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Tres golfos y un honrado

miércoles, 28 de febrero de 2018
Aviso al lector que cualquier paralelismo con la vida real es sólo fruto de su imaginación y aquí ni se aportan datos para justificar ciertas afirmaciones y, de ser ciertas, serían presuntas. Es sólo una ficción.

“Tres balas y un destino” ¿Recuerdan la película? Pues bien, “balas” se les llama a personas de proceder al menos dudoso y el destino es el fin que uno tiene al cabo de la vida.

Del primer golfo les diré lo siguiente: Siempre entendí que la vocación política se mamaba y era la loable disposición de servir a los demás. Nunca supe que uno se convertía en político de la noche a la mañana, con ventitantos años, cuando no se tiene trabajo y hay que caerse en la redes clientelares, que consiguen puestos de trabajo, aprueban oposiciones y cobran el favor sirviendo al partido.

Tal condición conlleva ser concejal, alcalde, senador o diputado, si hace falta.

Tales prerrogativas le permiten hacer lo que le plazca. Desde dudosos negocios con mezcla de asuntos públicos con privados, servirse de esa cohorte de fieles seguidores que con las gafas de la ideología ven en el líder las soluciones de su desencanto y practicar los desmanes que fuere necesario menester con tal de servir al partido, que consiste en controlar todo lo que se pueda y favorecer los intereses de los correligionarios, aun en detrimento del propio pueblo.

El segundo golfo puede ser un pobre hombre, analfabeto, pero muy listo, que se sabe arrimar al anterior y sacar tajada de esa amistad. Bien pudiere ser un constructor, por ejemplo, que necesita tener información privilegiada de recalificaciones y que, llegado a un alto nivel de negocio, se ve en la necesidad de asesorarse con abogados acomodaticios. Ya se sabe para qué son los amigos y como se pagan los favores. Hay miles de artimañas cuando además se cuenta con la muy estimable ayuda de registradores o notarios. Es una persona opaca para Hacienda y que jamás va a recibir una inspección real, aunque todo el mundo sepa que vende a un precio y escritura otro. Cualquier deficiencia en las obras las subsana su amigo el alcalde con el erario público.

El tercer golfo es un hombre rico, presuntuoso y faltón, que raya la ordinariez. Goza de yate, coches alta gama y practica el exhibicionismo más cutre con sus banderitas y vinos de marca. Siempre está amparado por una cohorte de pedigüeños que comen y beben gratis a cambio de reír las sandeces del protagonista. Evidentemente, mantiene lazos comerciales o informaciones con los anteriores y sus empresas funcionan a las mil maravillas, no sabemos si con el tres por ciento o el veinticuatro. Lo que está claro es que vive excelentemente, compra cuanto le cae a mano y sus negocios se hacen lejos de la ciudad. Hay quien dice que es testaferro de un poderoso, que seguramente será más golfo que él y se dedicará a la política, que son los que saben dónde están los chollos.

El honrado es el “destino” de cada uno. Y éste es un jubilado de ochocientos euros, que trabajó desde niño detrás de la barra de un bar, lo que acabó por agriarle el carácter. Pasea, se indigna con lo que oye o ve en la televisión. No cree en casi nada que no sea su conciencia. De los anteriores tiene su propia opinión: del político sabe que es mentiroso; del segundo, el constructor, lo sufrió a gusto porque le arrendaba el local y no se lo vendía para poder cambiarle las condiciones cuando veía que vendía bien (Hay gente que no ve más) y el tercero era un espléndido cliente y lo aguantaba, aunque lo tratase como a un perro. “ Grandezas” de patriotas.

“Tres balas y un destino”. Cada cual elige el suyo, pero ¡Qué pobres son muchos!
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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