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Grandes empresas

lunes, 18 de junio de 2018
¿Qué ventajas tiene el que algunas grandes empresas sean de los grandes inversores en vez de ser del Estado?

En las pequeñas y medianas empresas (pymes), los dueños conocen perfectamente la actividad de la empresa, trabajan tanto o más que sus empleados y, como es lógico, tienen beneficios. Cuando quieren ampliar la empresa o adquirir equipamiento, reinvierten beneficios o piden un crédito a un banco, que luego devuelven, pero ese banco y sus accionistas nunca serán los dueños de esa empresa. Las pymes tienen mucha importancia porque generan el 75 % del empleo en España, compiten realmente entre ellas y pagan un porcentaje en impuesto de sociedades mayor que las grandes empresas.

Pero en las grandes empresas, los verdaderos dueños son los accionistas, sobre todo los grandes inversores, que no tienen ni idea de la actividad de la empresa, algo que, a veces, también ocurre con los miembros del consejo de administración. A esos inversores lo único que les importa es el beneficio, cuanto más mejor, lo cual, sobre todo en el caso de los oligopolios, donde la competencia es escasa, encarece los precios al consumidor con frecuentes subidas en los recibos de la luz y del teléfono, por ejemplo. Es decir, los grandes inversores son los dueños de todo lo que se mueve y su misión es ganar dinero a partir del dinero que inviertan, sin necesidad de trabajar. Los que trabajan y crean riqueza son otros.

Nada de eso ocurriría en las grandes empresas que fuesen del Estado como ya lo fueron aquellas que luego fueron privatizadas por los lumbreras neoliberales, artífices del "milagro económico" español. Por ejemplo, las telefónicas, las eléctricas, las de combustibles y alguna de las grandes constructoras (que también podrían construir casas baratas) podrían ser del Estado, al igual que ocurre con la sanidad, la educación, la seguridad... Por supuesto que los trabajadores, desde los ingenieros hasta el último empleado, serían los mismos que si las empresas fuesen privadas, y los directivos no tendrían los sueldos astronómicos que tienen en las empresas privadas, ni habría que estar preocupados por obtener los máximos beneficios para los accionistas, con lo cual los costes para el consumidor serían menores.

En el caso de las grandes empresas que fuesen del Estado no habría que preocuparse de "calmar" a los mercados para que invirtiesen en ellas, y los beneficios no serían para enriquecer más a los grandes inversores y a los altos ejecutivos, sino para el Estado, que los podría reinvertir en dichas empresas o dedicarlos a sufragar el Estado del bienestar. Y no es cierto que las empresas públicas funcionen peor que las privadas, desde luego eso no ocurre con la sanidad pública española que está entre las mejores del mundo.

¿Qué sería entonces de los grandes inversores? Pues no tendrían ningún problema, porque los que tengan mucho dinero y no puedan invertirlo, siempre podrán gastarlo.

Por eso digo yo, y no digo nada: ¿Tiene alguna ventaja el que algunas grandes empresas sean de los grandes inversores en vez de ser del Estado?
Paz Palmeiro, Antonio
Paz Palmeiro, Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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