El Divino Pedro está feliz se ha convertido en el maestro de la posverdad. En la moción de censura había hablado de convocar elecciones cuanto antes, aunque se había referido a un periodo de normalización.
Ahora se ha quitado la careta y habla de agotar la legislatura. Como tonto piensa Sánchez, en las elecciones me ha ido siempre muy mal, así que nada de elecciones, a quien le importan los ciudadanos, son gente voluble a los que no hay que tener en cuenta. No saben lo que quieren, pero yo si se lo que quiero se ufana el Divino con su jefe de gabinete.
El sábado pasado debidamente disfrazado con un casco de motorista el Divino Pedro se pasea por la Cava Baja, el mercado de la Cebada, la iglesia de San Andrés, un garbeo por La Latina y queda muy satisfecho al ver todas las terrazas llenas, los restaurantes y chiringuitos a rebosar. A esta gente les interesa solo divertirse, pasársela bien como dicen los mexicanos, la pachanga permanente.
Hay que dividir a todos estúpidos consumistas y sacarles el espantojo de Franco, para conseguir que se enfrenten entre si, todos contra todos para luego reconciliarlos, que gustirrinín se siente ante las dos Españas y luego zas los reconcilio a estos borregos satisfechos.
Sigue el paseo y ya en la Plaza Mayor se mezcla entre la chusma, como se desprecia a
quien se necesita,en la pantalla gigante se representa la ópera de Puccini Norma. Siente un escalofrío seré como Manón vendido por el poder. No es cierto Manón no jugaba al baloncesto. Tranquilizado se deja absorber por la música de Puccini, aunque la duda de ser una especie de Manon le hace levantarse y marcharse a la Puerta del Sol y volver a casa, a su adorada Moncloa.
Sueña con el Aquarius, con la subida de impuestos a sus vecinos de Pozuelo, con su viaje a Berlín, París y Lisboa, con hacer bajar los humos a Mohamed y hacerle esperar, aunque me envíe muchas pateras, que se ponga a la cola de mis visitas. Los Reyes están con Donald que no se diga, que somos un gran nación de Naciones y todas esas lindezas con las que divierto al personal.
Trotar por los jardines, acariciar a mi perrita y urdir ocurrencias para pasar el tiempo y convertir a España en un plató de Supervivientes, lástima que se haya tenido que irse Maxim, por una bagatela de impuestos, me divertía mucho, era mi bufón de Corte. La vida sigue y el Divino entra en su despacho.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
