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El síndrome del fracasado

miércoles, 14 de marzo de 2018
En una intervención en la CNN que, gentilmente, me envía su mujer Sonia, Jeffrey Sachs destapa un punto de gran interés y que en España y en la Union Europa toca de lleno a la designacion de candidatos para puestos de mucha importancia y que yo he bautizado como el síndrome del fracasado.

El síndrome del fracasadoLa polémica está servida con la salida de Gary Cohn de la Casa Blanca. Este prestigioso tecnócrata fue presidente y jefe de operaciones de Goldman-Sachs. Los aranceles impuestos por Trump al acero y al aluminio colmaron el aguante de Cohn. Recordemos que era el consejero económico más relevante del presidente y aquí mete la cuchara Jeffrey Sachs que, por cierto, no tiene nada que ver con su homónimo, que nos dice que no ha lamentado su cese.

Aquí es donde Jeffrey, amigo de de GD, interviene y dice que la puerta giratoria entre Goldman y la Casa Blanca ha sido muy costosa y negativa para el país. En España, Podemos crítica estas puertas giratorias que parecen designadas para recompensar la decadencia de políticos que han pasado a segundo plano. Jeffrey considera funesta esta práctica de fichar a altos ejecutivos de Goldman que ha practicado sistemáticamente la Casa Blanca y cita varios ejemplos en que se demuestra que Goldman-Sachs ha tenido un papel relevante y funesto en la política del país durante un cuarto de siglo.

Bill Clinton nombró a Robert Rubin como secretario del Tesoro (1995-1999) y George W. Bush designó al presidente de Goldman, Henry Paulsen, secretario del Tesoro (2006-2009). Barak Obama se llenó de acólitos de Rubin y, por si no faltara poco, Donald Trump investió a Gary Cohn y a otros prestigiosos alumnos de esta institución.

El resultado, a su juicio, ha sido muy malo y esta compañía debería disculparse y ser relegada, condenada a estar fuera del poder por su mala gestión económica. Rubin fracasó en su política fiscal y no supo combatir la crisis financiera asiática de 1997. Todos los demás que aquí no hace falta citar contribuyeron a la famosa burbuja económica que en 2008 causó un gran desastre financiero.

Aquí es importante mencionar a Luis de Guindos, ya que fue el hombre para Europa de Lehman Brothers, una de las mayores catástrofes financieras que se recuerdan. No es una crítica a Guindos que ha hecho, según sus colegas, una buena labor al frente de las finanzas en el Gobierno de España de Rajoy, pero sí preguntarse por qué las personas que fracasan rotundamente se ven recompensadas con puestos de enorme responsabilidad.

Es una extraña ley de vida. Explicarse cómo es posible que un embajador como Oyarzabal, después de fracasar estrepitosamente en Argentina donde no impidío la nacionalización de Repsol, se ve catapultado nada menos que a la representación de España de Naciones Unidas en Nueva York.

Destino que también comparte con Jorge Moragas que hace un ridículo estremecedor en Cataluña, con el desplome del PP, y se le premia con Naciones Unidas, como si fuera ‎una bagatela.

Esto no es nada ya que España es una potencia media si se compara con lo que le pasó a Paulsen en 2008. Nada más ni nada menos que la bancarrota explosiva de Lehmann Brothers de 14 de septiembre de 2008 que desató el peor pánico financiero mundial en décadas con trillones de dólares que se perdieron en las alcantarillas donde años antes, según Guillermo del Toro, había reinado el simpático monstruo de la Forma del Agua.

Pero a pesar de tantos siniestros ocasionados por estos chicos listos de Goldman-Sachs, los presidentes Obama, el santo negro como lo llama Carlos Herrera, y el showman Donald Trump han seguido confiando en esta factoría de desastres como en España han hecho Margallo y Dastis con sus designaciones a las Naciones Unidas.

Haría falta un doctor Freud renacido para interpretar con o sin la libido de El síndrome del fracasadopor medio el porqué los grandes fracasados en vez de verse en la picota, sometidos al escarnio público, se les exalta y no nos olvidemos del amigo José Ignacio Wert tan asaetado por críticas, que le llovieron por todas partes, que recibió como recompensa un cargazo en la Unesco donde incluso se deleita con las mieles del amor, la repanocha, el colmo de los colmos.

Puede ser que los gobernantes, al nombrar a estos rutilantes fracasados, deseen complacer su ego y sentirse los reyes del mambo. Visto desde el prisma de los ciudadanos de a pie es un absoluto despropósito, que da alas a todos los populistas que en el mundo han sido. Puede también que se piense que quienes han sido golpeados y castigados por el destino han adquirido una cierta experiencia ante la adversidad pero, me temo, que estén contagiados por el impresentable sadomasoquismo y busquen saborear una bofetada mas, que recaerá en los traseros de los ciudadanos, que pagarán las consecuencias, mientras ellos se rebañan en el morbo.

Gracias, Jeffrey, por sacarte esta liebre de la chistera.

Desde Madrid yo pienso lo mismo y se lo dedico a mis amables lectores de GD y pido a Don Julio, con su sentidiño gallego, brindarnos un sabroso comentario a este síndrome del fracasado, que seguirá repetiéndose, ya lo veréis, el político tropieza no dos veces sino tres en el mismo pedrusco.

Joaquin Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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