El petróleo lleva por la calle de la amargura a los políticos. Me dice Jeffrey Sachs que, estos días está escribiendo mucho, que la mentalidad de hacerse rico rápidamente, sin pensárselo demasiado, es muy difícil de superar.
Este es el peligro que acecha a Canadá y a dos de sus líderes más progresistas, al primer ministro Justin Trudeau y Rachel Notley de Alberta. En este Estado canadiense, se podrían construir oleoductos para transportar la arena de petróleo a los mercados mundiales.
Este proyecto que ha suscitado mucha controversia entre los ambientalistas se llama Trans Mounteain y es, nos dice Sachs, incompatible con un mundo de energías sanas y acarrearía la bancarrota ambiental. La historia es muy simple y se entiende perfectamente a no ser que los políticos tengan pronto elecciones y sean cortoplacistas.
El proyecto mencionado crearía puestos de trabajo pero iría claramente contra el Acuerdo Climático de París, que defendieron hasta las últimas consecuencias, el señor Trudeau y la señora Notley, para conseguir rebajar dos grados centígrados el calentamiento global actual. El mundo tiene que descarbonizar su sistema energético para 2050, en caso contrario, el calentamiento sería imparable.
Un nuevo estudio de la red de soluciones de desarrollo sostenible de Naciones Unidas,
nos muestra cuál debería ser el camino de la industria energética de Canadá, en vez de ensuciar los mercados mundiales, Canadá debería exportar electricidad, carbón cero, a los mercados de Estados Unidos.
En estos últimos meses, hemos padecido en España y en el mundo, múltiples desastres debido al calentamiento global, así hemos experimentado olas de calor devastadoras, sequías, graves inundaciones. En estos días es noticia la crecida del Ebro y nos hacen temblar las tormentas y los huracanes, hasta tornados hemos vivido en España.
Al amigo Jeffrey, aquí se le ve la oreja y se apunta a la Santa Compaña de Galicia, poniéndose en plan catastrofista y en plan fabulador; nos pinta un cuadro de terror, gigantescas olas de muchísimos metros sobre el nivel del mar, pérdidas gigantescas de las cosechas, enfermedades horripilantes debidas al clima, especies invasoras, incendios forestales y mega tormentas, ¡vaya, la repanocha!, solo nos falta ver aparecer a los monstruos de las películas japonesas.
En este fresco dantesco, es evidente que los 60 dólares por barril que cuesta el petróleo de Alberta, a la larga, seria un negocio ruinoso, ya que incrementa la dependencia en el petróleo.
Como amigo de Canadá, Sachs y el lobby demócrata que representa, aconseja a los canadienses que no gasten el dinero que tanto esfuerzo les cuesta, en estos proyectos contaminantes y que empleen estos recursos en las energías renovables, a Canadá le sobran agua, viento y recursos alternativos.
Canadá se está moviendo rápidamente hacia un futuro de carbón-cero. En 2015 dos tercios de la energía de Canadá procedieron de fuentes renovables, sobre todo hidroeléctricas. Sólo Noruega, Nueva Zelanda, Brasil y Austria están por delante de Canadá en este empeño que se sitúa en el mismo nivel de Dinamarca.
Canadá puede convertirse en un gigantesco silo, un granero energético para los Estados Unidos. En España tenemos la traída y llevada conexión eléctrica con Francia que podría aliviar nuestras necesidades energéticas en tiempos de sequía.
La palabra mágica, la que pronunciaría el mago Merlín es descarbonizar, que se ha convertido en el abra cadabra de los ecologistas. Transformar una economía basada en el petróleo y el gas, constituye una verdadera revolución. Es avanzar hacia la economía de paz que es nuestro muro de las lamentaciones de los pacifistas.
El despliegue militar realizado por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido contra el empleo de las armas químicas en Siria, constituye un gigantesco derroche de recursos. Con esta misilada, se podría haber alfabetizado a media humanidad, avanzado en la lucha contra la malaria y mejorado las infraestructuras de los países en desarrollo. En vez de esto, en un pispas se gastan miles de millones de dólares en unos inútiles, aunque muy vistosos, fuegos artificiales.
El amigo Sachs, quiere descarbonizarnos y que cumplamos el Acuerdo Climático de Paris. Personalmente como buen latino soy muy escéptico ante las jeremiadas apocalípticas de todos los creyentes del cambio climático. No soy negacionista, Dios me libre, pero lo pongo un poco en solfa, espero que Jeffrey me perdone. Dicho esto, utilicemos el sentidiño gallego e intentemos eliminar la contaminación. Seamos humildes y llegaremos lejos.
Joaquin Antuña
Joaquinant@hotmail.com
