Nuestro amigo Jeffrey Sachs sigue infatigable con su apostolado por las energías renovables y ahora en su último artículo se apoya en la autoridad moral del Papa
Francisco y del Patriarca Ecuménico Bartolome para apuntalar las energías limpias, las que no contaminan, ni son cómplices del calentamiento global.
Conocer los clásicos es muy útil para no inventar la rueda, ni creerse que el mundo empieza en uno mismo, el adanismo tan típico de los populistas y de los ignorantes. Sachs se refiere a Aristóteles, que contrastó dos tipos de conocimiento el "tecno", el saber cómo, el know how, y la "fronesis", la sabiduría práctica.
Los ingenieros y científicos tienen el saber hacer, argumenta el catedrático de la Universidad de Columbia, para desarrollar las energías alternativas y limpias ahora hace falta la voluntad política para llevarlas a cabo.
No se trata de la fe del carbonero. En Madrid en el mes de junio de 2018 hemos tenido el mismo clima que en 1905, esto podría avalar la tesis de quienes creen en la polución, la contaminación y no en el cambio climático, que se rige por grandes ciclos de tiempo.
Sachs nos saca de dudas y afirma que el cambio climático está causando grandes catástrofes naturales y enumera varias, con elevadas pérdidas humanas y materiales. De ahí la necesidad de redefinir nuestra política energética, descarbonizarla y cimentarse en la energía eólica, hidroeléctrica y solar, un giro copernicano.
Desaprueba los ejemplos de Canadá con su oleoducto en Alberta y de Argentina que se empecina en la búsqueda de energías contaminantes.
Existe una confusión entre medios y fines, utilizamos las energías contaminantes y desechamos las que nos convienen, por considerarlas caras y porque traicionan los intereses de los accionistas de las compañías petroleras. Se enfrentan el ser con el deber ser.
El Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolome con su autoridad moral y su reconocido prestigio nos dan las claves sobre lo que es bueno para la humanidad y como alcanzarlo. En este mes de junio ambos líderes religiosos convocaron reuniones de líderes económicos, científicos y académicos en Roma y en Atenas para acelerar la transición de las energías fósiles a las renovables.
Se trata de promover el bienestar para las futuras generaciones, abandonando tácticas electoralistas y oportunistas, pensar en el bien común de los hombres y de la tierra.
Existen los recursos económicos para hacerlo, insiste Sachs, solo falta la voluntad política en apoyo de esta tesis. El Papa Francisco en su alocución al Congreso de científicos en apoyo de los Acuerdos de París, dice Su Santidad:
"La civilización requiere energía, pero el mal uso de la energía puede destruir la humanidad" y continúa "la transición a una energía limpia y accesible es un deber que tenemos con millones de hermanos y hermanas en todo el mundo, a los países más pobres y a las generaciones venideras. Avanzar por esta senda no puede hacerse sin una mayor conciencia de que todos formamos parte de una gran familia humana, unida por lazos de fraternidad y solidaridad."
Paralelamente el Patriarca Bartolome convocó a las instituciones científicas, agencias de Naciones Unidas y religiosos presentes en Atenas y en el Peloponeso. La reunión se celebró solemnemente en la Acrópolis y realizó un llamamiento a respetar "la dignidad de la persona y la integridad de la naturaleza" y subrayó que una civilización se juzga por estos valores y no por el progreso material.
Aristóteles nos recomienda actuar en pro del bien común para reafirmar nuestra condición de ciudadanos. Apliquemos esta máxima en materia de política energética, sin olvidar el sentidiño gallego del que hace gala Don Xulio.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
