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Pigmalion y Galatea

lunes, 05 de febrero de 2018
El mito de Pigmalion, el escultor chipriota de la antigüedad clásica, que se enamora de su escultura Galate‎a, a la que la diosa Afrodita, apiadada por esta gran pasión convierte en mujer. George Bernard Shaw, el genial escritor irlandés, revivió a Pigmalion, en su obra teatral del mismo nombre, que popularizaria la versión musical y cinematográfica "My fair lady".

Un actor extraordinario Daniel Day-Lewis revive este mito inmortal griego en su última pelicula, "el hilo invisible", en realidad "el hilo fantasma", en que representando a un gran modista, ahora con la revolución de los generos,debemos volver a modisto, que encuentra a la mujer joven, bella, ingenua, simple, mientras toma un te, los ingleses no lo perdonan, es un último vestigio de la época victoriana, la fascina y desea convertirla ‎en una gran lady, estamos en los años 50, los mismos en que el profesor Higgins convierte a una verdulera, que conoce cerca de la Opera del Covent Garden en una perfecta lady y gana de paso una apuesta, por su capacidad de pulir su vocabulario y su dicción.

Tengo que confesaros amables lectores que conozco a estos personajes en la vida real, aunque la bella Alma del film se llame Patricia y la severa hermana de Reynolds‎ Woodcock el modisto, sea Mila, los personajes clásicos se repiten son arquetipos y de ahí su inmortalidad y su vigencia en los tiempos actuales.

Pigmalion, sea escultor, modisto o escritor se enfrenta al reto de cambiar a una persona, de plasmarle una nueva personalidad, de realzar sus dotes, de convertirla en una criatura a la imagen y semejanza de sus sueños, pero al hacerlo se transforma a si mismo, siembra de inquietud su vida rigurosamente organizada e introduce el caos, que según los chinos aporta cambio y nuevos horizontes. En definitiva es un aprendiz de brujo. Un alcalde alcaldado.

Los políticos también intentan transformar a su Galatea en una realidad distinta, un mundo mejor, pero a veces la criatura se vuelve contra ellos, pensemos en Hitler, Mussolini, Franco y Stalin ‎en los casos extremos y en un plano opuesto a los grandes transformadores de la cultura de la paz, en Gandhi, Mandela, Luther King jr y la madre Teresa.

Volvamos a un plano cercano, a los desaguisados que Cupido hace con sus flechas o a las transformaciones prodigiosas que a veces logra. Todo es a la Campoamor según uno sea optimista o pesimista. Pigmalion, Higgings y Woodstock lo son‎. Gabriele D'Annunzio en su megalomania y su culto al preciosismo también lo era. Estos delirios, pueden derivar a la puerilidad, cuando no a la cursileria más horrorosa, pero yacen en lo más profundo de la psique, Freud nos lo enseña, invito pues a mis lectores a experimentar como se transforman nuestros seres cercanos y queridos y como se opera en nosotros un gran cambio, de estatuas sin vida y sin alma como Galatea podemos convertirnos en seres humanos y en ciudadanos ejemplares. Todo un reto.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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