Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Frankestein hoy

martes, 24 de julio de 2018
Frankestein hoy Mary Shelley escribió a los 18 años la novela que le ha hecho mundialmente famosa. Su “Frankestein el moderno Prometeo” surgió de una velada literaria de altísimo nivel con Lord Byron el poeta Shelley, el doctor Polidori y las dos hermanas Godwin. Era una noche de rayos y truenos bajo una lluvia tremenda estos cinco personajes románticos a propuesta de Lord Byron se propusieron contar cada uno de ellos un cuento fantástico. Perfecta literatura gótica de cementerios, viejas mansiones y paisajes sombríos. No apto para miedosos, ni pusilánimes.

Muchas veces se hacen este tipo de proyectos. Recuerdo que en el convento de San Francisco en la Havana se fraguó a finales del siglo XX un proyecto similar pero todo quedó en buenos propósitos. Sin embargo en Ginebra, las cosas tuvieron mucho éxito. Surgieron dos personajes que pueblan la imaginación y la fantasía popular.

El vampiro de Polidori y el monstruo de Frankenstein de Shelley curiosamente este último libro cuando se publicó por primera vez se hizo de forma anónima porque la sociedad inglesa no podía aceptar que las mujeres escribieran ni mucho menos que crearan criaturas infernales. Por lo tanto, el editor exigió un prólogo del poeta Shelley, que después del suicidio trágico de su mujer que se ahogó en las aguas del Támesis en Battersy, todo por amor, se casó con ella y siguiendo la costumbre anglosajona adoptó el nombre de su ilustre marido.

Esta historia macabra condimentada con espiritismo, hablar con los muertos, visitar los cementerios, sauces llorones, se puede ver en una película de una directora saudí que se llama Haifaa Al-Mansour que ha sido la primera mujer en dirigir una película rodada en su país “La bicicleta verde” que se exhibió en muchos festivales. La eligieron para dirigir este film porque los productores estaban convencidos de que Haifaa podría entender perfectamente a Mary Shelley.

Viendo estas escenas de romanticismo delirante de gente jovencísima, ella tenía 16 años cuando encontró al gran poeta que será el hombre de su vida. Este adicto a pasiones fatales se había casado a los 16 años y tenía ya una niña de corta edad. Todo ello, aderezado con las poesías más famosas de Shelley que conocen los estudiantes de literatura. Es un romanticismo rompedor de las costumbres que se burla del sagrado, que proclama el amor libre y las relaciones de todo tipo que tiene un claro compañero de viaje en las crueles fantasías del divino Márques de Sade al que los revolucionarios franceses tuvieron que encerrar en la Bastilla.

En la búsqueda por superar la barrera de la muerte se hacían experimentos de magnetismo y de galbanización, vamos, que saltaban chispas. Se trataba de inventar una máquina diabólica que superase los umbrales de la muerte. Si a esto unimos que la bella Mary se refugia en sus momentos de ocio en un lúgubre cementerio tendremos un cuadro cercano a la realidad de entonces. Estos artistas que consumen drogas como el opio y que beben todos los vinos y licores posibles que trasnochan a la luz de las velas y se entremezclan entre sí como en una comuna hippy californiana. Es una bohemia con francachelas y derroches, y como le sucedía a Balzac con acreedores de los que hay que escapar por donde se pueda.

El monstruo surge de la muerte y la galbanización, a base de estas sacudidas de energía que dan vida a este engendro compuesto por partes de cuerpos humanos, exhumados de las morgues.

La genialidad de Mary Shelley es dotar de sentimientos a esta nueva criatura que por su deformidad se ve rechazada como lo fueron sentimentalmente las mismas hermanas Godwin, abandonadas tanto por el poeta, como por Lord Byron. Un drama sentimental en toda regla que padece la mujer de todos los tiempos y la criatura creada por la ciencia del romanticismo.

Saliendo del cine, me quedé pensando en cual sería hoy el monstruo de Frankenstein. Podría ser un pobre refugiado africano que perece en las aguas del Mediterráneo y al mismo tiempo infunde miedo a los acomodados burgueses europeos. Podría ser un vagabundo, no el “clochard” de la literatura francesa sino el que la mala fortuna le ha conducido a dormir en las calles de las grandes ciudades. Se ha acuñado el término aporophobia, el miedo a la pobreza por su hedor que suscita el asco de los ciudadanos. Podría ser también un hibakusha, un superviviente de las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, o una mujer liberada como la directora de esta película en países dominados por machistas que las temen o personalizado en Kim Jong-um o en Donald Trump.

Son todos ejemplos de fantasmas del siglo XXI. De nuevos Frankenstein que deberían concitar amor en vez de odio y repulsa. Invito a mis queridos e inteligentes lectores a crear sus propios monstruos y después en un acto de amor darles un fuerte abrazo.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
Antuña, Joaquín


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES