Queridos lectores no es una confesión, aunque últimamente siempre de forma virtual me rondo una meritoria, que sin duda obtendrá pronto un máster, una maestría, pues es de la América hispana, es como habrán adivinado los más cultos un libro de Gabriel García Márquez, el gran Gabo, con quien compartí mesa y manteles en casa de una dama

alemana en Roma y dos seminarios en Venecia y en Bruselas, junto a Cortazar por cierto.
Mi reflexión que espero sea iconoclasta viene a cuento de la furia que ha despertado en amplios sectores de la opinión pública la sentencia de la Manada.
Los notarios, siempre defiendo a esta profesión en que destacó mi estupendo padre, pueden aumentar sus ingresos, ante los certificados que tendrán que solicitar todas las parejas de amores clandestinos, de los del morbo a tope, para blindarse ante futuras denuncias.
Otra iniciativa sería imitar la arraigada costumbre mexicana de hacerse acompañar las mujeres por una chaperona, para salvaguardar su virtud. En mis años mexicanos recuerdo una linda sindicalista que acudió a la cita con sus papis o aquella presentadora de televisión que se vino con su arquitecto.
Nuestro Nobel peruano, estrella ahora del Hola, decía en una entrevista que su despacho en la Universidad tenía siempre la puerta abierta y si la damita venía muy descubierta solicitaba la presencia de la secretaria, en un país puritano donde mirar siete segundos a una mujer es acoso.
Mi amiga la embajadora de Argelia se irrita mucho ante las desnudeces y pone cara feroche mientras lo dice en Alicante. Sus compatriotas se asomaban a la playa del Postiguet con ojos abiertos de par en par, mientras esperaban el ferry que les llevaría a Orán.
Viene esto a cuento con las Fiestas de San Fermin y las imágenes del chupinazo del último año, en que junto a mozos desbocados se veían a jóvenes enseñando, mejor sería decir descubriendo sus pechos, en un desmadre digno de Sodoma y Gomorra y no lo digo como moralista, que no lo soy, sino como descripción.
Mi pregunta ingenua es y las familias de toda esta juventud que se divierte alegremente no les hacen recomendaciones y les dan consejos. Ahora con el botellón se imponen sanciones a los padres. En el libertinaje no habría qué hacer lo mismo. El señor Orban muy criticado en la Unión Europea tiene una política pro natalidad muy notable. En la Rusia de Putin las Pussycat o como se llamen fueron condenadas a dos años de cárcel, aquí son portavoces del Ayuntamiento de Madrid.
Nadie discute que los mozos de la Manada son unos violadores, imitadores de los gangbang del porno, ni que la chica tiene derecho a vestirse o desvestirse a voluntad y que todos ellos estaban borrachos, pero me cuestiono, aunque sea contra corriente por la responsabilidad de todas esas familias y también opino que nueve años de condena no es cosa de poco, aunque haya medidas de gracia penitenciarias.
Enlazando con mis putas tristes que sórdido solicitar sexo para ofrecer trabajo, que padecen miles de chicas emigrantes ante sus empleadores españoles o de cualquier nacionalidad, la damita, muy linda por cierto, que me inspira este artículo, atrapada en un piso de la periferia madrileña, me decía por Internet si no cedo, me quedo sin contrato, ignorando que denegar trabajo prometido por un tema sexual es un delito que pueden denunciar. Se convierten así en esas putas tristes, que comulgan con ruedas de molino, como en la novela del genial Gabo.
Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com