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Franquismo sociológico

miércoles, 04 de julio de 2018
Días pasados en un artículo publicado en El Correo Gallego titulado Goteras en Cuelgamuros, su autor mostraba su preocupación por “sacudirnos del franquismo sociológico, que nos está costando un potosí”, según palabras textuales del autor.

No tengo muy claro en que consiste dicha modalidad de franquismo, pero haciendo un breve e imaginativo inventario se me ocurren otras variables sobre tan prominente tema: franquismo militante -residual y escasamente activo- franquismo ideológico, retórico o subliminal, y franquismo nostálgico, este último lo integrarían un reducido grupo de octogenarios, más por añoranzas juveniles que por a las miserias y carencias del régimen franquista.

Pero en el caso que nos ocupa intuyo que el llamado franquismo sociológico es en realidad un franquismo demagógico, un sofisma, una argucia, una estrategia para criminalizar a la derecha retrógrada y fascista que está administrando la herencia del dictador.

Más de la mitad de la población española no había nacido o eran tiernos infantes cuando el dictador pasó a mejor vida, o quizá a peor. Otra parte significativa de la población ya ha olvidado a Franco y su larga y nociva dictadura, absorbidos por los problemas, exigencias y demandas de la sociedad del siglo XXI.

Obviamente, puede existir un fascismo residual extraparlamentario, en contraste con un populismo radical, con brotes de nazismo xenófobo secesionista, con voz y voto en el Parlamento y otras Instituciones del Estado.

Afortunadamente esta no es la España de “charanga y pandereta” de Machado, ni una “Una unidad de destino en lo universal” ya que hemos evolucionado a un estado plurinacional
Ojala los problemas que padece nuestro país fuesen la erradicación de los caducos símbolos del franquismo.

No podemos eliminar, ni olvidar los hechos traumáticos del pasado, pero deben constituir un aprendizaje, no una rémora para la construcción de un presente sólido y un futuro esperanzador.

La historia, como lo vida semeja la lectura de un libro, para llegar al final hay que ir pasando páginas.

“Los políticos que constituyen identidades sobre heridas están condenados a mantenerlas siempre abiertas”, afirma el filósofo italiano Gregorio Luri.

“Contra Franco vivíamos mejor”, dijo Vazquez Montalbán. Franco ha muerto, hace cuarenta años.

Habrá que recuperar la Canción del Olvido, del maestro Serrano estrenada hace cien años en Madrid.

Y esperemos que en el proceso de eliminación de la herencia franquista no nos quiten la paga del 18 de Julio, instituida por el dictador.

“Hay que derribar la pirámide franquista que se asienta en cuatro símbolos indestructibles”, manifiesta de forma tremendista el autor del escrito: la exhumación de los restos de Franco, la recuperación del Pazo de Meirás, el ducado y la fundación Franco. Afirma seguidamente que desparecidos los símbolos no enterraremos aún el franquismo sociológico.

Difícil y ardua tarea. Pero……

¿alguien en puridad puede pensar
que en esta España democrática y liberal,
plural, laica y aconfesional,
del divorcio y el matrimonio homosexual,
de la libertad de expresión y el populismo
existen todavía vestigios del franquismo ?
Vázquez Liñeiro, José Ramón
Vázquez Liñeiro, José Ramón


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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