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Un De Gaulle ruso

sábado, 24 de marzo de 2018
Un De Gaulle ruso Haríamos mal en la Unión Europea en usar nuestros parámetros ‎electorales al juzgar el caso ruso. Lo que ha habido el domingo psado ha sido un plebiscito, un refrendo mayoritario a la gestión de su líder Vladimir Putin. No se trata de una democracia de partidos políticos, sino de un verdadero movimiento de salvación nacional.

Al estilo del General De Gaulle, que lanza su appel‎, su llamamiento al pueblo francés para recuperar "la grandeur de la France". Putin en una era de decadencia de la gran Rusia, convoca a los rusos a la gran tarea de la salvación de Rusia.

En Francia hasta el último escolar entiende el porque de la urgencia de recuperar la Francia de Juana de Arco y en el caso ruso se invoca a Alejandro el grande y a la zarina Catalina. Hay un paralelismo real entre ambos paises.

Los ingleses dicen que admiran a los salvadores, pero en el Continente. Con esta visión irreductible derrotaron a Napoleón y a Hitler y no reeligieron a Winston Churchill.

En Rusia ha habido un apoyo mayoritario a su líder carismático y esto tenemos que interpretarlo como en su día hicimos con De Gaulle y no tildar a los rusos de antidemocraticos y de tener un régimen autoritario.

En un país continental constituido por más de cien Repúblicas y sin Un De Gaulle rusoninguna tradición democrática, ni en tiempos de los Zares ni durante el comunismo tiene mucho mérito que se haya constituido un germen de democracia por medio de un movimiento nacional, al que en un futuro se opondrá ya hay indicios otro movimiento más garantista de las libertades civiles. Yo lo veo como un proceso lento de constituir en Rusia una democracia a la americana.

Prima la seguridad nacional y el bienestar de la población, a pesar de los problemas estructurales de su débil economía. Se lucha contra la inercia de una burocracia muy lenta y anquilosada.

Putin lanza su programa de grandeur a base del deporte, a pesar de las prácticas sistemáticas de dopaje, en los fastuosos juegos Olímpicos invernales‎ de Soichi, el Dubai ruso y en el campeonato mundial de fútbol, aunque su selección deje mucho que desear, es una operación prestigio en gran estilo y con una gran carga de paz, sin símbolos racistas, ni lemas agresivos ni designios imperiales.

Quedemosnos con los mensajes implícitos en estas manifestaciones deportivas y acojamos a pueblo ruso como un digno partner de la Unión Europea.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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