En septiembre 2000 los lideres del mundo se reunieron en la Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas para comprometer a sus países a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un agenda para la dignidad humana.
En 2005 se inició el Proyecto Aldeas del Milenio como proyecto piloto

para ejecutar las recomendaciones del Proyecto del Milenio en el África rural.
En México hay un museo de las utopías, que nos orienta sobre la necesidad de aplicar el ingenio humano, aun en causas muy dificiles y esto viene a cuento en África donde se necesitan realizar muchos proyectos, comso lo que propone el grupo de trabajo de Jeffrey Sachs.
Si se tiene en cuenta que en el mundo mil millones de personas no tienen acceso a la electricidad y que un gran porcentaje de ellas está en África se comprende la magnitud del problema.
Estas personas condenadas a cocinar talando árboles o arbustos para obtener la madera o utilizando el carbón contribuyen negativamente al desarrollo provocando contaminación y desertificacion.
Las energías solares, eólicas y eléctricas, que son las que se recomiendan en estos Objetivos de Desarrollo, del Milenio primero y a partir del 2015 Sostenible, son patrimonio de los países avanzados.
Vivimos en un planeta a dos velocidades. Por eso tienen importancia proyectos como estas Aldeas del Milenio, que pretenden y han conseguido en sus 10 años de actuación mejorar la agricultura, el medio ambiente, la sanidad, la educación y las infraestructuras. Los mayores avances se dieron en sanidad y agricultura.
Junto a los aspectos técnicos se avanzó, en los aspectos legales, el título de la propiedad de la tierra. Estas familias campesinas, propietarias de sus tierras, no solo han aumentado el uso de los fertilizantes y de las semillas mejoradas, sino que también se han ocupado de mejorar las instalaciones, dotándose de letrinas, sistema de conducción de aguas y reparación de los techos y los suelos de sus viviendas. Como ejemplo se cita un proyecto en el norte de Ghana.
Los hombres tecnológicos actuales están muy acostumbrados a medir todo, se diría que tienen el mal de la estadística y esto, queridos lectores, es muy difícil que entre el la cabeza de pequeños agricultores de la profunda África, donde todavía, como en Burkina Faso, un matrimonio o un entierro duran tres días con incesantes sonidos de Tam Tam.
Los sesudos técnicos del Banco Mundial, de la FAO y de otras instituciones deberían comprender que lo que ellos consideran progreso se abre paso poco a poco.
Lo que sí podemos medir en los países donantes es ver si se llega a la

meta del 0.7% de ayuda al desarrollo. Según datos de la OCDE, la organización para la cooperación y desarrollo económico, que tiene su sede en Paris, la contribución del total de sus países miembros llega difícilmente a un 0.32%, lo que significa un déficit de ayuda anual equivalente a 170mil millones de dólares. Sin estos recursos es muy difícil que en África se puedan conseguir estos Objetivos de Desarrollo Sostenible que deberían estar listos en 2030.
Sin embargo, no seamos tan pesimistas y consideremos que estas diez aldeas estimulan a las zonas circundantes. En el difícil tablero de ajedrez que juegan los palestinos y los israelíes, según lo que personalmente he visto, los palestinos se benefician de los proyectos israelíes imitando sus prácticas agrícolas. Prescindamos de otras consideraciones.
En un tema tan necesario y difícil como el desarrollo, para tener éxito es necesario que los campesinos sean los propios impulsores del mismo, pero en proyectos financiados desde el exterior se puede conseguir muy buenos resultados invirtiendo en sanidad, educación, agricultura e infraestructuras.
Niños más sanos aprenden mejor, asisten satisfechos a la escuela, participan en sus actividades. Al mismo tiempo la electrificación y el agua potable benefician a la salud y a la educación. Se refuerza más el sentido comunitario introduciendo sistemas elementales de registro civil, anotando fechas de nacimiento, de defunciones, de acceso a la propiedad y de matrimonios.
Recuerdo de mi estancia en México una obrita de teatro que ponían en solfa a los expertos agrícolas que aconsejaban medidas a los campesinos sin conocer el medio local, ni los cultivos, ni el clima de la zona. Sería conveniente además que estos mencionados expertos fueran agricultores, como hace por ejemplo la ONG italiana Mani tese de Milán.
Los sociólogos son buenos para fomentar cambios sociales e incluso revoluciones, pero no para mejorar las condiciones de vida de la población. En mi ONG hemos huido como de la peste de los proyectos de psicólogos, sociólogos y otras especies urbanas, a veces muy dañinas, de nuestras ciudades europeas.
Estas diez aldeas, aunque no sean perfectas, son una contribución indudable para conseguir, impulsar la mejoría de vida del medio rural, donde las mujeres y, esto vale sobre todo en África, son totalmente protagonistas. El desarrollo rural en África tiene nombre de mujer.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com