostraba sus dedos amputados por la saña feroz de la jauría humana.

Montar un juicio sumarisimo, tipo los procesos durante las purgas de Stalin en 1938 repugnaba al Divino Pedro, pero tampoco deseaba enfangarse en una interminable comisión de expertos con pros y contras y solo apta para estudiosos.

Había que imitar a Calderón de la Barca y sus poderosas alegorías en que de forma barroca y necrofila, que el morbo produce grandes réditos, quedara de forma clara y manifiesta que Franco y su régimen no fueron comparables al colaboracionista general Petain, sino malvados superiores a Hitler y Mussolini y al padrecito Stalin‎, esto último muy veladamente para no ofender a los virtuosos de Podemos, que ya han dejado claro que no aceptarán alusiones malévolas a Chaves y Maduro.

Estos altos pensamientos se entrecruzaban en la preclara mente del Divino, mientras peroraba en la Corte ‎Penal interamericana de Derechos Humanos en San José de Costa Rica y se sentía como Hércules cortandole al dragón las siete cabezas.

Descabezar a la hidra y derrotar por siempre jamás al fascismo y revivir simbólicamente claro, los fastos de la Revolución francesa, suscitar el delirio en Plurilandia y organizar un kilombo de padre y muy señor mio del que la piel de toro tardase en recuperarse y al final entonar el Te Deum, totalmente laico, de una reconciliación en que los falsos vencedores impusieran la verdad de los perdedores no era un trabalenguas,ni un resucitado Damero maldito, era el pensamiento del Divino Pedro.

Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES