José Luis Gómez el gran actor, director y empresario teatral protagoniza en su Teatro de la Abadia un monólogo dialogado con Don Miguel Unamuno, como leitmotiv su discurso "Vencereis pero no convencereis",
que ya escenificó en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en que Don Miguel era rector en 1936. Con un ingenioso espejo en que Unamuno puede dialogar con su propio holograma, su conciencia critica, se repasa el drama de Unamuno ante la guerra civil, en que se enfrentan los hunos con hache contra los otros cargados de odio.
"Quien no se contradice no dice nada"era una de las frases favoritas de Unamuno, el de "yo contra", el "del imperio de España es su lengua", el ferviente católico atormentado que aprende danés para leer a Kirkegard, el autor de geniales "nivolas" como Niebla en que se reflejan muchos españoles de todos los tiempos, el amante de la cultura hispánica con mayúscula, como Ramiro de Maeztu, con su Quijote, Don Juan y la Celestina a cuestas, el filósofo al que le duele España, el polemista que rebate el cosmopolitismo de Ortega, con su discurso contra la anti España, que es tan España como la otra.
Unamuno apoyó la idea franquista de "defensa de la civilización occidental",estaba horrorizado ante las atrocidades de asesinatos y quemas de conventos,creia como Goethe,que lo peor es el desorden y que sólo los militares podían poner orden.Contribuye incluso en la colecta nacional en favor de los militares golpistas,pero comprende angustiado que Franco y sus generales,sobre todo el feroz Mola,vienen a practicar el odio y la venganza,no para restablecer las libertades,que Don Miguel deseaba ardientemente,sino para encanallarse en una orgia de sangre,esto no era lo que Unamuno defendía,era vencer,sin convencer,por no tener razón.
Sin comulgar con los ideales de la Tercera España de Salvador de Madariaga,comparte la repulsa del fascismo y del comunismo,pero como buen vasco,se siente como un piel roja de la España inmortal,es español hasta las cachas y vive intensamente el delirio de una guerra fratricida,al mismo tiempo que entiende los motivos de un Rizal,el héroe de la independencia de Filipinas,desde su españolidad profunda,que muere por su causa,la defensa de la Constitucion de Cádiz de 1812.
José Luis Gómez caracterizado como Don Miguel susurra,recita y declama toda una cascada de textos de Unamuno,desde sus tormentos por el declive de España ante la acción de los bárbaros y luego su congoza por el salvajismo de los insurgentes.Vive su contradicion con una creciente angustia vital,cuando comprende que en su España tan intensamente amada se va a instaurar el Moloch de la guerra y la libertad,como el la entiende,va a perecer por mucho tiempo.
Al comienzo Gómez hace una velada introducción aludiendo a la Constitución y el Estatuto violados en Cataluña.
Creo con José Luis y Don Miguel que las Constituciones deben ser respetadas o por lo menos acatadas y que no valen subterfugios,pero tampoco debe imponerse la represión. El círculo de tiza de la democracia.
Joaquín Antuña
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