En la época del presidente Zapatero se aprobó la ley de memoria histórica que pretendía que no se olvidara a la España republicana y se restituyera la dignidad y el recuerdo a los miles de fusilados y represaliados de la Guerra Civil española que lucharon con la República.
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, fue una de las muchas familias españolas que buscaron refugio en Francia al final de la Guerra Civil. Actualmente, hay unos 600 000 españoles en Francia y recientemente se rindió homenaje a los militares españoles que formaron parte de la división Leclerc que liberaron París. Manuel Azaña, el presidente de la República española está enterrado en Francia, y allí murió también el gran poeta Antonio Machado.
Si miramos hacía México, los exiliados españoles y sus descendientes superan el millón y su contribución en los ámbitos académicos fueron muy notables con la fundación del colegio de México. En Cuba, el teatro nacional se llama Frederico García Lorca. En Italia, en Roma vivió muchos años Rafael Alberti y la poesía de Lorca alle cinque della sera es conocida por todos los estudiantes italianos. En Inglaterra y Estados Unidos, autores como Hugh Thomas y Paul Preston son también muy conocidos y no digamos en Francia donde se ha escrito mucho sobre nuestra guerra civil.
Zapatero trató de recordar a los españoles la crueldad de la dictadura de Franco para que las jóvenes generaciones no olvidaran y detestaran la dictadura. El error ha sido a mi juicio comparar a Franco con Hitler, lo que no se sostiene. Habría que relacionarlo con el mariscal Petain de Francia que fue un héroe durante la Primera Guerra mundial y que luego capituló ante los Nazis al igual que el general Franco hizo su carrera militar en las guerras contra Marruecos, siendo gravemente herido y después protagonizó un incalificable golpe de estado que todos los demócratas rechazamos y condenamos. La ley de memoria histórica se ha descalificado al convertirse en ley de revancha o venganza histórica.
El general Franco murió un 20 de noviembre de 1975 en el Hospital la Paz de Madrid. Hasta su muerte fue imposible derrotarlo e incluso dejó el futuro atado y bien atado ya que designó como heredero a Don Juan Carlos de Borbón.
Pretender ahora derrotarle, encarnizarse con sus huesos me parece una broma de muy mal gusto. De acuerdo con que sus restos reposen donde quiera su familia como ocurre con el mariscal Pétain, enterrado en Port-Joinville -L'Ile-d'Yeu- que en Francia no tiene mausoleo ni estatuas que lo recuerden.
Los rusos han sabido reconciliarse con su pasado. Es innegable las atrocidades cometidas por el padrecito Stalin pero se recuerda la Guerra Patriótica que salvo a su patria del nazismo y se rememora el asedio de Stalingrado y se conserva el himno nacional de la época soviética.
Una pintura de la España negra de Solana es una exageración debido al paralelismo que se hace con Adolfo Hitler. Aquí no habido holocausto ni exterminio de millones de judíos ni genocidios lo que hubo fue el horror de la Guerra Civil con muchos fusilamientos y torturas por ambos bandos.
En nuestra transición protagonizada en primera persona por Alfonso Suárez y el Rey Juan Carlos se habló se reconciliación del abrazo que simboliza el cuadro de Genovés que esta colgado en las Cortes. Nunca de revancha ni venganza ni de resurgir del enfrentamiento de las dos Españas sino se trataba de reconciliación nacional.
Si se trata de estigmatizar en bloque a la derecha española tildándola de franquista es volver a la retorica de las dos Españas, los buenos y los malos. Sería como identificaramos a Podemos con los chavistas o a Izquierda Unida con los comunistas de la Unión Soviética.
Es electoralismo puro y duro. Levantar muros, crear recelos, fomentar discordias, falsificar nuestro pasado.
Honor a todos los caídos durante la guerra civil, sean héroes o villanos, es de estricta justicia, pero con la firme resolución de evitar que otra guerra civil divida a los españoles. Tumbas dignas si, tumbas futuras de odio no.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
