Finalmente ha llegado la primavera al barrio de Argüelles. Mi centro de operaciones está en la Calle Princesa, en Manolo 1934, que regenta José Ramón, un lucense de pro, supervisado por su mujer y ya es sabido que en todo matrimonio que funcione, es ella la que comanda, palabra esta que viene de comandante. Hoy José Ramón, hacía su habitual tour de Charme, saludando a los clientes, entre los que estaban el Marqués de Tuercas, el relamido Petronio luciendo tipo y vestuario que ntentaba hacerse con los favores de una dama que lo esquivaba con simpatía. Don Carlos en su rincón, comía en silencio y tranquilamente, repuesto ya del patatús que tuvo en el mes de marzo.
La estrella del momento era el catedrático Alejandro de Trotta con una conversación muy alambicada, muy filosófica, muy dialéctica, muy enrollada, muy atrapamoscas con una señora un poco sombría que recordaba a las intelectuales de St. Germain en la época existencialista del café de Flore de Paris. Por mi parte estaba saliendo de una fuerte gripe y hablaba con el galáctico Carlos y el aspirante Álvaro, temas futboleros.
En la casa de la panadería, en plena Plaza Mayor, se ha inaugurado una exposición sobre la resistencia del pueblo de Madrid a las tropas sublevadas del General Franco. Presentes las dos alcaldesas podemitas, la Jueza Carmena y la activista Colau. Vaya par de gemelas hubiera dicho Lina Morgan. Ambas en vez de lucir claveles reventones mostraban su fiero ardor revolucionario levantando el puño al grito de no pasarán.
Celia Gámez, la argentina que revolucionó la revista, cantó aquello de ya han pasado. Eran los tiempos en que reinaba en la coctelería Pedro Chicote, que por cierto vivía en Argüelles.
Es inexplicable la obsesión que tienen a cierta gente por resucitar la tremebunda Guerra Civil. Enarbolan la Memoria Histórica que en abstracto está muy bien, homenajear y recubrir de dignidad a las víctimas republicanas de la contienda, pero que en la práctica desempolva los olvidados resentimientos en muchos viejos pueblos castellanos y de otras regiones, todavía hundidos en la animadversion. Además existen zonas grises, la de los asesinos, que abundaron entre las facciones que se combatían en tiempos de la República, en que estaban militarizados y convertidos en escuadristas de la muerte, pensemos en la FAI y en la Falange con su dialéctica de las pistolas. Es verdad que hay asesinos glorificados, pero es absurdo que los chequistas, como los que actuaban en el Círculo de Bellas Artes, tengan su lugar al sol. Personalmente creo con Manuel Azaña, de la velada en Benicarló,en su patria eterna "de la paz,la piedad y el perdón".

Volvamos al díscolo par de gemelas, señora Colau, en esta ocasión el pueblo catalán que Vd. representa es el que se ha alzado contra la Constitución y el Estatuto de la Autonomía y se disfraza grotescamente de amarillo con lazos, globos y toda otra parafernalia que haría temblar en su tumba al bueno de Moliere que murió sobre la escena vestido de amarillo.
Se comenta también el increíble master de Cristina. Es un asunto que no hay por donde cogerlo. Las versiones son muy dispares y lo único que queda claro, es la poca seriedad de estas universidades públicas que ofertan estos ciclos de postgrado a la buena de Dios, saltándose todas las normas lógicas a la torera. Para mí, Cristina es una estudiante más que ha hecho su real gana en un ambiente de malas prácticas generalizadas.
Otro incidente que hace correr ríos de tinta, en este caso Rosa, es el enfrentamiento entre las dos Reinas, una historia de rivalidad familiar entre una Leticia, crecida por su título, que quiere que no se manipule a la futura Reina Leonor, que por cierto ha demostrado mucho carácter, separando muy violentamente la mano de su augusta abuela, que pretendía hacerse la foto, con la princesa e infanta. Esta pequeña noticia, ha dado la vuelta al mundo, al mundo feliz al que no tiene problemas de supervivencia, al que no sufre hambrunas ni tiene refugiados, ni actos vandálicos y que pueden dedicarse a cotillear sobre la vida alrededor.
Como en los palos de la baraja que tiene cuatro damas, aquí en

Argüelles, estas encopetadas damas, han sido cinco. La feroz Leticia, la profesional Sofía, la combativa Cristina, la disparatada Carmena y el esperpento de Colau. Cinco damas cinco, objeto de nuestros comentarios de una soleada mañana de Argüelles, aunque creo que todos hemos quedado prendados del gol de Cristiano Ronaldo a la Vecchia Signora de Turín. Valga esta crónica como pequeño mentidero de Madrid del barrio de Argüelles.
Joaquin Antuña
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