Aunque las tendencias actuales condenan hacer referencias peyorativas, negativas sobre el aspecto fÃsico, me resisto a sentirme como un borrego, que piensa al dictado. Ya estuvieron bien 40 largos años de dictadura franquista y asistir al sin sentido e idiotización de las masas amorfas independentistas de Cataluña. Esta larga perorata sirve de introducción a un asunto que demuestra que estamos entrando en una nueva era de puritanismo y de revancha de las feas y de los mediocres.
Las azafatas era y es una profesión que embellecÃa los actos públicos y las manifestaciones deportivas. Un nicho de empleo que exigÃa no sólo condiciones fÃsicas, sino esmero en la apariencia, higiene, maquillaje, máximo cuidado del fÃsico, disciplina y buenos modales, es decir un espÃritu de superación, dieta sana, gimnasios y práctica de deportes.
A mis alumnas podemitas, desaliñadas, de escasa higiene y de cabelleras encrespadas, sean o no españolas y que presumen de progresistas y de enrrolladas con el catecismo actual ecologista y bicicletero les propongo que adivinen quien era el personaje histórico que denostaba de afeites y maquillajes y decÃa que las mujeres tenÃan que utilizar, como hacÃa su madre en su aseo personal, solo agua y jabón, además era vegetariano y adoraba a los animales. Silencio, mientras mueven nerviosas sus playeras desaliñadas, interrumpo el suspense, era Adolf Hitler.
Se empezó con suprimir a las azafatas en el ciclismo, se pasó al tenis, luego a la fórmula uno, se alegó la monserga de la mujer objeto, se vilipendió una profesión que daba empleo y lucimiento a mujeres, cuando nos dan la tabarra sobre la necesidad de aumentar el empleo femenino.

Para paliar esta situación se inventaron los azafatos y ahora se habla de sustituirlas por niños. Para evitar, que dado que en el deporte ha habido muchos casos y algunos muy sonados, de abusos contra los niños, se proponen que vayan acompañados por un familiar.
Si PraxÃteles y los grandes escultores grecorromanos se hubieran guiado por estas estupideces, las Venus no hubieran existido, ni los pintores de todos los tiempos hubieran pintado las maravillosas vÃrgenes de un Murillo o los desnudos de un Tiziano o de un Rubens.
Cuando se reniega de la belleza y se pisotean los cánones de la elegancia y distinción, se desprecia la etiqueta, cuando se confunde la desfachatez, el improperio y la chabacanerÃa con la libertad de expresión, se impone la burla a lo sacro, quiere decir que estamos en una cuesta abajo de estética pedestre y de falta y derision de los valores, que nos diferencian de los primates.
Por estas razones queridos lectores defiendo la profesión de las azafatas y la elección de todo tipo de reinas de belleza, tan extendidas en paÃses hermanos como Colombia y México y si en nuestro paÃs siguiendo aborregadamente los dislates de Estados Unidos, el paÃs que abolió las buenas prácticas de alimentación y convivencia imponiendo las hamburguesas y la comida rápida y que en las costumbres nos quiere forzar a aceptar sin rechistar como tendencia el monosex, aboliendo la masculinidad y la feminidad, apostando por el transgénero y otras singularidades a las que no tengo nada que objetar si no fuera porque nos quieren castrar, emascular, a los hombres y convertirnos en alfeñiques, en amorfos, en monigotes con lo que se destruye de paso y de raÃz la posibilidad de una tregua, de una paz entre los sexos, de una búsqueda de la armonÃa. Como dice Nacho uno de mis camareros galácticos de Casa Manolo "No le demos vueltas, es la venganza de las feas" y me trae el café.
JoaquÃn Antuña
joaquinant@hotmail.com