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Periodismo de la España Republicana

viernes, 16 de marzo de 2018
Periodismo de la Espaa Republicana Rafael Cordero Avilés, periodista y politólogo de la Universidad Complutense Madrid, es un hombre corpulento, de mirada atenta, muy educado que se ha especializado en un capítulo olvidado de la memoria histórica. Se trata de sacar a la luz la labor y el destino de un centenar de periodistas durante la contienda civil española 1936-1939. Actualmente colabora con la popular Complu donde dio una importante conferencia sobre periodismo y periodistas republicanos en Madrid 1936-1939 en la Facultad de Ciencias de la Información en 2014.

Como los mejores toreros, después de un triunfo ha repetido en el Casino de Madrid el 13 de marzo en la tertulia del prestigioso periodista, José Luís Yzaguirre. Con ese aire tan circunspecto, grave y comprometido, Rafael rescata del olvido los nombres y las actuaciones del grupo de periodistas, apenas un centenar, hombres y mujeres, que durante la guerra civil española ejercieron el periodismo desde un Madrid sitiado en condiciones extremas y en defensa de la Libertad de Expresión y la Democracia.

Es un tema de rabiosa actualidad ya que la memoria histórica, esta ley difícil y controvertida está en el candelero por la postura intransigente del Partido Socialista y de su líder Pedro Sánchez. A mi me da la impresión de que Rafael, en su alegato, se siente como uno de aquellos valientes periodistas con fuertes ideales que trabajaban en momentos de gran ebullición democrática. Habrá pasado sin duda noches de guerra y albas de angustia reviviendo aquellos memorables episodios de la pequeña crónica, de la que mueve la historia.

La investigación de Cordero Ávila se hace extensiva a varios cientos de nombres más, independientemente de su adscripción política, con el fin de esclarecer su situación y cómo se vieron afectados por el resultado del conflicto bélico ya que, con la derrota de la República, muchos pagaron un alto precio. Aquí, Rafael se hace solemne, como si diera el grito de protesta, como si defendiera los principios sagrados del periodismo. Es un relato dramático.

El exilio, la marginación profesional, la cárcel y en no pocos casos la vida misma fue un peaje que debieron de pagar por su sentido del deber y sus principios democráticos en el periodismo escrito o en la incipiente radio.

El general Gonzalo Queipo de Llano, sirviéndose de un micrófono desde Sevilla, elevó la importancia de la radio para movilizar y galvanizar a las masas con arengas de tono violento y de patriotismo exacerbado. Esto es un episodio en que la radio adquirió un gran protagonismo. Queipo estaba de la parte de los vencedores, ganadores y no de los perdedores que son los protagonistas de la sentida, profunda y estupenda conferencia de Rafael Cordero. El juglar de los vencidos.

Prosigue, esta vez con tonos poéticos, narrando, barajando nombres y situaciones en un respetuoso intento de aglomeración y rescate de todos aquellos nombres y aquellas vidas de periodistas. Aquí, el conferenciante recurre al lirismo trágico al apostillar que eran vidas asentadas por el olvido, las prisiones y las diásporas, para situarlo en el lugar destacado que se merece en el seno de una sociedad coherente con los principios democráticos, por los que muchos de ellos dieron hasta su último aliento.

Rara vez se ha escuchado en esta renombrada tertulia la defensa de una tesis doctoral llevada a cabo en seis años y presentada el 26 de junio de Periodismo de la España Republicana2017 en un tocho de más de mil páginas y que haya obtenido un sobresaliente más un Cum Laude y que reproduce entre otras fuentes el contenido de la entrevista realizada por Chema Menéndez en su Canal de Memoria Histórica. Su abuelo, Jaime Menéndez, protagonista de la Epopeya de "El Chato", el primer periodista español que escribió en The New York Times que simboliza una triste y brillante historia de más de setecientos periodistas maltratados por el destino y que, al final de la guerra civil, se redujeron a setenta miembros que, con hambre, sin medios, con penurias sacaban a la luz sus periódico.

Muy importante, a mi juicio, es el análisis que hace Rafael sobre la Agrupación Profesional de Periodistas que estructuró por primera vez la profesión periodística que hasta entonces, como decía Santiago Carillo, "era un periodismo romántico, de capa y espada". Según Cordero, habrá que esperar hasta la transición para recuperar el estatus del periodismo moderno y contemporáneo.

En la crónica trágica mencionó los fusilamientos de los dirigentes de esta agrupación de periodistas, Javier Bueno, Julián Zugazagoitia y cómo en un gran escarnio un primero de mayo se pasa por las armas a Manuel Navarro.

En su narración Rafael Cordero Avilés en todo momento se muestra como un Indiana Jones que viaja en el pasado, que se enfrasca en miles y miles de documentos, que investiga en bibliotecas, en archivos periodísticos y hemerotecas. Todo un enamorado de su profesión que ha ejercido en Televisión Española, en la SER y en la COPE y ahora, forma parte del Departamento de Comunicación de la Universidad Complutense. Con su gesto modesto, casi de puntillas, pero muy decidido, Rafael levanta su dedo acusador pero, lo hace de forma indolora, como buscando justicia para los olvidados pero sin echar leña al fuego. Eso se llama civismo. Amar al periodismo, informar verazmente y al mismo tiempo mirar a la historia sin odio.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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