Nueva Semana de Pasión 2018
Timiraos, Ricardo - lunes, 12 de marzo de 2018
Mientras los pueblos tradicionales y religiosos se visten de boato y se acicalan con extrema, que no exquisita, pulcritud, cada cual se acerca o no al fenómeno religioso de desigual manera.
Los tiempos han cambiado y aquella catequesis de nuestra juventud es hoy diferente. Ni mejor ni peor, sólo distinta. Lo cierto también es que a las nuevas generaciones la religión les interesa poco o nada y muchas personas, aunque no la rechacen, no encuentra argumentos o alicientes que les puedan interesar. Estamos en tiempos de resaca de fervores y actitudes impuestas y, sobre todo, carentes de ejemplos sinceros de coherencia que motiven. Hemos ido evolucionando a posiciones diversas y, mientras unos se mantienen en sus posturas clásicas o tradicionales, otros se mantienen fieles a Cristo o a María sin más y también los hay que no quieren saber nada.
Si la Semana Santa trata de conmemorar la Pasión y Muerte de Jesús, correspondería celebrarla con la sencillez y la humildad del Maestro, profundizar en su mensaje de amor y vivirla para el perdón. En ese contexto convendría usar las procesiones como verdaderos autos sacramentales, que era su verdadero fin. Y en ese camino va siempre la Venerable Orden Tercera. Sin embargo, algunas cofradías, llevadas por un mal interpretado fin de Siempre más y mejor, creyeron que se referían al boato y la ostentacióny crearon unos artificios de excesiva opulencia para convertir la Semana Santa, en determinados casos, en una sucesión de pasarelas de presunción. Incluso con ejemplos escandalosos. Y de tales polvos
Botellón de indiferencia. Difícilmente va a comprender un joven tanta incongruencia. Lejano queda el auto sacramental que conmovía y nos reconfortaba con Cristo. Nada queda en mi religiosidad que no sea el amor al prójimo y donde tendría cabida tanto dinero malgastado.
Lo cierto también es que, curiosamente, la gente se moviliza y se forman grupos o piñas para participar en las procesiones y por momentos parece que aquello es una verdadera manifestación de fervor religioso y, sin embargo, si se escarba, la mayoría de las justificaciones son vacías. Sí, ya sé que algunos a eso lo llaman fe, pero a mí me parece incongruencia o inconsistencia.
Hoy la Semana Santa, aunque sé que molesta y lo siento, necesita colaborar con ella con esta reiterada crítica. Me duele que haya personas que no quieran ver la deriva folclórica y hasta carnavalesca a la que la aboca tanto boato, pero es mi obligación recordar varia cosas: La verdad nos hará libres, Cristo no necesita parafernalia sino apóstoles o sencillamente amigos y María personas que compartan el dolor en su soledad.
Lo demás, Señores, son coronas absurdas.

Timiraos, Ricardo
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