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El sino de Iñaki

lunes, 19 de marzo de 2018
Este mes de marzo puede rematarse con una canasta magistral en términos de basket.

Iñaki Urdangarin fue un gran jugador de balonmano y todavía sudoroso conquistó el corazón de una infanta con una de esas carambolas del destino.

Como muchos deportistas tanto entrenamiento, tanta competición les seca el cerebro. Iñaki ya encumbrado con la boda regia y su nueva familia quiso no sentirse un segundón y demostrar a su siempre El sino de Iñakienamorada esposa, los centímetros gustan mucho a las damas, que era un macho alfa y cuando, para su desgracia, se topó con Torres, un avispado profesor de económicas, se dejó atrapar por la facilidad de utilizar su influencia por los contactos regios para hacer su agosto.

Volaron el ducado de Palma y La Rambla con sus nombres y se enfrentó a un juicio inevitable. Su augusto suegro, Don Juan Carlos, ya le había advertido que se estaba metiendo en un callejón sin salida.

Tiempos de burbujas, de abundancia y de hipotecas casi regaladas...El Reino de Jauja. Como si no le bastara contemplar el Palacio de Oriente, deseó epatar a su familia y a los cotilleos nacionales con un casuplon de padre y muy señor mío en la Barcelona que le había visto triunfar en el balonmano.

Tenía a su disposición miles de invitaciones y de patrocinios de relumbron y cayó en el precipicio de poner precio a su influencia, de venderla al mejor postor y, de paso, comprometiendo a toda la familia real.

Quien estaba en la cúspide social se ve ahora muy próximamente convertido en prisionero de lujo. Con la duda de si fabricarán un catre a su medida o tendrá que encoger sus piernas a la par que tendrá su corazón achicado.

He aquí la historia, queridos lectores, de un deportista de élite convertido en el hazmereír nacional, en un pobre idiota dicho sea con todo el respeto que me merece Don Felipe, su cuñado.

La Reina Letizia preparará una tarta con sabor ovetense a los famosos piononos, que tanto gusta a sus compatriotas, para celebrar la entrada en galeras del tonto de su cuñado.

Yo, personalmente, me tomaré unos culines de sidra para festejar que se castigue el tráfico de influencias y que se escarnie la estupidez humana.

Iñaki, Iñaki... tú tan alto ¡qué bajo has caído! Te toca rumiar como hacen mis vaquines asturianas porque no te bastó haber puesto el mingo en los deportes y en el amor y te metiste en las calles de la amargura. Tú te lo buscaste ¡no te quejes!

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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