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A guerra de Ifni (14)

martes, 14 de agosto de 2018
Ifnada

A guerra de Ifni (14)
Puesta en escena

Sala: Tribunal de la Historia (3)

Preside: Doña Historia

Acusados:

Francisco Franco Bahamonde, ¡con h intercalada!,
Caudillo de las Españas ¡por la gracia de Dios!

De la otra parte, el Malik, el Rey,
Sidi Mohamed V, Sultán Marroquí

Acusan:

Acusación pública española: Un Contribuyente.

Por la marroquí: Un Comisario del Ejército de Liberación.

Acusación privada española: Soldado X, muerto en acto de servicio.
Por la marroquí: Un Aguador, un tal Mohamed, alias El Gallina.

Defienden:

Mariano Gómez-Zamalloa y Quirce.

Si Allal el Fassi

Alguacil del Tribunal de la Historia: El Cabo Moreno, ¡entonces más negro que moreno!, que fue Cartero del Simancas, cuerpo expedicionario astur, ¡cronista de excepción, ya que bien excepcional fue aquel follón! Otro forzado, otro inocente…, que se pasó la mili en desplazamientos cotidianos, de la ciudad al campo, y del campo a la ciudad, ¡rodeado de alacranes!

Jurado mixto

Representan a España:
Un funcionario de la Tesorería del AOE.
Un comandante de la Policía Indígena.
Un comandante del Grupo de Tiradores de Ifni.
Una profesora de Enseñanza Primaria.
Un empleado de Banca.
El farero de Sidi Ifni.

Representan a los Magrebíes:
Un descendiente del Chej Ma el Ainín.
Un empleado de Alí Ben Boaida.
Un desertor del Grupo de Policía.
Un desertor del Grupo de Tiradores.
La mora Fatima, enfermera.
El moro Fadel, un destacado intelectual ifneño.

Actas: Por cuadriplicado, a un solo efecto: En gallego, en castellano, en chelja, y también en francés.

En la Sala: Puertas abiertas, tanto las interiores como las exteriores.

Traducción: Simultánea.

Taquígrafos – Secretarios: Uno por cada idioma.

SENTENCIA: Se supone que el Juicio no remate hasta que concuerden los doce miembros del Jurado, lo que entraña una dificultad especial, adicional, ¡que son pares!, y, además de eso, coprotagonistas en esta epopeya del Territorio.

Maqueta escénica: Esta obra se concibió para ser leída, o representada, por su extensión, con aparatos de lectura a distancia.

Tres actos o sesiones:

1º Acusadores y Defensores

2º Deliberaciones del Jurado

3º Sentencia

Escenificación:

Paño de fondo azul – celeste, tachonado de luceros. Alfombra moruna, de nudo, tejida a mano. En los laterales: A la derecha del espectador, un retrato de Franco; en pie, vestido de Capitán General. A la izquierda, Mohamed V; con chilaba y tarbus blancos, calzando babuchas, blancas o crema. Los retratos se orlan con las banderas respectivas.

Suenan unos compases de los himnos; y mientras, se alza el telón.

Después entra Doña Historia, una Señora muy aseñorada, una Matrona de cierta prestancia, con una palla espléndida, de lino crudo. Se tapa la boca, hasta los ojos, con un velo de gasa, color fucsia, finísima y transparente, que deja al cuello, también con solemnidad; despacio, como si fuese una estola.

Dos Gastadores de la Guardia Mora de Franco hacen un retén en las puertas del foro.

La iluminación tenue, baja pero cálida; el ambiente cargado, brumoso, atafagado…; ¡se supone que oliendo a pólvora!

ACTO I
Escena 1ª


Suenan unas trompetas, fuertes, vibrantes, marciales..., ¡que ni las del Apocalipsis!

Dos Cabos, dos Gastadores, inclinan, o rinden, sus lanzas, pregonando a coro desde que se extingue el eco de las trompetas:

Gastadores

-¡Tribunal de la Historia! ¡Audiencia Pública Hispano – marroquí!

Dan unos taconazos fuertes, de botas herradas, a estilo prusiano; después de eso, hacen mutis por el foro.

Seguidamente entra Doña Historia, escoltada por sus Secretarios. Permanecerá en pie, y no hablará hasta que termine de retirar, de acomodar, lentamente, solemnemente, aquel velo de tul ilusión, que le cubría parcialmente la cara.

Historia, con voz mayestática, imperativa:

-Silencio y gravedad en la Sala, que estamos en un Tribunal, en el más Alto, en el Supremo, en el de la Historia! Si alguien no toma en serio este Auto de Fe, de Fe Histórica, esta tragedia, más que griega, oceánica, que se vaya a las tinieblas de la incultura! ¡Queridos Historiadores, señores Escribanos, escríbase y cúmplase!

Cambia de tono; ahora, con voz más cálida, explicativa, casi maternal:

-Hijos míos, fieles estudiosos de la Historia, esta Retrocesión de Ifni a Marruecos, que así le llamaron en España, eufemísticamente, para evitarse la vergüenza de pronunciar, tal y como suena, tal y como fue, aquella derrota, aquella pérdida, prematura e imprevisible, de su Territorio de Soberanía, costó muchas vidas. Menos que el desastre de Annual de 1921, pero muchas; las que están en las estadísticas y los desconocidos. Con la agravante de que no fue por inexperiencia española, ¡eso no! Aquellos muertos, ¡cientos!, inmolados en un cascajo, en una paramera, merecen el más solemne, el más profundo de los respetos. ¡Dije, y dicho queda, por ante mí, en la propia Historia!

Por si esto fuese poco, tenemos el, ¿soterramiento, evaporación?, de miles de millones de pesetas, escamoteadas, ¡como de costumbre, claro!, al Contribuyente español; malversación de la que la Historia se lava las manos ya que no tuvo arte ni parte, ni control del gasto, pues aquellas cifras, totales y reales, disfrazadas y/o distribuidas entre la Presidencia y los Ministerios, nunca totalizadas fueron; y publicadas, aún menos, ¡que ni pasaron por el Tribunal de Cuentas Públicas!

Yo, Historia Contemporánea, y por ende, documentada, tengo la obligación de ser neutral, así que no puedo encubrir, ni omitir, aquellas pesetitas... ¿Pesetitas? ¡Duros! Tan sudados que, muchos de ellos procedían de la enésima emigración española... Con el sudor, con las lágrimas, ya que fueron coincidentes con la postración de su posguerra, y para más inri, según afirma el propio Querellante, hoy están derretidas; tan olvidadas como sus propios huesos ya que Hassán II, ¡que Alá lo tenga por allá!, al desviar la carretera Agadir-Tiznit-Gulimín-Tan Tan por tierras del interior, de real intención y de hecho histórico condenó la hermosa ciudad del Sidi, del Señor Ifni, a ser cubierta, paulatinamente, por las arenas de su chergui, para los españoles, siroco, que así le llaman en África al viento del Este. Seguro que fue, que lo hizo, para soterrar los restos de la Colonia española, y con ella, su propia Historia, que bien que lo chafa, voto a Tal! Pero, de todo esto, nada más; de momento..., para no prejuzgar el pertinente Juicio!

Sin embargo, debo hacerles una advertencia preliminar: Aunque siempre se dijo que la Historia la escriben los vencedores, como se trata, aquí, en este caso, de una litis promovida por un Afilador ourensano, el idioma oficial no será el árabe - chelja, sino el gallego, sin perjuicio, por supuesto, de reconocer la cooficialidad del castellano, además del francés, como ya es usual en los Juicios Internacionales!

Por otra parte, este Afilador, en su modestia, ¡galaica, por supuesto!, presentó la Querella a que se refieren estos Autos bajo el lema,

IF-NADA

que yo le respeto, ¡a pesar de que hiede! Con la consiguiente reserva legal de que el señor Querellante se dará a conocer, si prospera esta litis, seguidamente, ¡en su momento!

Por mi parte le doy mi, ADMÍTASE, más explícito y más rotundo al dictarse este


AUTO DE PROCESAMIENTO

El Querellante invoca, como corpus iure, en esta yihad, en esta Guerra Santa, toda la jurisprudencia de ámbito español, marroquí y/o internacional, que sea aplicable en estos casos, para que, como mejor proceda en Derecho, se esclarezcan, y definan, los siguientes principios, que estima conculcados:

1º Derecho del señor Afilador a ser considerado Descubridor de Ifni, o, por lo menos, Redescubridor, ya que llegó a primeros del año 1934 de la Era de los Nazarenes, Cristianos, unos días antes que el Coronel Capaz! No quiere que le pase como a Colón, que incluso le pisaron el nombre de su Nuevo Mundo, de la Colonia descubierta, vulgo, Indias Occidentales!
2º Derecho de Ocupación Territorial, que lo cede a España, generosamente, ab aeterno, ya que alega que cando llegó al páramo ifneño allí solamente había un ciento de cabileños, ¡cavilando! Sin que falten malas lenguas que añadan lo de, ¡rascándose! Asociados en una especie de Cooperativa de Consumo, ¡que de Producción, cero!, a la que llamaban por el nombre de su tribu principal, ¡Aït Ba Hamram!

A estos efectos, el señor Querellante alega, y de paso solicita, que se proclame una Declaración de terra nullius, de Bled es Siba, séase, Tierra de insumisos, puesto y supuesto que aquellos cabileños del Amezdog, fuera de la susodicha Cooperativa de Consumo de Higos Chumbos, y de las cuchilladas, de los gumiazos, a los vecinos, a los ricos de ese granero (4) de Agadir, y de cuando en vez, a los caravaneros del Sáhara, carecían de toda organización sociopolítica. Organización requerida, sine qua non, para que el Derecho Internacional reconozca toda soberanía y toda independencia. ¡Quiere decirse, la existencia de pueblo!

Entiende el señor Afilador que las barrelas, o casas de barro, de adobes, del Amezdog, con sus caciques, eran cuatro aduares, cuatro imazighen libres, que no le interesaban a ningún Sultán ya que nada aportaban, ni podían hacerlo, a su Tesoro; antes bien eran peligrosos para el mismo. Su anarquía superaba, con mucho, todo precedente galaico, castreños incluidos!

Con estas circunstancias, -arguye y alega el Querellante-, a estos ifneños de las gumías desmochadas sólo les quedaba la soberanía de dejarse ocupar por los sorchis del Coronel Capaz; máxime dada la natural habilidad de aquellos nativos, que así hay que llamarles, ¡nativos! Simples nativos, pues la protectora, España, aún no los proclamara Notables; quiere decirse, notables para el mercadeo, ¡vulgo, contrabando!

3º El ínclito susodicho, este Afilador, reclama su derecho a participar en las tajadas de Ifni, aunque sólo sea simbólicamente. Pretende que este derecho retrospectivo sea transferible, mortis causa, a su parentela, ¡tal y como hizo Colón! Y que, en defecto de una parentela causahabiente, su legado, ¡un legado histórico!, pase al Gremio de los Afiladores Ourensáns, ya que el único, fuese mauri o cristiano, que non muxiu da vaca española, (que no la ordeñó), cito literalmente, fue el propio Descubridor –Ocupador - Querellante.

4º Alega, pide, que ya que su cuerpo mortal fue devorado por los chacales cuando huyó de Ifni, que se cacen, por allí abajo, cien fieras de esas, de las que lo asimilaron, y que las entierren en otro morabito, lo más cerca posible del Santón Ifni, pues así este Afilador, con sus restos avecindados en tierra islámica, podrá participar, en el Día de la Resurrección, de las huríes que le sobren al Sidi Ifni. ¡Por afinidad, pero también por una proximidad ubicua!

5º Me impetra, por último, que juzgue al Malik marroquí, a Si Mohamed V, por Ocupación Ilegal y Traicionera, en el Cincuenta y siete, de un Territorio que el señor Afilador ganara para su país, para España, tan honrosamente, propiciando y facilitando, en el Treinta y cuatro, la Ocupación Legal, Subsiguiente y Pacífica de aquellos soldaditos del Coronel Capaz.

Al mismo tiempo solicita, o más bien exige, que responda aquí, por ante la Historia, su paisano, su Caudillo, don Francisco. Que nos explique aquello de la: ¡España, Una, Grande, Libre!, ya que este Querellante, este Afilador, cumpliendo con su juramento a la bandera, dio su propia vida, ¡por la Patria!, mientras que todo un Franco, un Caudillo, teniendo un Lugarteniente del temple de Zamalloa, y disponiendo de barcos y de aviones, se dejó expoliar la provincia Cincuenta y una de las Españas Imperiales. ¿O es que nadie se acuerda de que el propio Dictador, en la solemne Declaración de su Ley de Principios Fundamentales del Movimiento, dejó sentado, ¡atado!, que estaba, que era, consciente de su responsabilidad ante Dios y ante la Historia?

El Querellante considera de extrema responsabilidad por ante la Historia que un Territorio redescubierto por un gallego, precisamente por el propio Afilador, y ocupado por un hombre capaz, ¡capaz de llamarse Capaz!, defendido, en el 57, nada menos que por otro gallego, ¡un laureado!, fuese retrocedido, gratis datis, sin compensación alguna, tal que una fuente en Ceuta, o un lindero en Melilla! Según aduce, esto carece de lógica para los patriotas, y más aún para los Historiadores, así que se dan indicios de malversación territorial por el propio Caudillo de las Españas, ¡por el propio Vigía de Occidente!

Después de todo esto, en vista de que hubo una guerra, valga el ejemplo, por un simple retazo de aquellos Emiratos, el tal Afilador considera que su Territorio de Ifni merece una revisión histórica.

Es de justicia que pide, etcétera, etcétera.

Por lo expuesto, la Historia Contemporánea, de suyo imparcial, y bien documentada, admite a trámite esta

Querella,
…/…
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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