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La agonía de un tramposo

sábado, 03 de febrero de 2018
La cabalgata de las Walkirias estaba escuchando Carlitos el Tramposo, mientras estaba redactando sus históricos e histéricos mensajes a Comin, su compañero de desgracias‎ en este exilio alejado de su República catalana. Se siente abatido como Jesús, porque no fue catalan, él que lo podía todo! en Getsemani, ya había pedido al listo Comin una biografía de otro Carlos, también famoso, un tal De Gaulle, que traicionado por los galos, se retiró a Colombey les deux Eglises, donde yo también me podré refugiar con mi dolor a cuestas. Se lo preguntaré al pio Oriol, aunque esté tan cabreado conmigo, por refocilarme con estos ingenuos y fanáticos belgas, pero me indicará algún convento, algún retirado monasterio, para revestirme de cenizas y sorberme las lágrimas una a una hasta que las masas enmascaradas con mi augusta imagen me porten en volandas al Palau de la Generalitat.

Ahora que no habrá azafatas con paraguas y tantas curvas, tengo que revivir, reinventarme ‎la historia, como hacemos con el 1714, de una compañía de honor de pubillas engalanadas como era la costumbre con los atavíos campesinos del alto Ampurdan y yo entre ellas, engallándome, tal vez usando los tacones, las alzas de Sarkossy, para realzar mi grandeur, que bien suena en francés, habría que hacer mi catalán del alma, un idioma más meloso y musical, todo en mi honor, por mi gloria.

En un futuro no muy lejano cuando se instaure nuestra tercera república, como aquel tercer Reich que tanto gusta a mis amigos flamencos, tendremos que inventamos nuevos símbolos de grandeza catalana, que hagan palidecer al ridículo toison de oro de la peste borbónica, nosotros exaltaremos la butifarra de oro y a nuestro burro catalán totémico, para La agonía de un tramposoque se pongan amarillos de envidia en las envaradas cortes inglesas y en las encopetadas cancillerías francesas. Por cierto hay que reinvidicar el color amarillo, el gualda de la gloria y mandar a nuestros siervos y cantores de TV3 de emitir programas en que se canten las alabanzas del amarillo y se repudie a Moliere, que al morir vestido de este color, lo condeno para la escena.

Mi amigo Comin y varios de mis fieles me han pedido que escenifique mi martirio como el de Companys, con fingido fusilamiento claro, como el caballero Mario Cavaradossi en La Tosca, ‎traicionado por el barón Scarpia, que aquí podría ser el pio Junqueras y la famosa aria de adiós a la vida la podría interpretar Josep Carreras, asistido a la banda por Josep Guardiola, como resonaria el "e luccevano le stelle" mientras el caballero Puigdemont, Carlitos el Tramposi, se dirigiría con paso firme, pero vacilante hacia esa aldea pérdida de la Cataluña francesa, para esperar que su pueblo volviera aclamarle con ese néctar de los dioses, que es el aullido President recreado con vigor por ese espejo de democracia que son los feroces hinchas de las esteladas, con un Pique arropado en esta sagrada enseña, ay! que sueños de la gloria perdida. Carlitos delira y sus supporters braman en el Parque de la Ciudadela. Honor y Gloria a ti inmortal President!

Una prosaica alarma de móvil despierta a este ínclito Condottiero, a este Caudillo de las huestes catalanas, se levanta a duras penas y después de su aseo baja a engullir una mona de Pascua que le traen unas monjitas de Gerona.

Joaquín Antuña
joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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