
Es lo que hay. Una sociedad podrida y apestosa. Una sociedad sin principios, hipócrita, egoísta, materialista, mal educada, aborregada, teledirigida, absurda, falsa y autodestructiva. Una sociedad con dioses de papel mojado y cuyo estandarte es un billete de cien euros.
Una sociedad formada por engendros paridos por otros engendros. Acomplejados, inseguros, ególatras, envidiosos y resentidos que pretenden ser lo que no son y aparentar lo que quisieran ser. La fotocopia de otra fotocopia. Un espejo del revés. Una capa de barniz.
Generaciones perdidas. Muñecos de trapo. Gañanes de diseño que firman con el pulgar. Payasos disfrazados a la última. Creen ser únicos, pero otros diez millones lucen la misma facha. Resultan grotescos y patéticos. Ellas, las diosas de las bragas caídas, no son más que una manada de pedorras rellenas de silicona que no se soportan a sí mismas. Sus cerebritos de serrín se esconden entre sus piernas. Quién lo diría.
Con el paso del tiempo, lo inevitable: el vértigo, el salto al vacío, el hostiazo padre, la frustración, la agresividad y la locura. El principio del fin.
Es lo que hay:
Un apeadero y un tren que no llega ni llegará.