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Meghan e Irene, el sueño

viernes, 18 de mayo de 2018
Se acercan grandes fastos reales. Una actriz norteamericana se convertirá en princesa con su príncipe azul Enrique, este sábado 19 de mayo. Por su parte nuestra princesa proletaria Irene Montero, que está esperando gemelos, se ha comprado junto a su pareja Pablo Iglesias un chalet en Galapagar suscribiendo una hipoteca de más de 600mil euros.

Son dos mujeres indudablemente muy competentes, una en el celuloide y otra en la política, que, aunque presuman de ultrafemenistas han cazado con todas de la ley a estupendas presas masculinas. Un hijo de la princesa del pueblo Diana, el díscolo Enrique llevado a buen camino y a la vicaría. Un as de corazones con verbo encendido y revolucionario, que cuando era novio de la pasionaria de Ribas, Tania Sánchez, declaraba su pesadumbre y casi rechazo de traer niños a un mundo tan desigual e injusto como este.

Meghan e Irene, el sueñoLa familia de Meghan Markle, esta muy bella afroamericana, es absolutamente de telenovela. Una madre asistente social y profesora de yoga, un padre director de iluminación que abandona a la madre y a la hija cuando tenía 6 años, que ahora está arruinado y escondido en México. Un tío diplomático y otro obispo y un medio hermano violento y agresivo, que amenaza con una pistola a su novia.

Irene a su vez con una familia humilde, de gente de pueblo castellano que se instala en Vallecas, con un padre llamado Clemente que trabaja en mudanzas y una madre Adoración educadora, que consiguen que su brillante hija curse una carrera universitaria y se convierta en una aspirante a una Evita española. Una historia muy parecida a la de muchas familias modestas que a base de trabajo consiguen elevar su posición social, todo un ejemplo.

Meghan es, al igual que la Reina Leticia, una clásica chica de la tele. Ha brillado con luz propia en la serie Suits, que tuvo mucho éxito en el mundo anglosajón. Se parece mucho a Begoña Villacis, la líder de Ciudadanos y probable futura alcaldesa de Madrid. Begoña es un poco más corpulenta, pero el bonito rostro es el mismo. Visionando rápidamente esta serie a veces creía que se trataba de la chica de oro de Ciudadanos, que el día de San Isidro lucía esplendorosa en la pradera.

Enrique, el príncipe de este cuento de hadas, seguro que la vio en la tele y, como el Rey Felipe, que quedó patidifuso, la primera vez que vio un telediario de Leticia. Con Leticia Meghan comparte también el ser divorciada y tener una familia bastante pintoresca, con un taxista, una excelente periodista y dos hermanas difíciles. Nada es nuevo bajo el sol.

Cuando brotó el amor, pongamos en plan crónica rosa, es difícil saberlo, pero se puede imaginar que quedó en algún momento con la boca abierta y el corazón fundido oyendo algunos de los discursos de El Coleta, con lo llaman a Pablo en su facultad de políticas. La anterior pareja era rubia y de muy buena planta, ella más chiquita, pero con mucho fulgor en los ojos y con discursos incendiarios. Se diría que fue un amour fou.

Los países republicanos, y me estoy refiriendo especialmente a Francia y Estados Unidos, adoran a la monarquía inglesa. En las noticias de los principales canales de Nueva York y de todo este país continental se regalan informaciones casi cotidianas sobra la Corte de Windsor, lo que hace la Reina con sus bolsos y sus sombreros, la inevitable Kate, con su apuesto marido, las confidencias de secretarios, policías y jardineros de la corte real. No está muy bien visto el príncipe Carlos, el perpetuo heredero, que humilló a Diana y se casó finalmente con una mujer del tipo pesadilla. En Francia ocurre lo mismo, muchísimas imágenes, muchísimos artículos de los reales de Inglaterra, pero también de España, de Holanda, de Dinamarca. En este último país, el príncipe consorte que era un noble francés, que nunca consiguió ser Rey, se hizo incinerar para no compartir el mausoleo, como si de un papa se tratara, que se ha construido la Reina.

En España, durante muchos años, fue muy querido el Rey Juan Carlos por su intuición política , su campechanía y su gran simpatía, pero como buen Borbón, borboneaba, es decir le gustaban las mujeres más que a un loro el alpiste y su ultima conquista, Corina, con quien compartió una fatal cacería en África, donde rayó el grotesco al caerse de la cama y causarse fracturas, colmó la paciencia ciudadana. Su hijo, el Rey Felipe, se parece mucho más a su madre, la seria y profesional Reina Sofia y, aunque hace muy bien su papel, le falta este carisma, este tirón que tenía su padre. Los modelitos y las operaciones de Leticia son pasto de las publicaciones de todo tipo. En una palabra, se habla de la familia real sobre todo en el ¡Hola!.

La apoteosis de Meghan ha llegado, la de Irene también, una en el sueño de una chica americana, ser princesa, y nada menos que en Londres, la otra, la de ser una burguesita acomodada, saliendo de su querido Vallecas y asegurándose, con el nacimiento de sus hijos, la cercanía del líder Pablo, que se fantasea Che Guevara día si y día no.

Queridos lectores, disculpadme que per un día me he vuelto como Corín Tellado, la tierra tira y la múltiple y fecunda escritora de Gijón ha sido una asturiana de pro. Felicidades pues a Meghan por su trono y a Irene por su chalet.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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