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Fernando de Salas: un maño universal

lunes, 28 de mayo de 2018
A sus 98 años, ha fallecido uno de los grandes talentos de España. Fue rector de la SEI, Sociedad de Estudios Internacionales, que había sido creada en 1934 y Don Fernando la reflotó y la convirtió en uno de los Fernando de Salas: un maño universalInstitutos de Política Internacional más importantes de nuestro país.

Fernando, permítaseme llamarle así, por la devoción que tuve al Maestro, era un escritor infatigable de artículos , siempre sobre temas internacionales y de interés nacional. Repartía las fotocopias de sus artículos a todos los que se le cruzaban. En esto, ha tenido una gran discípula en Francisca Blázquez, otra trabajadora infatigable.

Mi amistad con este gran maestro, le trajo un elemento que los hombres de su generación no tenían y es darle a las Naciones Unidas y a sus organizaciones especializadas como la UNESCO, la FAO, la OIT., la relevancia que tienen, y se convirtió en entusiasta de Naciones Unidas.

Recuerdo mi estupor cuando al incorporarme al equipo de Joaquín Ruiz-Giménez, vi que el líder de izquierda democrática, no tenía ningún interés ni consideración por este organismo mundial. En el Franquismo se menospreciaba a las instituciones surgidas después de la Segunda Guerra Mundial. Estábamos aislados y profesábamos un nacionalismo intenso y muy pueril.

Fernando de Salas fue militar, coronel, con dos hermanos generales, todos ellos de Zaragoza. Se licenció en derecho a los 80 años y también cursó estudios de periodismo. Era un hombre del Renacimiento. Estuvo casado dos veces, con su primera mujer tuvo unos hijos estupendos, y a su fallecimiento se casó con una escultora, especialista en ranas, que adornaban todo su bonito apartamento en Príncipe de Vergara y cuyo marido, porque también era viuda, había desaparecido en el Triangulo de las Bermudas. Él vivía solo, defendiendo su soledad de gran intelectual y tenía una asistenta fabulosa Pilar, que hacía probablemente las mejores tortillas de patatas de Madrid.

Tuve el honor de tenerlo como tertuliano estrella en mi programa de televisión en TVERBO durante 3 años, en un programa debate sobre el tercer milenio. Participé también dando charlas en la SEI y me nombró profesor de esta prestigiosa sociedad de estudios.

Presentó en el año 2000 mi libro “El arte de crear una ONG” en la FNAC de Zaragoza. Estuve con el Maestro igualmente en la UNESCO, invitados en un seminario sobre la Cultura de la Paz. Era un charlista inconmensurable, hablaba por los codos de los temas que le apasionaba. Era de pensamiento liberal y no tenía las telarañas habituales de solapado odio a los judíos, a los masones y a las multinacionales, tan típicas de los justicialistas españoles.

El gran problema de Fernando fue no hablar inglés, sus trabajos siempre en español, no los leía nadie en estos organismos que solo hablan ingles y a duras penas francés. Su gran aportación fue la propuesta de creación de unas fuerzas armadas dedicadas al medio ambiente y a impedir catástrofes naturales. Una idea de cascos verdes que compartía con Gorbachov, el líder de la cruz verde.

Su casa estaba atiborrada de libros, publicaciones, folletos que son las señas de identidad de estos hombres apasionados por las ideas y por las divulgaciones de las mismas.

Era muy patriota, muy español, muy devoto de su Majestad el Rey, como él le llamaba, que era presidente de honor de la SEI, pero pese a su acendrado patriotismo estaba abierto a las ideas de los demás.

Respecto a la juventud, les alentaba a trabajar, a estudiar, a apasionarse por la política internacional y era curiosamente muy liberal respecto a las relaciones humanas. En medio de una conversación, que rozaba la metafísica, Don Fernando decía, ante los atónitos alumnos, cosas como “qué bien nos vendría un revolcón” y seguía hablando de sus caballos de batalla favoritos. Era un fuera de serie.

En sus últimos años, a finales de enero, organizaba su cumpleaños e invitaba a sus amigos, entre los que tuve la fortuna de estar. Primero en el centro Nicolás Salmeron y después en el Casino Militar de la Gran Vía. Invitaba siempre, era de una generosidad extraordinaria. La Gran Peña era su club favorito y allí organizó una de las mejores reuniones del Jurado Internacional del Premio Escolar Paz y Cooperación.

Una de las ultimas sentencias, de esas frases lapidarias y estupendas que nos prodigaba era que había escalado las 8 montañas más grandes del mundo, fue cuando cumplió 90 años, y, a pesar de su edad y de su admiración siempre por la forma y el protocolo en sus reuniones se pronunciaban discursos a la antigua usanza. Era jovial, alegre y comprometido.

Se ha perdido un gran español, que no consiguió el premio Príncipe de Asturias, que a él le hubiera gustado tanto y habría sido muy merecido.

Don Fernando ha plantado un árbol en la memoria de todos los que tuvimos la dicha de conocerle. Se ha extinguido un cuerpo ilustre, pero la llama continúa.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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